RESTAURACIÓN DEL CRBMC

08/03/2018


 

 
 
Estado inicial y final

 

El Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya (CRBMC) ha llevado a cabo, durando cerca de cuatro meses, la conservación y restauración del retablo barroco de la Mare de Déu del Roser, perteneciente a la iglesia románica de Santa María del municipio de Colomers (Baix Empordà, Girona). Los trabajos se han hecho in situ, en la misma iglesia, y con esta intervención concluyen las actuaciones de conservación y restauración del conjunto de tres retablos de época barroca -retablo de la Virgen María de Carme, retablo del Sagrado Corazón y, este, de Roser- que se encuentran guarecidos en el interior de la iglesia.

Los trabajos de conservación y restauración han permitido recuperar la rica policromía, dorados y laqueados del retablo, así como las formas originales del basamento, muy deteriorado por las graves pérdidas de soporte.

El retablo de la Mare de Déu del Roser es una obra barroca de la cual se desconoce el nombre del escultor y del pintor que intervinieron en la misma. Se trata de un retablo dedicado a la Virgen María en su advocación del Rosario, a pesar de que antes de la restauración estaba colocada, en la hornacina central, una imagen seriada de la Virgen de Fátima, puesto que se habían perdido todas las esculturas originales.

El diseño del retablo es, en sentido vertical, una sencilla pantalla reticulada dividida en tres calles, separadas por columnas. En sentido horizontal, el retablo se divide en tres pisos o cuerpos, desiguales en dimensiones y fuerza iconográfica -banco, la calle central más amplia y ático-, a través de los cuales se distribuyen los espacios y hornacinas, con separación de los niveles por cornisas y entablamentos. La hornacina central, con la imagen de escayola de Fátima, rompe el entablamento del primer piso e irrumpe en medio del ático. Las otras dos imágenes, la de san José, a la izquierda, y san Juan Bautista, a la derecha, también son de yeso y seriadas.

En el retablo aparecen dos fechas: 1738, en el medallón de la hornacina central, y 1769, en medio del plafón central del ático. Posiblemente, corresponden a la fecha de ejecución y a la de la policromía, respectivamente.

 

 
 
Parte inferior. Estado inicial

 

El estado de conservación de la madera presentaba varias alteraciones: ataque de insectos xilófagos, grietas, elementos desencolados y rotos, y una hornacina del entablamento desprendida. Sin embargo, la patología más evidente era las pérdidas del soporte que afectaban a muchos elementos, tanto estructurales como decorativos, y sobre todo a algunas partes del basamento, como por ejemplo el plafón central de la predela y los escalones. Faltan también, como hemos apuntado, las imágenes originales.

En cuanto a la capa pictórica, se encontraron levantamientos puntuales y pérdidas de policromía, dorados y corlados. Había también gran cantidad de polvo, salpicaduras de orín de murciélago -que habían penetrado fuertemente en el temple del jaspeado-, nidos, restos de animales y excrementos por el reverso.

En cuanto a las intervenciones anteriores, destacan los repintes turquesas que tapaban todas las corladuras de las molduras y las columnas, así como una pintura plástica que cubría todos los marmoleados del piso inferior. También había un tejido que escondía la pérdida casi total de la predela, plafones de DM que tapaban los orificios del lado del altar, y una escalera añadida, en sustitución de la original, pero más pequeña.

 

 
 
Parte inferior. Estado final

 

La intervención de conservación y restauración se ha encaminado, por un lado, a asegurar nuevamente la estabilidad estructural de todas las piezas del retablo y, por otra, a recuperar la lectura estética original de la superficie pictórica, con la limpieza de la policromía, la doradura y los laqueados, y la eliminación total de los repintes burdos y estridentes que escondían la policromía original.

A nivel estructural, se han reintegrado volumétricamente, con madera de cedro, los elementos desaparecidos del banco. Se ha hecho una reconstrucción de los volúmenes perdidos sin reproducir decoraciones. Todos estos nuevos elementos se han teñido para crear un juego de varios tonos y evitar, así, una gran superficie de aspecto plano que pudiera restar protagonismo a la obra original. También se ha pintado el pie del altar con un tono similar al de la piedra, más neutro, para eliminar, así, el antiguo tono rosado que distraía al espectador.

Por último, a nivel de capa pictórica, hay que destacar el proceso de limpieza, que ha sido diferente según la superficie a limpiar y la naturaleza del repinte o suciedad a retirar. Esta limpieza del retablo ha permitido redescubrir los colores originales del mismo.

 

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