Conjunto de cuatro esculturas en bronce patinado, que representan a los cuatro apóstoles martirizados en la cruz, para el paso procesional de la hermandad onubense de Santa Cruz.

Los primeros crucificados, después de Cristo, fueron cuatro de los apóstoles, aunque las leyendas asociadas a su martirio hacen distinguir claramente sus muertes de la de Cristo. San Pedro se negó a ser crucificado como su maestro, por lo que le pusieron cabeza abajo; San Andrés tuvo una muerte parecida, aunque Egeas, mandó "no enclavarle, sino atarle con sogas, para que el martiro fuesse mas prolixo", como escribió Ribadeneyra; San Felipe, escribe el mismo autor: "después de averle açotado ásperamente, le crucificaron y mataron a pedradas, dando él muchas gracias al Señor, porque le hazia imitador de su Cruz" y de forma extraordinaria en algunas ocasiones también se representa a San Bartolomé crucificado: según el martirologio romano su muerte sobrevino tras desollarlo vivo, aunque la tradición oriental lo hace morir crucificado, "ahogado o decapitado", como escribe Santiago de la Vorágine.

Las figuras aparecen con sus atributos iconográficos: Felipe está representando con un dragón enroscado en su pierna, que evoca la leyenda apócrifa de la expulsión del dragón en el templo de Hierápolis; Pedro con las llaves en sus manos, el gallo de las negaciones y la cruz invertida; Bartolomé se asienta sobre su propia piel al ser despellejado antes de la crucifixión, y Andrés con su característica cruz en aspa.

Los trabajos en bronce de las cuatro figuras de los apóstoles crucificados han sido llevados a cabo por Manuel Salas Gómez y Fundición Marcelo a la cera perdida.