ATRIBUIDA AL TALLER DE CRISTÓBAL RAMOS UNA OBRA RESTAURADA POR ENRIQUE SALVO

Francisco Jesús Flores Matute (30/06/2022)


 

 
 
Estado final
Foto: Luis Manuel Gómez Pozo

 

Nos encontramos ante una pequeña imagen de candelero de la virgen dolorosa que, por sus características técnicas y formales, puede encuadrarse dentro de la labor del escultor sevillano Cristóbal Ramos (1725-1799) o, al menos, su taller. Mide 55 cm.

En efecto, se trata de una imagen cuya mascarilla es de terracota policromada, exhibiendo ojos de cristal, y siendo el resto de la estructura (cuerpo, candelero y brazos) los originales de madera de pino, presentando, incluso, los respectivos y primigenios clavos de forja para fijar los listones del candelero al cuerpo, el cual se encontraba recubierto de una tela encolada -para darle forma a la falda- que tuvo que ser retirada en la restauración debido a su pésimo estado de conservación.

Aquejada de diversas y graves patologías, se han tenido que retirar repintes y añadidos que durante décadas se habían ido yuxtaponiendo en la superficie de la Obra. Llegados al original se ha consolidado todo aquello que presentaba riesgo de desprendimientos, desinsectado el conjunto completo (zonas lígneas), estabilizada la mascarilla (soporte, policromía e interior) y con adhesivos perfectamente estables en la pegada.

La estructura interior (candelero, cuerpo y brazos) se ha mantenido íntegramente por presentar indicios de ser la original o cercana a la época de su realización pese a la tremenda dificultad, dada la escasa estabilidad de los materiales utilizados.

Las manos, por su parte, son de nueva creación, talladas en madera de cedro y realizadas por Enrique Salvo siguiendo modelos de manos abiertas del escultor al que se atribuye la Imagen, ya que carecía de las originales (presentaba la escultura, al momento de la recepción de la misma para su restauración, unas muy toscas manos de escayola). A nivel formal, el rostro, como decíamos, presenta los estilemas habituales del escultor sevillano donde, estéticamente, bebe del barroco con apuntes clasicistas que apuntan, incluso, a un muy incipiente academicismo. Dicho rostro muestra un rictus dolorido de mirada baja, con el ceño fruncido señalado por cejas finas y onduladas, ligeramente enarcadas; párpados superiores abultados, de perfecto dibujo y nariz recta con las aletas algo dilatadas en acción de inspirar debido al llanto, terminando en un surco nasolabial poco marcado, sutil. La boca, entreabierta, es pequeña y muy finamente dibujada, mostrando la dentadura superior y presentando el labio inferior un levísimo, casi imperceptible, pliegue central. El óvalo facial es ligeramente alargado, terminando en una barbilla con hoyuelo y una leve papada, tan característico todo esto en el ideal estético de Ramos. El cuello, por su parte, se presenta ligeramente anatomizado, mientras que la cabeza, asimismo, gira levemente hacia la derecha y presenta las orejas bien anatomizadas.

 

 
 
 
 
Cata y comparativa
Foto de estudio: Luis Manuel Gómez Pozo

 

En cuanto a su encarnadura, es de tonos nacarados mates, con sonrojados estratégicamente colocados en la zona ocular y pómulos, punta de la nariz y barbilla, a fin de completar el trampantojo del llanto junto a las pertinentes lágrimas de cristal.

Presenta esta Imagen numerosas similitudes con otras atribuidas con fundamento y gran aceptación al maestro, destacando, sobre todo, a la Virgen de los Dolores de Benacazón o la desaparecida Virgen de Gracia y Esperanza de Sevilla, así como la Piedad del convento de los capuchinos de dicha ciudad o la Virgen del Mayor Dolor de Ajamil de Cameros. No obstante, algunas partes anatómicas, como los ojos y sus grandes párpados superiores también se antojan más parecidos a los que muestran las dolorosas compungidas de paños encolados y ricos estofados que se veneran en la iglesia de San Agustín de Osuna y en la parroquia de Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía.

Por todo esto, creemos que esta pequeña dolorosa, vestida para la ocasión por Álvaro Perogil Galianez, podría ser datada en el último tercio del siglo XVIII, quizás precisando en torno a 1775-1780.

Por último, es de interés señalar como también conserva la imagen parte de su corona dieciochesca original, de diseño tan propio en la Sevilla de finales del siglo XVIII y principios del XIX (concretamente la ráfaga, ya que el canasto diríamos que es de finales del siglo XIX o principios del XX) y que otras tantas imágenes de pequeño formato de Cristóbal Ramos también poseen, quizás porque todas estas piezas salieran del taller con sus respectivos atributos de orfebrería acompañándolas.

En cuanto al terno negro que porta, es igualmente el primigenio de la escultura, realizado seguramente a finales del siglo XIX o principios del XX en algún taller de bordado o convento sevillano.

 

 
 
 
 
Estado final
Fotos: Luis Manuel Gómez Pozo

 

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