Ecce Homo realizado en terracota hasta la altura de las rodillas, con unas dimensiones de 50 cm (65 cm si estuviera labrada a tamaño completo). La obra se encuentra totalmente disponible de cara a su adquisición, ya que fue creada por el joven artista para saciar su necesidad de reflejar está iconografía con total libertad.

La corona de espinas se halla totalmente modelada en la base del cráneo, añadiéndole posteriormente su autor las finas espinas de acacia natural. Los ropajes y la soga que se entrelaza entre sus brazos también han sido modelados en la misma hechura, cuya anatomía es suave, sin exagerar ninguna musculación.

Su policromía, totalmente nacarada y con múltiples tonalidades, lleva al pictoricismo una obra cuya peana está totalmente pintada a mano, recreando una imitación al carey típica de los siglos XVII y XVIII. A partir de unas finas veladuras al óleo se recrean cromáticamente cardenales, diferentes contusiones, sangre, etcétera.

Carlos Zafra se basa en las afamadas creaciones de artistas como Mena, La Roldana, los García y algunos pintores, si bien el estilo del rostro es netamente del barroco granadino. Eran piezas propias para ser veneradas en oratorios que no contaban con gran espacio, o en sacristías donde recibían culto por parte de feligreses.