Escultura en madera policromada a tamaño natural con el título de Nuestro Padre Jesús de la Salud en su Presentación al Pueblo, realizada por el escultor e imaginero sevillano para la Agrupación Parroquial del Rosario de Nuestra Señora de Fátima y María Santísima de la Encarnación, de Osuna.

Es una imagen procesional totalmente anatomizada, sin brazos articulados, aunque puede vestirse con tejidos naturales. Se halla representada en los instantes inmediatamente posteriores a los tormentos de la flagelación y el escarnio ordenados por Pilato; cuando el gobernante romano lo presenta ante la muchedumbre enloquecida en el pretorio y, a continuación, presionado por el pueblo y los sumos sacerdotes, lo condena a muerte.

Aunque lleve tanto potencias como ropas, su espalda queda al descubierto para poder contemplar en ella las secuelas de un suplicio en el que frecuentemente morían los condenados que eran, como Jesús, azotados con fustes provistos en sus extremos de pedazos de huesos o de bolas de plomo. Unos azotes que estaban reservados para los no ciudadanos, libres o esclavos, pues a los ciudadanos se les golpeaban con varas.

Por su naturaleza ultraterrena, Jesús sobrevivió al castigo, aunque con un estado físico notablemente debilitado que no logró ablandar a la plebe, como podemos ver en esta majestuosa obra de Darío Fernández, cuya advocación es habitual en tiempos de pandemia como los que vivimos para amparo del pueblo cristiano.