RICHARD ESTES

12/06/2007


 

El próximo 19 de junio, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid abre al público una nueva exposición dedicada a un artista vivo; se trata en esta ocasión del pintor norteamericano Richard Estes, principal fundador y uno de los máximos representantes del fotorrealismo internacional. A través de una selección de 38 de sus obras más representativas, la exposición mostrará un completo recorrido por toda su trayectoria artística, desde la década de 1960 hasta la actualidad. 

La muestra ha sido organizada conjuntamente con el Palazzo Magnani de la ciudad italiana de Regio Emilia y, en Madrid, con la colaboración del Consorcio Turístico de Madrid. El Museo Thyssen-Bornemisza continúa con ella la política expositiva, iniciada el pasado año con la dedicada a Robert Rauchenberg o la nueva serie de exposiciones Studiolo, dirigidas a acercar el Museo a la escena artística contemporánea.

Entre las obras seleccionadas para formar parte de esta exposición destaca la magnífica aportación de la propia colección privada de Richard Estes, así como de otras colecciones privadas y prestigiosas instituciones como el Art Institute de Chicago, el Whitney Museum of American Art, el Solomon R. Guggenheim Museum, la Galería Marlborough de Nueva York, el Portland Museum of Art y el Toledo Museum of Art.

 

El pintor de Nueva York

Estes es uno de los fundadores, junto con Malcolm Morley, Chuck Close y Duane Hanson, del movimiento fotorrealista, surgido a finales de los 60 en los Estados Unidos. Mediante la utilización de la fotografía como fuente visual directa, Estes se especializó en representaciones de paisajes reales. Su obra es admirada por su extraordinaria maestría artística, que pone de manifiesto principalmente en la representación de sus conocidos paisajes de la ciudad de Nueva York, en la que actualmente reside y trabaja. 

Otras ciudades, como Chicago, París, Venecia, San Francisco o Barcelona, han sido también objeto de su mirada, pero nunca con el protagonismo que lo hace la ciudad de los rascacielos: Manhattan, Central Park, Long Island, los puentes sobre el Hudson..., sus edificios, comercios, medios de transporte,... la realidad de la gran urbe que el pintor utiliza y manipula para mostrarnos su propia realidad, para ampliar y desarrollar su propia visión artística. Aunque él mismo se ha definido en ocasiones como pintor realista, lo que realmente le interesa es la construcción plástica del cuadro y el impacto visual de la obra.

El efecto ilusionista de sus composiciones sugiere que han sido copiadas directamente de una fotografía, pero realmente éstas surgen de la combinación de varias tomas fotográficas que él mismo realiza in situ, pero que no le interesa copiar de forma literal, sino manipularlas y reconstruirlas para crear una imagen que, aunque sea científicamente incorrecta, parezca real al ojo humano; una imagen realista pero que no se corresponde en luz, color o elementos casuales a ningún momento determinado.

Aunque Richard Estes toca puntualmente otros géneros, como puede ser el retrato -del que se incluye algún ejemplo en esta exposición-, su obra más famosa es la que pertenece a las series de paisajes urbanos en las que representa fachadas de edificios, escaparates, escaleras automáticas, automóviles o restaurantes de comida rápida. En sus escenas no aparece apenas la figura humana, por la que no siente interés alguno y, cuando lo hace, es un elemento más del paisaje, que nos transmite en muchas ocasiones una cierta sensación de aislamiento; una atmósfera de objetividad y falta de emoción característica en sus cuadros. 

El fotorrealismo se desarrolló a partir de dos tradiciones artísticas: la pintura trompe l’oeil y la técnica meticulosa de superficies delicadamente acabadas de la pintura holandesa del siglo XVII. Pintores como Vermeer han ejercido gran influencia sobre Estes, con su observación detallada de la realidad y el uso de aparatos técnicos como la camara obscura; pero su obra recoge también la tradición europea de la pintura del paisaje urbano desde sus orígenes en los pintores vedutistas del XVIII, con Canaletto a la cabeza. Precedentes modernos más cercanos a su pintura podemos encontrarlos en Charles Sheeler y en los pintores americanos de los años 1930, que se apoyaban con frecuencia en la fotografía para conseguir mayor precisión en la línea y en la forma.

