Como les informamos en junio de 2015 (ver enlace), la exposición El Siglo de Oro español: la era de Velázquez en la Pintura y la Escultura (Spaniens goldene Zeit: Die Ära Velázquez in Malerei und Skulptur), tras su paso por la Gemäldegalerie de Berlín entre el 1 de julio y el 30 de octubre del presente año, podrá verse desde el próximo 25 de noviembre de 2016 hasta el 26 de marzo de 2017 en la Kunsthalle de Múnich.

En torno al año 1600, España era la nación más poderosa del mundo, con un vasto territorio que abarcaba los cinco continentes. Durante el siglo XVII, sin embargo, los indeseables soberanos que la gobernaron -Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700)-, su intervención en guerras abocadas al fracaso y las epidemias de peste que asolaron la península, se cobraron un fuerte tributo al estatus de los Habsburgo españoles y su imperio. A pesar de esta crisis política se produjo un memorable florecimiento de las artes: el rey y la Iglesia formaron una estrecha unión en el empleo de artistas por una causa común: el uso de las obras de arte como propaganda para simbolizar fortaleza y estabilidad en tiempos de crisis.

Fue entonces cuando los palacios, iglesias y monasterios españoles recibieron sus opulentas decoraciones. Los pintores al servicio de la corte mostraban el poder real con grandiosas pinturas históricas e imponentes retratos. La Iglesia Católica utilizó la pintura y la escultura para subrayar sus esfuerzos en la Contrarreforma: las representaciones religiosas fueron creadas para guiar al pueblo hacia la verdadera fe. Una estrategia clave era conmocionar al espectador con un abrumador realismo, especialmente en el desarrollo de la escultura polícroma. La yuxtaposición de realismo y teatralidad, sensualidad y devoción, misticismo y hedonismo; en definitiva, de lo profano y lo sagrado, es lo que hace que el arte español de este período sea tan excepcional.

La mayor novedad de esta segunda entrega de El Siglo de Oro español: la era de Velázquez en la Pintura y la Escultura, la mayor muestra de arte español celebrada en Alemania, es la presencia del Cristo Yacente de la Catedral de Segovia (detalle en la imagen superior, Gregorio Fernández, hacia 1628-1631). Es la primera vez que esta excelente pieza -de tamaño natural (mide 191 cm de altura), labrada en madera policromada con ojos de cristal, dientes de marfil, uñas de asta de toro, resina para la sangre que brota de la llaga del costado, y corcho y cuero para otros estigmas de la Pasión- sale fuera de las fronteras españolas.

También podrán verse en la Kunsthalle de Múnich (Theatinerstraße, 8) obras de Francisco Pacheco, Juan van der Hamen, Alonso Cano, Martínez Montañés, José de Ribera (su obra Retrato de un Hombre en la imagen inferior), Luisa Roldán, Claudio Coello... procedentes de museos como el Prado de Madrid, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, el Metropolitan Museum of Art de New York o el Louvre de París.