Asumida una estética propia, el escultor y pintor onubense Santiago Delgado Carrera realiza una obra en la que destaca lo novedoso de su postura, pues en lugar de permanecer el Niño Jesús de pie -con el peso del cuerpo apoyado en una de sus piernas, y en actitud de bendecir, maneras habituales en su representación-, aparece sentado con una de las piernas cruzada ligeramente, ausente y ajeno a lo que sucede a su alrededor.

El tratamiento del pelo es también distinto al canon marcado por la escuela andaluza: en lugar de perfilarse hacia una posición ascendente en forma de tupé, el artista opta por un cabello más natural y realista, casi despeinado, con un estilo mucho más contemporáneo que ha sabido evolucionar hacia cánones más actuales.

De igual modo otro de los elementos que se repite y forma ya parte de su lenguaje es el empleo de ojos de cristal pintados a mano y pestañas de pelo natural, lo que demuestra su preocupación por el estado final de la obra al no dejar en manos ajenas ninguna de las fases de creación de la misma.

Es una representación del Niño Pasionario que emociona sin necesidad de recurrir al efectismo de un exceso de recursos dramáticos para trasmitir espiritualidad a quien lo mira; al contrario, es esa inesperada sencillez de sus proporciones la que evoca dicha devoción. Labrado en terracota policromada (32 x 21 x 23 cm), está disponible para su adquisición en la sede de Two Art Gallery de la muestra Barro Madera y Sangre (ver enlace).