LA COCINA DE PICASSO

13/08/2018


 

 

Picasso representó a menudo el espacio de la cocina, donde se come y donde se alojan los recuerdos de infancia. Aquí sugiere el universo doméstico de su cocina mediante signos: platos, pájaros en una jaula, mujer-flor... Sillas y mesas se han convertido en ideogramas. El espacio recibe un tratamiento a base de curvas, por medio de líneas que son escrituras caligrafiadas. Gracias al juego con el vacío y la plenitud, la cocina pierde su anclaje espacial, que se convierte en escritura. Los platos de cerámica que adornan las paredes sugieren el espacio de la cocina actual y permiten condensar en su espíritu la de su infancia en Málaga. Los tonos grisáceos guardan relación con la imagen un poco borrosa de su recuerdo.

El Museu Picasso de Barcelona acoge hasta el próximo 30 de septiembre la exposición La cocina de Picasso. Se trata de una muestra que explora la cocina como un sutil factor revelador de las artes de Picasso: pintura, grabado, escultura, cerámica, poesía, teatro... No hay que olvidar el papel de los restaurantes como lugar de encuentro de las vanguardias (Quatre Gats de Barcelona, Au Lapin Agile de París), en cuyas mesas se sentaban las bohemias de la época y la pandilla de amigos de Picasso. Los platos, los utensilios y los lugares relacionados con la cocina tienen un fuerte poder de evocación o asociación.

Para un creador, el propio acto de comer y digerir es una metáfora. A través de lo que se puede comer e incluso de lo incomestible se da la feliz posibilidad de engullir el mundo. Picasso posee esta afición por el mundo y lo concreto hasta hincarle de verdad el diente y cogerle el gusto: "Ya no puedo más de este milagro que es el no saber nada en este mundo y no haber aprendido nada sino a querer las cosas y a comérmelas vivas". Sus invenciones permanentes y la euforia de su imaginario son el testimonio de un apetito insaciable. Picasso entra en escena en el ruedo de la cocina e inicia allí su gran ceremonial.

En el marco de La cocina de Picasso (comisariada por Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso, Claustre Rafart, conservadora de obra gráfica del Museu Picasso, y Androula Michael, profesora titular de Arte Contemporáneo de la Université de Picardie Jules Verne), el Museu acoge en Barcelona más de 180 obras de arte, entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos de varios periodos de toda la obra de Picasso, así como documentos y fotografías. Los protagonistas de la muestra son la cocina, los utensilios y los alimentos.

 

 

El horario de la muestra es de 09:00 a 20:30 horas (los jueves hasta las 21:30 horas y los lunes, de 10:00 a 17:00 horas). Entre los museos, galerías y coleccionistas que han accedido generosamente a prestar sus obras a la exposición se encuentran el Centre Pompidou de París, el Museo Picasso de Málaga, el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), el Musée de l'Orangerie de París, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Musée National Picasso de París, el Musée Picasso de Antibes y el Museu del Disseny de Barcelona.

La exposición La cocina de Picasso forma parte del proyecto "Picasso Mediterráneo", una iniciativa del Musée National Picasso de París. "Picasso-Mediterráneo" es un evento cultural internacional que se celebra desde la primavera de 2017 hasta la primavera de 2019. Más de sesenta instituciones han elaborado una programación en torno a la obra "obstinadamente mediterránea" de Pablo Picasso. Por iniciativa del Musée National Picasso de París, este recorrido por la obra del artista y los lugares que le inspiraron ofrece una experiencia cultural sin precedentes, que pretende reforzar los vínculos entre todas las orillas.

Los objetos, según Picasso, son vehículos de su pensamiento. En un destello, capta su capacidad de evocación. Un cucharón, por su forma redondeada, puede "significar" la cabeza de un personaje. En otros casos son los coladores los que realizan dicha función. Gracias al potencial sugestivo del objeto de acuerdo con el contexto de su uso, Picasso juega con las combinaciones de la metamorfosis. En cuanto a sus naturalezas muertas, captura las cosas sencillas: el desayuno o el plato de queso, una chuleta de cordero o un pescado con su periódico para envolverlo. De este modo reafirma la poética de lo cotidiano por medio de su faceta más corriente.

Los ingredientes culinarios, con sus olores, sabores y colores, así como el universo doméstico de la cocina, abundan también en los numerosos poemas y obras de teatro de Picasso. Puesto que a menudo escribe en la mesa de la cocina, resulta de lo más natural que viandas y palabras se entremezclen. Tomates, pimientos, huevos, gazpacho y chorizo, alcachofas y puerros forman un conjunto que se arraiga en la cotidianidad doméstica. En El deseo atrapado por la cola, una obra de teatro escrita en cuatro días durante el invierno de 1940, la privación de alimentos se transforma en superabundancia y se vincula con el erotismo. Unos platos apetecibles evocan el hogar feliz y los recuerdos de infancia. En Sueño y mentira de Franco son incomibles e indigestos (sorbete de bacalao frito o sopa de clavos), pues expresan toda su aversión por Franco. En Picasso la alimentación y la cocina son el mejor indicador del vínculo permanente entre su creación y la vida.

 

 

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