Se trata de un retrato al óleo sobre tabla, pintado hasta la altura del busto, de la talla de María Santísima de las Aguas, titular mariana de la Cofradía del Museo que va camino de convertirse en una de las imágenes de la popular Semana Santa hispalense más inmortalizadas en el campo de la pintura, a la altura de otras Dolorosas como dos de las Esperanzas (Macarena y Triana), la Virgen de la Amargura o la Virgen de la Estrella.

Llama la atención del cuadro sus dimensiones (150 x 90 cm), muy grandes para este tipo de reproducciones. El joven artista del municipio sevillano de Estepa plasma con la mayor fidelidad posible las facciones del venerado simulacro, labrado en 1772 por Cristóbal Ramos, a través de una de sus más famosas estampas. Los encajes que rodean el rostro no se corresponden con el simétrico tocado que para la efigie creó en 1922 Antonio Amians.