ARTISTAS CLÁSICOS Y COETÁNEOS DIALOGAN EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO

04/07/2022


 

 

El Museo de Bellas Artes de Bilbao reabre 21 salas del edificio antiguo con la iniciativa BBKateak para mostrar en cada una de ellas un encuentro inesperado entre dos artistas de su colección. Este "cara a cara" puede ser lejano en el tiempo y en su procedencia cultural y geográfica con el objetivo de provocar estimulantes diálogos entre maestros antiguos y modernos que relacionan, así, diferentes estilos, intereses, formatos y disciplinas.

La extensa cronología y la riqueza del patrimonio artístico del Museo de Bellas Artes de Bilbao permiten alternativas expositivas y nuevas narrativas que reformulan la colección y enriquecen la visita, tal y como se hizo en 2018 con "ABC. El alfabeto del Museo de Bilbao", la inédita ordenación de salas comisariada por Kirmen Uribe. Entonces, una palabra convocaba en cada sala obras dispares en el tiempo, convirtiendo en protagonista la historia que encierra cada una de ellas. Ahora, las palabras ceden el lugar a los nombres propios de la colección, a las biografías de las y los artistas, y a sus magníficas obras.

De este modo, se puede revisitar el Museo de Bellas Artes de Bilbao a través de una nueva propuesta, esta vez basada en la rotación de fondos, que periódicamente se irán renovando para ofrecer visibilidad a un mayor número de artistas y mantener una relación más dinámica con el público.

Frente a la idea de exposición antológica de la colección, en este tiempo tan especial el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha querido proponer a sus visitantes una nueva aproximación al arte que atesora la institución. La retícula espacial que forman las salas clásicas del edificio antiguo, ahora recuperadas, ofrece una secuencia de encuentros que, sin solución de continuidad, se encadenan en un bucle que se inicia y culmina en el hall Icaza -convertido de nuevo en la entrada principal del museo-, presidido por "Hanging Figures" de Juan Muñoz y las obras clásicas de Nemesio Mogrobejo y Moisés Huerta.

La temporalidad se flexibiliza y el enfoque, más libre e interdisciplinar, se centra en las relaciones creativas, permitiendo a la audiencia una visita más personal que persigue interpretar las obras de arte desde nuevos puntos de vista. Con este fin, conviven géneros tradicionales de la pintura -el paisaje, la naturaleza muerta o el desnudo- con otros intereses y disciplinas en clave contemporánea.

 

 

Como prólogo que explora la relación entre la escultura y la arquitectura, se inauguró el pasado 6 de mayo la instalación titulada "Trece a Centauro", que surge del encargo del Museo de Bellas Artes de Bilbao al artista Sergio Prego (San Sebastián, 1969). Una producción neumática de escala monumental ocupa las salas comprometidas por las cercanas obras de ampliación, en una confrontación entre los lenguajes artísticos actuales y el repertorio arquitectónico clásico de esta parte del edificio.

Ya en horario de verano, con el Museo de Bellas Artes de Bilbao abierto todos los días de la semana, podrán verse los primeros 21 encuentros, que a partir de otoño irán cambiando hasta conformar más de medio centenar de montajes diferentes en los que participaran más de 100 artistas y cerca de 300 obras de la colección. El programa permanecerá activo durante el tiempo en que se prolonguen las obras de ampliación. En esta primera entrega se presentan 43 artistas (15 de ellos están en activo).

Las obras de arte se acompañan de comentarios y reseñas biográficas, al tiempo que cada sala ofrece una interpretación que incita a la contemplación activa. Todo este material configura una hoja de sala virtual (en euskera, castellano, inglés y francés) accesible en la web del Museo de Bellas Artes de Bilbao y también descargable gratuitamente en dispositivos móviles a través de un código QR en la sala.

Con el comienzo del curso, el Departamento de Educación y Acción Cultural ofrece propuestas educativas que, en diferentes formatos, se adaptan a la naturaleza dinámica del proyecto y a la diversidad de públicos -desde escolares hasta adultos en formación y otros colectivos- que atiende.

 

 

La metamorfosis arquitectónica del Museo de Bellas Artes de Bilbao se refleja de este modo en una colección en permanente cambio que, además, permitirá generar una constante actividad de educación y difusión.

Así, la sencillez de lo mínimo esconde en la obra "Bajar al suelo" de Ángel Bados las lecciones de la luz, el espacio, y el volumen, bien sea en dos delicados cristales ligados por cinta adhesiva o bien en la enfática pieza de hierro, plomo y trapo que ondea sobre el suelo. A su lado, José de Ribera opta por un "San Sebastián" también yacente -otras iconografías lo prefieren vertical y atado a la columna del martirio- y enmarcado por los pliegues de unos paños que ilumina con barroco sentido del drama.

Como en un juego de espejos, Darío Urzay representó en 1982 la arquitectura clásica del Museo de Bellas Artes de Bilbao en un trampantojo que repitió, más despojado y detenido, en el pasado año 2021. Esta vez, hurta la posibilidad de ver a través de la ventana las cajas de luz de "El vientre del observador" y la musa de Francisco Durrio. Mientras, el pintor y tratadista Hans Vredeman de Vries anima su capricho arquitectónico con figuras que galantean en un escenario tan monumental como poco probable.

Ignacio Zuloaga muestra su pasión por la tradición pictórica española en la imponente representación de un cardenal en un interior que se abre al seco paisaje castellano, iluminado por un celaje quebrado. Al brillo y la opulencia de la púrpura se oponen el joven clérigo y, quizá, el rostro enjuto de Francisco -modelo habitual del artista-, que recuerda al "San Francisco de Asís", al que Doménikos Theotokópoulos (El Greco) interpreta magistralmente, absorto y místico, en su retiro del monte Alvernia.

Por su parte, Quintín de Torre creó arquetipos escultóricos que recrean el esfuerzo del trabajo. Su "Timonel" se erige con una firmeza estática, que el artista contrarresta en la potente diagonal que gobierna con mano de hierro. La obra "All iron" de Txomin Badiola, declarado admirador de Kazimir Malévich, pertenece a una serie de esculturas que se sustentan en la pared. Utilizando el espacio como constructor de formas y el acero como línea, Badiola parte de una caja rectangular para crear una estructura en la que se oponen la estabilidad ortogonal y el dinamismo diagonal.

 

 

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