 

Reflejos y reflejos de reflejos

A diferencia de otros pintores fotorrealistas, que traspasan directamente la foto al lienzo, Estes la utiliza únicamente como punto de partida; para él es sólo un instrumento que le permite captar el momento y todas sus complejidades. Toma varias vistas del lugar escogido para luego jugar con ellas y plasmar la imagen definitiva en el lienzo, lo que convierte a la imagen representada en una suerte de ilusión óptica, una representación enormemente compleja de la luz refractada. Salvando las distancias, es un proceso similar al seguido por Canaletto para realizar sus famosas vistas de la ciudad de Venecia: ambos mantienen los edificios y las localizaciones reconocibles, pero reorganizan las perspectivas en función del efecto que desean conseguir; y Estes, además, juega también -y de forma magistral- con los reflejos, otro de los aspectos más particulares y destacados de su obra.

Los efectos de luces y sombras, o la particular textura de las imágenes generadas por cámaras fotográficas, aparecen perfectamente simulados en la obra de Estes; particularmente en la representación de superficies especialmente reflectantes: escaparates, edificios de grandes ventanales, cabinas telefónicas, el agua... Estas superficies, limpias e inanimadas, se convierten muchas veces en el único motivo del lienzo: la realidad de Estes se muestra a través de su reflejo, por lo que el mundo aparece realmente invertido, fragmentado, distorsionado. Otras veces esa realidad se desdobla: una pared divide dos escenas, el interior y exterior de un autobús, de un escaparate, de un barco,... provocando una yuxtaposición de espacios interiores y exteriores, de imágenes reales e imágenes reflejadas, de imágenes reflejadas en el reflejo de otras imágenes.

 

Richard Estes (Kewanee, 1932)

Nacido en 1932 en Kewanee (Illinois), desde 1952 a 1956, Richard Estes estudió pintura y dibujo en el Art Institute de Chicago, donde pudo admirar la obra de Edgar Degas, Edward Hopper y Thomas Eakins, que formaban parte de la colección privada de esta institución. Allí estudió básicamente la pintura académica tradicional y se dedicó al dibujo. Tras graduarse vivió seis meses en Nueva York y trabajó otros tres en Chicago, antes de establecerse definitivamente en Nueva York en 1959. En 1962 vivió y trabajó en España.

Hasta 1966 se ganó la vida en el campo del diseño gráfico, trabajando como ilustrador para varias revistas y agencias de publicidad. Estes siguió formándose como autodidacta y, en 1968, celebra su primera exposición individual en la Allan Stone Gallery de Nueva York.

En la década de 1970, el famoso edificio Ansonia y las calles adyacentes en el Upper West Side de Manhattan constituyen el motivo predilecto de su obra; escenarios que seguirán estando presentes en los cuadros de los años 1980 y 1990. De esta forma, en estos años, su obra es reflejo de los cambios sufridos por la ciudad con el paso del tiempo, pero esto es algo secundario, lo fundamental es que muestran ya una etapa de madurez artística y, sobre todo, su capacidad para reinventar continuamente. 

Las composiciones más tempranas con escenas de calles se caracterizan por un reflejo inclinado en el que se ve la misma calle reflejada en una ventana o escaparate situados al otro lado; en obras más recientes, incluye varias calles que se alejan en diferentes ángulos. En ambos casos, inventa métodos para organizar el espacio y hacer que el espectador se mueva dentro y a través de la compleja composición. En su etapa de madurez Estes empieza también a ampliar su visión e imaginería para ir mas allá de una inspección próxima y directa de los escaparates de las tiendas, las ventanas o los reflejos. Surgen así sus famosas composiciones de reflejos en ventanillas de coches y superficies de metal pulido. Más tarde levanta la cámara para enfocar directamente vistas en primer plano de escaparates de comercios, prestando atención tanto a lo que se ve en el interior de los escaparates como a lo que las lunas nos reflejan. En las décadas de 1980 y 1990 pinta con frecuencia imágenes divididas de interiores de autobuses, trenes o barcos, y visiones más amplias de paisajes urbanos, principalmente puentes o superficies de agua.

 

 

Hasta el 16 de septiembre en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

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