MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA. LA OBRA INVITADA

12/04/2021


 

 

La reciente restauración del lienzo Asunción de la Virgen, que desde 1748 colgaba del muro de la epístola de la parroquia homónima de la villa de Puente Genil, ha supuesto una de las aportaciones más relevantes al conocimiento del acervo pictórico provincial cordobés.

Se sabía que este lienzo de gran tamaño (240 x 210 cm) había sido donado al antiguo convento franciscano de Puente Genil por su fundador, el clérigo pontano Francisco Gil de Melgar (1570-1640), canónigo de la catedral de Sevilla conocido por su pública posición en favor del patronato único del apóstol Santiago en España, que dejó su capital y librería para que el convento franciscano de su pueblo fuese una realidad. Por ello, el cuadro se venía considerando de escuela sevillana del XVII y realizado en vida del canónigo, en la segunda mitad de la década de 1630. Debió de haber estado primitivamente en la Ermita de la Vera Cruz, antecedente del convento franciscano pontanés, antes de ser trasladado a la calle Aguilar, hoy Compás del Coro.

La restauración del lienzo y de su marco dorado ha sido llevada a cabo por José Manuel Cosano Cejas y Eduardo Crespo Rico a iniciativa de la Real, Pontificia y Carmelita Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia de Puente Genil, previa autorización de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y gracias al convenio de patrocinio firmado con la Fundación Vimpyca en 2019.

Dicha restauración, que ha devuelto la obra a su estado originario, ha puesto de manifiesto no solo que fue pintada al temple y que en origen representaba a la Inmaculada Concepción -Patrona de Puente Genil desde el año 1650- sino especialmente que fue ejecutada por el artista montoreño Bartolomé Román (Montoro, Córdoba, hacia 1587 - Madrid, 1647), cuya vida transcurrió prácticamente en Madrid, donde se formó al lado del italiano Vicente Carducho, cuya influencia, especialmente en los ángeles de la gloria, se hace patente en el cuadro.

De Bartolomé Román era conocida otra Inmaculada Concepción de colección privada que perteneció a la del Marqués de Valderas, a la que la actual Asunción de la Virgen, desde hoy Obra Invitada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, supera en magnificencia y suntuosidad, en parte por ser carente aquella de los atributos de las letanías lauretanas y el monstruo maligno en forma de serpiente sobre el cual María se yergue.

Por la disposición de sus brazos, el izquierdo abierto y el derecho posando la mano sobre su pecho, habría que hacerla descendiente de la famosa Inmaculada Concepción de Peter Paul Rubens regalada por el Marqués de Priego a Felipe IV, que el monarca hizo instalar en su oratorio privado.

En todo caso, iconográficamente hablando, esta obra de Bartolomé Román constituye uno de los antecedentes más significativos de las inmaculadas que, con los brazos abiertos, más tarde realizarían otros pintores del ámbito castellano, como pone de manifiesto la Inmaculada Concepción de Juan Antonio Frías y Escalante (imagen inferior) que conserva el Museo de Bellas Artes de Córdoba, considerada de hacia 1665.

 

 

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