PICASSO VISITA AL GRECO

08/06/2022


 

 

El Museo del Greco de Toledo (Paseo del Tránsito, s/n), con la colaboración del Ministerio de Cultura y Deporte (MECD) presenta su última exposición temporal, Picasso visita al Greco, que podrá visitarse desde hoy miércoles, 8 de junio, hasta el 25 de septiembre de 2022.

Adelantándose a la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso (8 de abril 2023), el Museo del Greco recibe por primera en su historia la obra del genial artista malagueño, para quien El Greco fue fuente de inspiración a lo largo de toda su vida.

Las dos obras de Picasso llegan al Museo del Greco de Toledo por medio de un intercambio institucional con el Kunstmuseum Basel (Basilea, Suiza). Así, el museo toledano ha prestado tres obras del célebre Apostolado del Greco para que participen en la exposición Picasso-El Greco, que se celebrará del 11 de junio al 25 de septiembre de 2022 en la institución suiza con sede en Basilea. Las obras prestadas son: San Juan, San Bartolomé y San Simón (imagen superior). A cambio, el Museo del Greco recibe las dos pinturas de Picasso que se presentan ahora y que en 2015 ya visitaron el Museo Nacional del Prado de Madrid: Mujer con sombrero sentada en un sillón (imagen inferior) y Venus y el amor.

Picasso visita al Greco constituye, por tanto, una ocasión única para que Pablo Picasso dialogue de forma directa con uno de los pintores a los que más admiró a lo largo de su vida, en la misma ciudad donde El Greco (1541-1614) alcanzó el éxito artístico.

Mujer con sombrero sentada en un sillón (1941-1942) es un retrato que presenta una disposición tradicional de tres cuartos, y transforma y deforma los elementos formales del cuerpo y del rostro dividido prácticamente en dos partes bien diferenciadas. La musa es la fotógrafa y artista francesa Dora Maar (1907-1997), con quien Picasso mantuvo una historia de amor durante casi diez años (1935-1945) coincidentes con un turbulento periodo a nivel político y social. Son los años de la Guerra Civil española (1936-1939) y la II Guerra Mundial (1939-1945), correspondientes con la etapa de los "Años de la Guerra" (1937-1950) de la producción artística de Picasso. Son años de dolor, preocupación y sufrimiento por los conflictos bélicos, lo que se refleja en su producción. El estilo es cubista expresionista con dosis de surrealismo, con los que el artista experimenta.

El retrato ha sido uno de los géneros más importantes de la pintura europea desde finales de la Edad Media. En España, la evolución del género a lo largo de los siglos ha forjado una tradición de pintura de retrato de personalidad fuerte y singular. El Greco se ha consagrado como introductor en nuestro país del retrato psicológico, es decir, del retrato que muestra algo tan sutil y difícil de captar como la vida interior de las personas. Una gran aportación del cretense a la historia española del retrato y que, sin duda, Picasso recoge y transforma. El retrato Mujer con sombrero sentada en un sillón se ha ubicado en la Sala del Apostolado, en diálogo con esta célebre obra del Greco realizada también en su etapa final (hacia 1608-1614), y considerada la versión más majestuosa de las que se conservan. Con las figuras del Apostolado, el retrato de Picasso comparte la tradicional disposición de tres cuartos o medio cuerpo, el fondo neutro en tonos grises, la monumentalidad formal y expresividad psicológica, y el fuerte contraste cromático.

Venus y el amor (1967) representa un tema mitológico clásico, Venus la diosa del amor y Cupido su compañero infantil. El estilo se caracteriza por pinceladas rápidas, grandes e impulsivas. Esta es la etapa final de Picasso, los últimos años del artista que, desde 1961, vive recluido en Mougins (sur de Francia) con el que será su último amor, su esposa Jacqueline Roque (1927-1986). Ella es la mujer retratada, su nueva musa de ojos oscuros, altos pómulos y perfil clásico, rasgos habituales en sus últimas pinturas. En esta última etapa, que abarca desde 1954 hasta su muerte en 1973, Picasso realiza versiones de obras maestras, en un arriesgado diálogo con los grandes maestros del pasado. Para esta obra, el genio malagueño pudo inspirarse en la Venus del espejo de Tiziano pero también en el trazo veloz y cada vez más suelto, como inacabado, de las últimas obras del Greco, de las que el Apostolado o el San Bernardino de Siena de este museo son ejemplos significativos. Por este motivo, el cuadro Venus y el Amor ha sido ubicado en la Sala de la Biblioteca, frente al San Bernardino de Siena, característico de la producción final del Greco, con su original lenguaje, cada vez más visionario e irreal.

 

 

Por su parte, Picasso-El Greco ilustra el encuentro de Picasso con Doménikos Theotokópoulos. Las obras maestras de ambos artistas se yuxtaponen en unas cuarenta parejas, trazando el curso de uno de los diálogos más fascinantes de la historia del arte. Préstamos de prestigio de todo el mundo se reúnen en torno a un núcleo de obras maestras de Picasso pertenecientes a la propia colección del museo.

El inconfundible estilo pictórico de El Greco le valió una considerable fama en su época. Sin embargo, poco después de su fallecimiento, en 1614, su trabajo fue olvidado en gran medida. Fue solo en torno a 1900 cuando tuvo lugar el llamado "renacimiento" de El Greco.

El por entonces joven Picasso fue fundamental en dicho redescubrimiento. Su compromiso con el maestro greco-español no solo fue mucho más profundo de lo que se suponía anteriormente, sino que también duró mucho más. La influencia de El Greco es tan palpable en las obras de Picasso de las décadas de 1930 y 1940 como en las primeras pinturas cubistas. Incluso al final de su vida, Picasso siguió haciendo referencia a El Greco.

Picasso-El Greco no solo abre nuevas perspectivas sobre dos artistas destacados de su época. También ofrece una nueva visión de su importancia para el desarrollo del arte de vanguardia en el siglo XX.

 

 

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