NUEVA OBRA DE PABLO ESPINOSA

José María Cámara Salmerón (01/10/2022)


 

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San Juan (19,25) habla en su evangelio de uno de los momentos teológicos más importantes de la figura de María, recogiendo el Stabat Mater de la siguiente manera: "Estaba la dolorida Madre llorando al pie de la cruz, mientras su hijo pendía". Partiendo de esta configuración de la Virgen en el Calvario, Francisco Salzillo realiza, entre 1765 y 1775 según estudios de Cristóbal Belda, la Dolorosa al pie de la Cruz para el Monasterio de San Juan de la Penitencia, de Orihuela (Alicante). Igualmente, y de manera casi coetánea, llega a Tobarra (Albacete) la Dolorosa, esta vez a través de la intercesión de los religiosos franciscanos, muy presentes tanto en esta localidad como en la cercana Hellín, también en el sureste de Castilla-La Mancha.

Es esta Dolorosa, según el autor de la obra que nos ocupa, el espejo en el que se mira para realizar, digamos, su primera gran obra, aunque para un oratorio particular de Aledo (Región de Murcia) y no para una cofradía, como sí será un ángel para la Venerable, Antigua y Penitencial Cofradía del Santísimo Cristo de la Sangre (Albacete), que verá la luz en la próxima cuaresma.

Pablo Espinosa, pese a su clara convicción de alejarse de la línea salzillesca y buscar su camino propio en la escultura, al igual que lo hizo su maestro, Hernández Navarro, acepta este encargo y recurre a los estereotipos que Salzillo propugnó en el siglo XVIII y que, a lo largo del tiempo, casi llegando hasta la actualidad, han ido siguiendo tantos y tantos escultores murcianos.

El joven escultor de Mula nos presenta a María al pie de la Cruz, lo que popularmente se conoce como el Stabat Mater. A diferencia del simulacro que Salzillo realiza para Orihuela, y siguiendo la obra que Aniceto Marinas realiza para Segovia en 1930, nos presenta a María junto al madero tras haber sido descendido el cuerpo inerte de Cristo. Dentro del conjunto podemos ver cómo, en un alarde de creatividad, Pablo Espinosa nos muestra un cráneo perfectamente definido y tallado, en clara referencia al monte donde Cristo fue crucificado, el Gólgota, o Monte de la Calavera. Junto a la calavera, y en un plano más cercano al espectador, nos presenta los elementos del martirio de Cristo, tales como la corona, los clavos y el acróstico INRI, todos ellos policromados con delicadas líneas a imitación de la Preciosísima Sangre de Cristo. El conjunto se dispone sobre un montículo que sirve de soporte al grupo, alcanzando los 60 centímetros de altura.

La figura de María está realizada en barro policromado al óleo, mientras que la peana está decorada con la técnica del marmoleado, con oro tanto para la parte inferior como la superior. La imagen se nos presenta ataviada con los colores que, tradicionalmente, gracias a los postulados de Salzillo y Francisco Pacheco, se utilizan para representar a las dolorosas, esto es: rojo para la saya interior y azul para el manto. La imagen aparece tocada con una aureola, al igual que el prototipo de Dolorosa murciana que Salzillo realiza en 1755 para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, vulgo Los Salzillos.

Como hemos señalado, está realizada para una devoción familiar de Aledo (Murcia), población que, entre su patrimonio, cuenta con una de las últimas dolorosas que Salzillo realizó a lo largo de su trayectoria.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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