NUEVA OBRA DE EDWIN GONZÁLEZ SOLÍS PARA ALCALÁ DE GUADAÍRA (SEVILLA)

Rogelio Rubio Segura. Con fotografías de Rafael López Carmona (01/12/2011)


 

Galería de Fotos

 

El pasado 27 de noviembre se presentó y bendijo en la Parroquia de Santiago el Mayor de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra la imagen del Señor de la Divina Misericordia, obra del escultor e imaginero Edwin González Solís. El conjunto escultórico presidirá la recientemente restaurada Capilla Penitencial de la Divina Misericordia, situada junto a la puerta principal del templo, recibiendo culto por parte de la Agrupación Parroquial de la Divina Misericordia y la Virgen del Rosario, obra esta última de carácter letífico del artista alcalareño Manuel Pineda Calderón.

De origen boliviano, la obra de Edwin González nos deja ver los rasgos propios de los escultores cordobeses Francisco Romero Zafra y Antonio Bernal, siendo en el taller de este último en el que se formó. Afincado plenamente en Córdoba, el joven autor no ha dudado en acometer una obra que suponía un claro reto para cualquier artista ya consagrado, como lo es la ejecución de una iconografía atípica y rara vez ejecutada más allá del ámbito pictórico, que es en donde tiene su origen tan singular pasaje.

El Señor de la Misericordia, que podemos ver en la galería fotográfica a través de unas magníficas instantáneas de Rafael López Carmona, se nos muestra inerte, yacente en brazos del ángel en el momento previo a la resurrección. Elevado más por la fuerza mística y desconocida que insufla vida en el cadáver de Cristo que por las manos del ángel, la talla del Señor se dispone frontalmente, de cara al espectador, cual varón de dolores que nos deja ver las llagas que son testigo de su Pasión. El rostro, de amables facciones, presenta un rictus de dolor propio de quien ha muerto entre tormentos en la cruz, más en los ojos puede adivinarse una chispa de la vida que está a punto de prender. Es en esta mirada del rostro de Cristo a las alturas así como en la línea ascendente de todo el conjunto, acentuada por el gesto del brazo izquierdo de la talla seráfica señalando a las alturas, donde puede intuirse la presencia de un tercer elemento en la composición, una presencia divina que interviene en la vuelta a la vida del cuerpo inerte de Jesús.

Es de agradecer en las gubias de un autor tan joven como Edwin González el gusto por el detallismo y el perfeccionamiento de cada elemento de la obra. Destaca en ella no solo la gran cantidad de perspectivas distintas y ángulos diferentes que puede obtener el espectador al contemplar la obra desde perfiles y alturas diversas, sino también la excepcional policromía de la que ha dotado al conjunto (arte este de policromar la obra escultórica que tan pocos autores en nuestros días parecen dominar con la solvencia necesaria que requiere el acabado de una obra digna). De excelso puede calificarse el dominio del pincel de Edwin González, destacando especialmente el cambio de tonalidad que la obra muestra al espectador al ser sometida a condiciones lumínicas diferentes, contrastando las policromías del ángel (brillante y de tonos marfileños) con las del Cristo (sutilmente más oscura y mate). Este contraste dota en condiciones de poca luz a la efigie alada una tonalidad que parece hacerle destacar en su brillo como ser sobrenatural sobre la efigie del cadáver de Cristo, en la cual la luminosidad no se refleja con tonos tan brillantes.

La elección de los modelos en la ejecución de ambas efigies que componen el conjunto es otro reto que sin duda podemos decir Edwin González ha superado con creces sin caer en el recurso fácil, que hubiese echado al traste todo el esfuerzo. Errores como dotar al ángel de un amaneramiento excesivo (muy común en nuestros días) o elegir un modelo anatómico mucho más musculado y contrastado para la efigie cristífera hubiesen roto por completo la elegancia y delicado equilibrio del conjunto. Es sin duda este el punto más complicado de entender para quien se acerca a una obra y parece querer concluir que una anatomía bien elaborada y ejecutada es aquella en que se nos muestra un modelado muy contrastado de una anatomía desarrollada y voluminosa. Nada más lejos de la realidad, donde la elaboración de un modelo de carnaciones suaves y blandas es un reto por cuanta dificultad supone encontrar el equilibrio adecuado que transmita naturalidad en un retrato anatómico.

La suave curvatura del conjunto, alejada de todo exceso dramático poco recomendable en el tratamiento de una iconografía tan particular, ayuda a complementar una obra donde la unción divina queda patente no solo en el agrado de los fieles que hasta ella han podido acercarse en estos días, sino en el empleo de los términos "equilibrio, elegancia y sutileza" para definirla en todos sus matices.

Destacar el depurado tratamiento del cabello empleado en la obra: detallista, airoso y elegante, siempre al servicio de la impresión general del conjunto y propio de artistas en plena madurez y poseedores de un estilo ya asentado. No menos destacable resulta en una obra donde tantas veces hemos empleado el término "equilibrio" para definirla la airosa sujeción de la efigie de Cristo. Elevado más por una fuerza invisible y divina que por mano del ángel, se sostiene sobre el sudario y la parte de ambos pies que toca tierra en una elevación mística que, dependiendo del punto de vista en que nos encontremos, parece sugerirnos la elevación del cuerpo mientras a la vez desde otros ángulos nos sugiere que el cadáver cae y no puede elevarse, ante la laxitud de los miembros inertes del Señor.

Felicitar a Edwin González Solís, joven autor quien por esta obra podría decirse nos va a deparar un futuro ciertamente interesante, aunque más bien cabe decirse que ya posee un presente pleno, ilusionante y de absolutas garantías. Felicidades también a la Agrupación Parroquial de la Divina Misericordia y Nuestra Señora la Virgen del Rosario por la adopción de una iconografía tan singular, perdida en el tiempo y en los lienzos donde tiene su origen. Procesionará por las calles de Alcalá de Guadaíra el Sábado Santo (si así sus hermanos lo deciden) en un cortejo penitencial de silencio y respeto.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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