Con esta efigie de Cristo yacente el escultor e imaginero sevillano Jesús Manuel Cepeda Conde ha querido ofrecernos una creación cuidada y diferente dentro de una iconografía muy cultivada en el arte cristiano. Es imagen de tamaño natural (180 cm), tallada en madera de cedro y policromada al óleo en tonos mate.

Se representa el momento inmediatamente sucesivo al descendimiento de la cruz, cuando el cadáver de Jesús ha sido colocado por los santos varones en una tabla con la que será trasladado al sepulcro, de ahí que su postura no sea aún la propia de la deposición, lo que ha permitido al autor jugar con el escorzo.

Realizado para una colección privada de arte de Madrid, el Cristo yacente de Jesús Cepeda apoya la cabeza en una almohada de tonos marrones como señal de devoción y piedad. Su rostro conserva el dramatismo de la crucifixión, mostrando los ojos muy cerrados, las cejas arqueadas y la boca muy abierta.

Para la anatomía el autor ha utilizado varios modelos del natural, conformando una figura de trazos complejos, ricos matices y ángulos muy marcados. Revela los tormentos padecidos a través de las numerosas heridas, lo que enlaza con el culto a la Sangre de Cristo que desde época medieval tuvo en Sevilla uno de sus pilares básicos.