INTERVENCIÓN DE SEBASTIÁN MONTES CARPIO

Francisco Crespín Cuesta (18/09/2013)


 

 

La intervención sobre la imagen de la Inmaculada Concepción de la Torre -popularmente conocida como Nuestra Señora de la Torre-, venerada en la localidad cordobesa de La Victoria, ha consistido en la subsanación de todos los desperfectos que presentaba; principalmente, pérdidas de adhesión de la película pictórica, además de -por petición de la hermandad que le rinde culto-, recuperar en la medida de lo posible la policromía que le fue aplicada tras el incendio sufrido en el año 1971, y que fue tapada en otras intervenciones posteriores. Dicha policromía ha sido recuperada y reinterpretada por el artista cordobés, dándole mayor riqueza en tonalidades y matices. Se le ha enriquecido la base, plateando la luna y estofando la nube. Todo el conjunto ha sido elevado con una peana de madera de pino macizo, ornamentada con dorados y marmoleados. La imagen, de escala reducida, es una obra anónima de comienzos del siglo XVIII, realizada en barro cocido y policromado.

 

 

La imagen de la Inmaculada Concepción recibe culto en una torre-atalaya conocida como Torre de Don Lucas, situada en las inmediaciones de La Victoria desde principios del siglo XVII. Según cuenta la tradición, su presencia en la torre obedece a que hace siglos, estando la comarca asolada por una espantosa epidemia de peste que hacía estragos entre sus habitantes, uno de los ventanales de la torre se iluminaba durante la noche y en su hueco aparecía la figura de la Virgen para reconfortar con su presencia a los vecinos. Como la epidemia comenzó a perder virulencia al sucederse las apariciones marianas en el ventanal del torreón, los moradores creyeron que era designio del altísimo que fuese entronizada en el mismo lugar donde cada noche se mostraba, y así le hicieron el camarín en el mismo ventanal donde milagrosamente hacía acto de presencia.

 

 

A principios del siglo XVIII, el cortijo de la Torre de Don Lucas y sus tierras adyacentes -propiedad hasta entonces de la segunda Condesa de Gabia, doña Luisa de los Ríos Argote y Venegas- pasa a pertenecer al convento de las monjas de la Concepción de Córdoba. Según la leyenda, parece ser entonces cuando comenzó la presencia de la Virgen en el fuerte reducto, siendo seguramente las monjas de la Concepción quienes entronizaran la imagen en unas de las viejas barbacanas que quedo convertida en camarín. Ellas cuidaban de que una luz de aceite ardiese constantemente ante la figura, costumbre que hasta nuestros días ha venido siguiendo la familia Maestre García y sus descendientes. Con gran tenacidad, Las monjas procuraron atraer hacia esta Virgen el fervor de los naturales, lo que ayudó a que su devoción jugase un papel importante en aquellos tiempos, en que despiadadamente azotaban terribles y espantosas epidemias al pueblo.

 

 

La Virgen de la Torre es muy venerada en La Victoria y las aldeas y pueblos adyacentes, por la fama que ha alcanzado de extraordinariamente milagrosa. Multitud de agnus, promesas y milagros de plata, trenzas de pelo y cuadritos pintados representando curaciones milagrosas, llenaban su camarín antes de que en 1971 fuese destruido por el fuego, ocasionado por una vela desprendida. En el año 1834 el obispo de Córdoba, don Juan Bonel y Orbe, peregrinó hasta este santuario y cambió su nombre de Torre de Don Lucas a Torre de la Purísima, aunque se sigue conociendo la torre por la de Don Lucas en nombre del antiguo y respetable ciudadano que fue propietario de la misma, canónigo y tesorero de la Catedral de Córdoba.

 

 
 

 

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