RESTAURACIONES DE ANA BELTRÁN

Ana Beltrán Ruiz (08/09/2013)


 

 
 
Estado inicial
 
 
 
 
Estado final

 

El Cristo Pobre (mal conocido como Cristo de los Pobres) es una imagen muy singular dado que su historia material es muy distinta a lo habitual. El cuerpo es del año 1745. Fue tallado seguramente por el escultor Antonio Molinari, y atribuido por esto y por sus características morfológicas a la escuela gaditano-genovesa por el historiador y restaurador gaditano José Miguel Sánchez Peña, descartándose así la errónea hipótesis que asignaba la imagen a las gubias del escultor sevillano Jerónimo Roldán.

La cabeza original la realizó, como es lógico, el mismo autor. Lo que ocurrió es que la hermandad gaditana que poseía la talla decidió hacerle un cuerpo nuevo, pues las dimensiones no eran muy de su gusto; de esta forma, el escultor carmonense Francisco Buiza hizo un cuerpo nuevo para la cabeza original y años más tarde (en 1969, según los datos) realizaría una cabeza nueva para el cuerpo original que se quedó en Huelva. El modelado de la cabeza recuerda al Cristo de los Estudiantes de Sevilla, obra del cordobés Juan de Mesa.

 

 
 
Estado inicial
 
 
 
 
Estado final

 

Dados muchos factores, tales como el paso del tiempo (hablamos de unos 300 años), la modificación directa de la imagen (y, por tanto, el intento de armonización del conjunto), y el tiempo que estuvo el cuerpo en el taller de Buiza, se encontraba en muy mal estado. El sudario también fue retocado al gusto sevillano.

El principal problema que presentaba era la pérdida de preparación y consecuente policromía en muchos puntos del cuerpo, así como el peligro de desprendimiento en gran parte del Crucificado y que hacía peligrar gravemente la integridad del mismo. Por otro lado, otro problema (menos grave para la integridad de la obra pero sí para la lectura original) era el oscurecimiento causado por el paso del tiempo en general, muy acentuado en las manos y los pies. Los hombros también habían sido modificados, presentando mucho grueso de estuco sobre el original en ambos para intentar disimular las grietas que se habían ocasionado.

Se procedió, por tanto, a una fijación de toda la policromía, que corría peligro de desprendimiento, y de todas las lagunas. Luego se rellenaron las numerosas grietas causadas por la separación de piezas. Asimismo, se realizó una limpieza de toda la superficie, tanto química como mecánica, y se procedió a la reintegración cromática de todas las zonas estucadas anteriormente. De la limpieza han salido nuevamente a la luz moratones ocultos bajo la suciedad acumulada, así como latigazos o señales de cuerdas en las muñecas y los tobillos.

 

 
 
Estado inicial
 
 
 
 
Estado final

 

Gracias a este trabajo la sangre ha recuperado el tono casi bermellón que solía utilizar la escuela de artistas genoveses afincados en Cádiz o que trabajaban para la ciudad. La policromía vuelve a lucir su tono nacarado, aún no habiéndose hecho una limpieza muy profunda. Cabe destacar que la diferencia de policromía de la cabeza al cuerpo es poco notable, teniendo en cuenta que son de autoría y fechas muy dispares.

Ha sido un trabajo muy laborioso dado el estado de una imagen que, dicho sea de paso, ha sido bien cuidada y es muy querida en la parroquia donde recibe culto (el templo onubense de Nuestra Señora de Belén), pero estos daños eran fruto del paso del tiempo anterior.

 

 
 
Estado final
 
 
 
 
Estado inicial
 
 
 
 
Estado final

 

Ana Beltrán también ha restaurado la Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva (imágenes inferiores). Hablamos de la representación escultórica con fines procesionales del mural del santuario, una obra del siglo XV parcialmente reconstruida en el año 1992 tras los destrozos sufridos en la Guerra Civil. La escultura fue realizada en torno al año 1759 y ha sido relacionada con las tallas de la Virgen del Rosario y de los Dolores del municipio onubense de Aroche. Juan Manuel Miñarro, al restaurar la pequeña talla (51 cm) en 1991, y pese al acertado vínculo con Hita, la relacionó con las obras sevillanas fechables a finales del siglo XVII.

La intervención de Beltrán ha consistido, principalmente, en el arreglo de los pies del Niño Jesús, pues estaban muy dañados por el roce continuo de los diversos zapatos de metal que posee. Además, se ha limpiado la imagen del Niño pues estaba también un poco sucia; más que nada las piernas debido al mismo problema, pues dicha zona ha sufrido más que el resto a la hora de colocarle los zapatitos. Por otro lado, se han cogido pequeñas grietas superficiales que tenía la Virgen en el manto y algunas pérdidas en el borde del mismo. También se han reparado los roces causados por la medalla, tanto en el pecho como en el cabello, y los roces que presentaba el Niño en el muslo derecho, causados estos últimos por el roce de una de las cintas que posee. Ambas imágenes sufrían desgaste en la cabellera provocados por el roce de las coronas.

Por último, se ha aplicado un barniz final de acabado, pues estaba muy matizado por el paso del tiempo. Para esta restauración se han seguido unas pautas de conservación con el fin de evitar futuros daños ocasionados por el metal, tales como forrar los zapatos del niño, colocar la medalla de Huelva en otro lugar (peana de la imagen) y procurar que la cinta que porta el niño en sus manos sea la que menos daño provoque.

 

 
     
     
Estado inicial
(Fotografía de Sergio Cabaco)
 
Estado final
(Fotografía de José María Jaén Doblado)

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com