NUEVA OBRA DE FRANCISCO MALO GUERRERO

08/04/2021


 

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Hubo que esperar al siglo XVI para que surgieran las estatuas devocionales de San José, siendo fundamental en esta tarea la figura de Santa Teresa de Jesús, quien procuró que en todos los conventos de su reforma hubiera al menos una estatua de San José, al que encomendaba la vida espiritual y material de los conventos.

En ese ambiente de creciente devoción a San José se fue perfilando la iconografía de sus imágenes, muy habitualmente talladas en madera, y que nos lo muestran sentado o, más generalmente, de pie, pero siempre acompañado del Niño Jesús, bien llevándolo en brazos, o bien caminando a su lado cogidos de la mano, en una escena que tiene todos los rasgos de un momento cotidiano perfectamente real.

Esa realidad es llevada a la óptica contemporánea por Francisco Malo Guerrero en su última obra, una poderosa y dinámica talla del Glorioso Patriarca San José para el templo parroquial de Los Villares (Jaén), que, salvo el atuendo y el atributo del santo, bien pudiera ser un retrato escultórico de un padre y su hijo en la actualidad, no solo por los tipos fisonómicos, sino también por plasmar el cambio sociocultural y de concienciación que existe actualmente en nuestra sociedad en cuanto a la implicación de los padres en la crianza de los hijos.

La escena posee gran carga de sentimentalismo, acariciando el crío los cabellos del santo. Ello puede ponerse en paralelo con lo que había sido común en las imágenes góticas de María con el Niño, lo que es significativo de la transformación ocurrida en la devoción hacia San José desde la actuación de la mística abulense.

Así, con todas esas connotaciones, los fieles, al contemplar esas imágenes, perciben la importancia que tuvo este santo, pues estuvo en contacto directo con el Niño Dios, llevándolo en brazos todos los días, circunstancia que se concedió como una gracia especial en un momento determinado a algún santo como San Antonio de Padua o San Cayetano, o al anciano profeta Simeón en los momentos de la Presentación en el Templo, quien así tuvo la máxima felicidad de toda su vida y consideró que ya podía morir en paz.

La creación del escultor e imaginero jiennense, realizada a tamaño natural (mide 160 cm de altura) en madera de cedro tallada, policromada, dorada y estofada, ha sido donada a la iglesia de Los Villares por Pablo Armero García con motivo del año jubilar de San José. En su ejecución han intervenido Francisco Javier Gutiérrez, dorador, y el pintor sevillano Manuel Peña Suárez, autor de los espectaculares estofados de las vestiduras.

 

FUENTES

CANTERA MONTENEGRO, Jesús. "La figura de San José en el Arte", en Mirabilia Ars, nº 1, Ediciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2014, p. 92.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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