PROYECTO DE RESTAURACIÓN DE GESTIONARTE

Benjamín Domínguez Gómez (09/03/2013)


 

 

 

Entre los años 2005 y 2007 se llevaron a cabo unos trabajos de rehabilitación arquitectónica y consolidación estructural en la Capilla del Dulce Nombre Jesús, sede de la popular cofradía sevillana del Cristo de la Vera Cruz, fruto de las necesidades que demandaba el edificio.

En paralelo a las obras se llevaron a cabo otra serie de trabajos; entre otros, la colocación de una nueva solería, la restauración de las pinturas murales del presbiterio o la intervención sobre dos de los tres retablos laterales: el de la Virgen de las Tristezas (obra anónima de finales del siglo XVIII o principios del XIX) y el llamado "retablo renacentista", atribuido a raíz de dicha restauración al escultor Juan Bautista Vázquez el Viejo (siglo XVI).

A excepción del retablo mayor (intervenido tanto por alumnos de Bellas Artes en los 80 como por el grupo Orsini en los 90), quedaba pendiente de intervenir el tercero de los retablos laterales existentes: obra anónima de finales del siglo XVIII, dedicada en la actualidad a San Francisco de Asís y sobre la cual, hace unos días, han comenzado estos trabajos de conservación-restauración que llevará a cabo, como en los retablos antes citados, la empresa Gestionarte, cuyo responsable es el conservador y restaurador Benjamín Domínguez.

 

 

Los trabajos que se van a llevar a cabo durante los próximos tres meses se van a circunscribir a la mesa de altar, cuyo estado de conservación es muy deficiente y requiere una actuación urgente. El retablo del que forma parte es una obra dieciochesca que alterna molduras y piezas de talla doradas al agua con fondos y elementos jaspeados, muy en consonancia con la transición entre el barroco y el neoclásico. A ambos lados de la hornacina central, dos pinturas sobre tela adheridas al cuerpo del retablo que representan a San Roque y San Sebastián.

La mesa presenta diferentes patologías. Destacan la degradación estructural y el ataque de insectos xilófagos, favorecidos por el alto grado de humedad que recibía del muro en el cual estaba encastrada y del que, tras el proceso de restauración, quedará aislada. Otra causa ha sido el continuo desgaste provocado por la colocación de bancos junto al altar (especialmente en los días previos a la Semana Santa) o de velas de promesa, que han provocado, por un lado, no pocas roturas, y por otro, una quemadura en uno de los ángulos.

 

 

 

Los anteriores daños, a nivel de soporte, tienen su correspondencia en el estrato de color, generando pérdidas y levantamientos, a los que hay que sumar los repintes aplicados y la oxidación del barniz de protección.

Según se ha estudiado en el test de limpieza realizado, la superficie de la mesa presenta grandes zonas retocadas al óleo que esconden la policromía original y la visión real del conjunto, ocultando aproximadamente un 70% de la superficie total. Estos repintes están aplicados tanto sobre los estratos de preparación y color como sobre lagunas del mismo -directamente sobre la madera-, de una forma burda. El plinto inferior presenta hasta tres capas de color diferentes que ocultan un jaspeado hasta el momento tapado. A todo ello hay que sumar en superficie la alteración y amarilleamiento del barniz de protección y la suciedad acumulada.

Como hemos apuntado anteriormente, una vez culmine el tratamiento de conservación-restauración de la pieza, ésta volverá de nuevo a su emplazamiento original, si bien anclada sobre el muro de forma independiente con dos objetivos: el aislamiento del muro y la posibilidad de ser retirada, tanto para su uso como elemento litúrgico en altares efímeros como para preservarla de daños como el mencionado de la colocación de bancos.

 

 
 

 

El retablo lo ocupa hoy una imagen de San Francisco de Asís, obra contemporánea de escaso mérito. Sin embargo, este altar fue ocupado, hasta su traslado al Convento de San Leandro en el año 1900, por la venerada y popular imagen de Santa Rita que allí recibe culto.

Tras la exclaustración de la comunidad, en el año 1837, la efigie de Santa Rita se trasladó a San Leandro, quedando en manos particulares el templo. Ya desde este último cenobio, la Madre Abadesa solicitó el traslado de la imagen a la autoridad eclesiástica por estar solamente en depósito.

Desgraciadamente, poca información se ha conservado del archivo del citado convento de Madres Agustinas del Dulce Nombre de Jesús, por lo que la documentación de la autoría del retablo y su historia material se antoja bastante complicada por la ausencia de las citadas fuentes.

 

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