SOBRE LA PINTURA DE ALONSO CANO ADQUIRIDA PARA EL MBASE

10/12/2021


 

 

Cuando esta pintura apareció por primera vez en una subasta, en el año 1998, se creía que la monja representaba a Santa Catalina de Siena. Fue tras su presencia en tres importantes exposiciones celebradas en España en las últimas décadas -"Espiritualidad y modernidad artística" (Granada, 2001-2002), "Alonso Cano. La Modernidad del Siglo de Oro Español" (Santander, 2002) y "De Herrera a Velázquez. El primer naturalismo en Sevilla" (Sevilla, 2005-2006, ver enlace)- cuando se la identificó con una representación de Santa María Magdalena de Pazzi, la mística florentina de la carmelitas de la antigua observancia.

Nacida Caterina de Pazzi (Florencia, 1566-1607), la santa fue beatificada en 1626 y canonizada en 1669, pero su importancia como mística quedó establecida en una biografía publicada en 1609, tan solo un par de años después de su fallecimiento. Dicha biografía habla de la práctica del ascetismo y la oración de esta aristócrata de Florencia convertida en religiosa pese a la oposición familiar, a través de la cual buscó comunicarse con el sufrimiento de Cristo durante su Pasión, lo que la llevó a experimentar numerosas visiones y éxtasis.

Alonso Cano recibió en 1628 el encargo de un retablo dedicado a la vida de Santa Teresa de Jesús para el convento carmelita de San Alberto de Sevilla, y se supone que esta obra formaba parte del mismo, junto a otros óleos sobre lienzo de relativamente pequeña escala -el que nos ocupa mide 115,6 x 55,5 cm-, entre los que se encuentran dos que actualmente pertenecen al Museo Nacional del Prado de Madrid: "La aparición de Cristo crucificado a Santa Teresa" y "La aparición de Cristo resucitado a Santa Teresa".

La pose de la figura que vemos en Santa María Magdalena de Pazzi, la forma en que está iluminada y la perspectiva ligeramente desde abajo, sugieren que el cuadro probablemente se encontraba en la parte superior derecha del retablo. Tal disposición era típica en los retablos sevillanos de las décadas de 1620 y 1630, donde las pinturas o esculturas centrales estaban rodeadas de figuras más pequeñas relacionadas con la escena narrada o con la orden religiosa para la que se realizó el retablo.

Al respecto, cabe señalar que la Orden Carmelita fue muy activa en el encargo de obras destinadas a contribuir y afirmar la historia y la espiritualidad de la misma, siendo Santa María Magdalena de Pazzi una de sus religiosas más célebres al encarnar perfectamente los ideales correspondientes a la Contrarreforma.

El granadino Alonso Cano entró en el taller sevillano de Francisco Pacheco en 1616, donde conoció y se hizo amigo de un joven Diego Velázquez, yerno del maestro Pacheco. Este cuadro refleja precisamente la influencia en Cano del arte de Pacheco, que defendía la importancia del dibujo sobre el color.

El fuerte cariz escultórico de la figura de la santa, como si apareciese colocada en una hornacina, iluminada por el lado izquierdo y sobre un fondo oscuro, bebe de las pinturas altamente espirituales del extremeño Francisco de Zurbarán, que también trabajaba por entonces en Sevilla.

La santa tiene una expresión de intensa introspección, sosteniendo y portando varios de los instrumentos de la Pasión de Cristo -los tres clavos de la crucifixión, el látigo de la flagelación, la caña del escarnio, la lanza de Longinos y la vara con la esponja empapada en vinagre-, los cuales contempla con una quietud realzada gracias a la combinación que hace Cano de naturalismo y plasticidad de forma. El contraste entre las manos de la santa, delicadamente representadas, y los rígidos pliegues blancos de su hábito, por ejemplo, es especialmente poderoso. Asimismo, el enfoque de su mirada baja invita al espectador a compartir su devoción.

La obra formaba parte de la colección de Peter Jonas (1946-2020), aclamado director de ópera londinense, fallecido el pasado año. Jonas, que tenía a Santa María Magdalena de Pazzi como una de sus piezas favoritas, la adquirió en Sotheby's, la misma casa que la sacó a subasta el pasado 8 de diciembre, cuando fue adquirida por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. De la venta de 1998 solo se sabe que el lienzo procedía de una dama anónima de Londres.

La Consejería ha adquirido este lienzo, uno de los pocos de Alonso Cano que eran de propiedad privada fuera de España, para formar parte de los fondos permanentes del Museo de Bellas Artes de Sevilla (MBASE), que hasta ahora solo poseía dos pinturas de Cano: "San Francisco de Borja" y "Ánimas del purgatorio". De hecho, es la primera vez que una obra de Cano se incorpora a la colección del MBASE desde su creación en 1835.

 

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