El desarrollo del proyecto de realización del relieve escultórico de ángeles para la Hermandad de la Estrella de Triana (Sevilla), que compone el altar de la reliquia del Lignum Crucis junto a la pintura realizada por el prestigioso pintor malagueño Raúl Berzosa, ha sido un trabajo multidisciplinar en el que la colaboración entre pintura y escultura ha sido continua para el buen desarrollo de la obra.

Tras realizar numerosos bocetos bidimensionales tomando como referencia magnas obras del barroco italiano de maestros como Gian Lorenzo Bernini, Giusepe Sanmartino o Giacomo Serpotta, quienes nos dejaron grandes conjuntos escultóricos en activa participación con la pintura, los artistas teorizaron el concepto berniniano llamado "bel composto", lo que supone la integración de todas las artes para proyectar grandes conjuntos artísticos y, en el caso de los recintos sacros, conseguir al espectador una experiencia litúrgica más unificada.

De esta manera, se plantea la realización de un conjunto escultórico compuesto por un gran relieve central y dos cabezas de ángeles independientes del grupo principal. En dicha creación, podemos contemplar el desarrollo de la escultura teniendo en cuenta las técnicas del alto, medio y bajo relieve para facilitar su integración con la pintura bidimensional del soporte.

La ejecución de la labor escultórica por parte del artista onubense Abraham Ceada, una vez desarrollado el proceso compositivo, ha consistido en la ejecución del modelo de barro a escala real; una vez concluido, se procede a la realización de un molde de silicona para, posteriormente, positivarlo en resina acrílica.

La iconografía del óleo sobre lienzo "Exaltación del Lignum Crucis" de Ceada muestra la cruz con 14 nudos por las 14 estaciones del Vía Crucis, sobre base de albahacas -cuyo aroma, según la tradición, llevó a Santa Elena hacia la Santa Cruz- y rodeada de ángeles, llevando dos de ellos las palmas de la victoria. En la parte superior quedan representados el Sol y la Luna como símbolo de la doble naturaleza de Jesús, la divina y la humana.

El resultado es una obra con unas dimensiones de 236 x 147 cm en su totalidad, en la que escultura y pintura comparten un mismo espacio y ambas disciplinas participan la una de la otra, creando así un conjunto artístico dinámico e integrado. En la escultura monocroma se ha trabajado la integración cromática con la aplicación de numerosas veladuras al óleo, labor que ha realizado también el pintor Raúl Berzosa.