RESTAURACIÓN DEL PATRIMONIO TEXTIL DE LA CATEDRAL DE BURGOS

13/06/2020


 

 

La Fundación "VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021" ha restaurado el tradicionalmente conocido como pendón cristiano de Las Navas o estandarte de Alfonso VIII. Este trabajo de recuperación del patrimonio textil se enmarca en los preparativos de una exposición sobre Fernando III que se inaugurará en septiembre, dentro de los actos de conmemoración de los 800 años que la Seo burgalesa cumplirá el próximo año 2021.

Hablamos de una pieza textil muy importante, considerada una reliquia y habitual de procesiones, y uno de los pendones militares más antiguos conservados en Castilla. Tradicionalmente se ha asociado a la batalla de Las Navas de Tolosa y al rey Alfonso VIII, si bien es muy probable que su iconografía central (Cristo, la Virgen y San Juan) date de un siglo más tarde, en torno a los años 1320-1330.

A falta de que la pieza se someta a un estudio riguroso, René Payo, presidente del Consejo Asesor de la Fundación, elucubra que los bordados centrales que se conservan del estandarte original pudieron llegar a la Catedral de Burgos en el siglo XIV como parte de una donación de Alfonso XI vinculada a otra batalla, la del Salado, lo que la tradición oral pudo confundir con la que tuvo lugar en 1212 en tierras jiennenses.

El estandarte de Alfonso VIII fue el que guió la carga de las tropas de los reyes de Castilla, Navarra y Aragón en la batalla de Las Navas de Tolosa, de la que se cumplen en julio 808 años. Fue una contienda crucial, considerada la más decisiva de la Reconquista española. En ella, el ejército almohade sufrió una severa derrota y también le costó la vida al por entonces obispo de Burgos, Juan Maté.

El pendón, casi cuadrado, de 265 cm de lado, se custodia en la Catedral de Burgos. Se trata del estandarte cristiano, que no hay que confundir con el arrebatado a las tropas almohades y que se conserva también en Burgos, en el monasterio de las Huelgas. El coste de su restauración ha ascendido a casi 20.000 euros.

Presentaba un muy mal estado de conservación, por el deterioro propio del paso del tiempo y por haber estado el estandarte colgado durante mucho tiempo en lo alto de la nave central del templo catedralicio, así como por agresiones mecánicas como consecuencia de manipulaciones. También había pequeñas pérdidas de tejido, provocadas por rozaduras, pliegues y arrugas. Además, el pendón tenía gran cantidad de manchas de humedades, que habían producido decoloraciones y debilitamiento de la estructura del tejido.

 

 

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