RESTAURACIÓN DE RAFAEL ALONSO

29/10/2013


 

 

Desde ayer y hasta su regreso a la sacristía de la Catedral de Toledo para participar en los actos conmemorativos del IV Centenario de la muerte del artista, organizados por la Fundación El Greco 2014, el visitante del Museo del Prado podrá admirar esta importante obra de El Greco (en la imagen superior, la obra después de su restauración) expuesta provisionalmente en la sala 9 B, una de las tres salas permanentes dedicadas al artista y en las que también podrá contemplar La Trinidad (imagen inferior), otra de las grandes creaciones del pintor cretense realizada al poco tiempo de su llegada a España.

La obra El Expolio, un óleo sobre lienzo (300 x 178 cm) realizado entre los años 1577 y 1579 para el sagrario de la Catedral de Toledo, ilustra el momento en que Jesucristo, culminada su ascensión al Monte Calvario, es despojado de sus vestiduras antes de ser clavado en la cruz. Se trata de una composición de gran originalidad, basada en fuentes muy diversas, tanto literarias como visuales, y en la que el espacio tradicional se ha comprimido para transmitir al espectador el acoso físico y moral que padece el protagonista. La intensa expresividad de las cabezas, concebidas con un completo repertorio de soluciones pictóricas, muestra la altura artística alcanzada por El Greco en esas fechas.

Los trabajos han contado con el apoyo de la Fundación Iberdrola como Protector del Programa de Restauración. El buen estado de conservación de la obra, uno de los primeros encargos que El Greco -recién llegado de Italia- recibió en la ciudad de Toledo, ha propiciado que la intervención de Rafael Alonso, restaurador del Museo Nacional del Prado de Madrid, haya consistido, básicamente, en la reintegración y la consolidación cromática de levantamientos y pequeñas pérdidas en el borde inferior, así como la realización de una exhaustiva limpieza que ha recuperado el equilibrio de las luces y las sombras, mejorando todo ello las relaciones espaciales y cromáticas y, con ello, la visión global de la composición.

Junto a El Expolio se pueden contemplar la reflectografía infrarroja y la radiografía de la pintura, unas técnicas de estudio que, por primera vez aplicadas a esta obra, permiten comprobar que el pintor cretense no realizó cambios sustanciales en la composición inicial, lo que indica que El Greco concibió una idea general que fue cuidadosamente trabajada de antemano.

La reflectografía infrarroja revela cómo la construcción de la pintura se llevó a cabo a partir de una mancha o esbozo general realizado con pincel y con pigmentos muy diluidos que luego fueron concretándose a través de toques más precisos y decisivos. Toques que modelan la cabeza de Cristo con delicadas pinceladas entrecruzadas mientras que las de los personajes del fondo quedan prácticamente esbozadas, explícitamente difuminadas o sugeridas mediantes atrevidos golpes de color. Las pequeñas superposiciones y rectificaciones que se detectan son propias de una composición de grandes dimensiones.

La radiografía muestra que El Greco trabajó sobre una tela cuyos hilos dibujan formas romboides, un tipo de lienzo denominado "mantelillo" muy utilizado en la pintura de la escuela veneciana, y únicamente constata algunas rectificaciones en torno a la figura de Cristo y en el madero.

 

 

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