Esta instalación forma parte de un proyecto de relectura crítica del imaginario colectivo de Huelva a través de sus monumentos. El proyecto se compone también de un libro-guía del mismo nombre, el cual no es un catálogo de la exposición sino un elemento integrante e indispensable de la misma: la exposición Efigies y Fantasmas consiste, pues, conjuntamente en el libro y la instalación.

Sin embargo, el libro puede ser utilizado más allá de la exposición -está concebido para ello- como una guía para viajeros y paseantes por la ciudad. La guía, a pesar de su nombre, no pretende señalar una dirección obligatoria, dar órdenes, sino plantear preguntas y dudas acerca de aquello que (creemos que) vemos.

Los vínculos apuntados entre los distintos iconos que aparecen en Efigies y Fantasmas se han establecido partiendo de una serie de relaciones-tipo: de semejanza, de oposición y de correlación, pero siempre marcadas por la subordinación jerárquica y dicotómica propia del régimen del patriarcado capitalista: señalar, dirigir, mandar, mostrar, ostentar, dar valor, encomiar, revelar, velar y desvelar, ocultar, relegar, olvidar, despreciar, ignorar... Estas relaciones son perfectamente susceptibles de ser cuestionadas y sustituidas por otras.

Las constelaciones de imágenes que componen cada uno de los bloques que se pueden distinguir en las paredes de la sala (héroes y hazañas, nacionalismo excluyente, machismo, clasismo, casticismo, colusión entre identidad española y monarquía católica, etcétera) son solamente un ejemplo de las posibles agrupaciones de asociaciones que cada lector -que cada lectura- puede aventurar.

El desarrollo económico no elimina las expresiones culturales populares, sino que, por un lado, el mercado las somete, las integra y las convierte en mercancía, y por otro, los poderes políticos las utilizan para fortalecer su hegemonía y legitimidad. Si hay algo sintomático en la estatuaria pública de Huelva es el carácter minoritario de la presencia femenina en ella. La desproporción entre las imágenes que representan a mujeres y hombres es realmente notable. Las figuras masculinas suman en torno al 90% del total.

La historia patriarcal se concibe como una progresiva acumulación de hitos protagonizados por grandes nombres (por norma, grandes hombres), obras maestras y grandes hazañas que afirman las construcciones masculinas de grandeza y heroísmo. Hay un sexismo estructural que contribuye activamente a la producción y perpetuación de una jerarquía de género. Pero esa fantasía de permanencia que ha motivado los monumentos acaba siendo traicionada con frecuencia por las propias dinámicas del poder patriarcal.