MANUEL ORTEGA ALONSO

Jesús Abades y Sergio Cabaco (31/12/2016)


 

"Mi padre, el escultor Augusto Ortega Brú, también debería tener algún tipo de reconocimiento"

 

 

Manuel, usted empieza su formación escultórica en Madrid ya que su padre y su tío -los escultores Augusto y Luis Ortega Brú, respectivamente- trabajaban allí por entonces.

Claro, nuestro colegio estaba al lado del taller a dónde íbamos. Entonces era salir del colegio e ir al taller que tenían mi padre y mi tío en Madrid. Te estoy hablando de finales de los años 50. Recuerdo coger una gubia a los siete u ocho años para ayudar en el taller; bueno, más que para ayudar, para aprender a cortar la madera. Con doce años ingresé en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, en la que estaba Juan Luis Vassallo de profesor de escultura. Allí estuve yendo a diario unos siete años. Un par de años estuve también con Venancio Blanco, un escultor castellano bastante reconocido, en otra escuela. Es que en Madrid tenían catorce escuelas de Artes y Oficios; la primera de la que te hablo era la doce, que estaba en la calle Cartagena, y la otra, donde estaba Venancio Blanco, se encontraba en Moratalaz. Entre el taller y las escuelas completé mi formación, aunque pienso que este es un oficio, como muchos otros, en el que uno está aprendiendo continuamente. Cada día tienes un hándicap o un reto nuevo y hay que solucionarlo.

¿Empezasteis los tres hermanos más o menos al mismo tiempo?

Mi hermano Jesús y yo sí, Juan Ramón era un poco más pequeño pero Jesús y yo nos llevamos poco más de un año y tenemos la misma formación artística.

¿Qué tal fue Juan Luis Vassallo -una figura casi mítica hoy día- como profesor y como persona?

Como persona era una buenísima persona y como profesor... ¿qué vamos a contar de Juan Luis Vassallo? Solo hay que ver la obra que tiene, tanto en imaginería como en escultura profana. Ahora mismo recuerdo su estatua de Palas Atenea del Círculo de Bellas Artes de Madrid, la copia que hizo del Cristo de la Oración en el Huerto para Jerez de la Frontera... en fin, infinidad de obras que sería imposible enumerar.

¿Y Venancio Blanco, que todavía sigue en activo?

Venancio era otro profesor buenísimo. Los dos, Venancio y Vassallo, son personas de las que se aprendía con sólo estar a su lado. Solamente oyendo su respiración ya estabas aprendiendo arte.

La figura de Luis Ortega Brú siempre ha estado acompañada de la figura de tu padre, Augusto, que sin embargo creemos que ha quedado un poco eclipsado por su hermano.

Ellos empezaron juntos, pero mi padre sabía muy bien quién era el artista. Luis era un fuera de serie, algo muy difícil de repetir en la historia. La fuerza que tiene toda su obra es muy difícil de catalogar. Y mi padre, como te digo, sabía quién era mi tío; de hecho, su primer fan era mi padre. Ellos también trabajaron juntos en muchas obras: mi padre sacaba de puntos, algo que entonces se hacía totalmente a mano, y también terminaba algunas cosas. Aquí mismo, en mi taller, tengo unas manos que las hizo él.

Pero su padre también hizo obras en solitario.

Sí, lo que pasa es que, por una serie de circunstancias, los dos se tuvieron que separar; pero bueno, siempre ejercieron de hermanos. Por ejemplo, en la parroquia de los Redentoristas de Sevilla hay un tríptico formado por un Cristo Moderno, un San Alberto María de Ligorio y una Virgen; bueno, pues esas figuras se hicieron en el taller de mi padre, ya mi tío no estaba allí. Mi padre le dijo a mi tío que le hiciera unos bocetitos de esas obras y mi tío hizo unos bocetos de unos 20 ó 25 centímetros; del Cristo no, el Cristo ya estaba hecho. De un boceto de 20 centímetros a las figuras que hay allí, que miden cerca de tres metros, hay mucha diferencia, y eso se puede decir que es obra de mi padre, aunque se le atribuye a mi tío; pero bueno, tampoco nos importa mucho.

¿Esa era la obra de la que estaba más orgulloso su padre, la de los Redentoristas de Sevilla?

Esa era una de las que le gustaba más, de las que más le llegó. Aquí en San Roque también tenía un cristo, lo que pasa que al final hubo de cambiarse ya que se hizo en madera de abedul, muy propensa a los xilófagos, y acabó comida por los insectos. Tuve yo que hacer uno nuevo pero usando el mismo modelo. Fue una copia.

¿En qué obras intervino usted junto a su padre y su tío?

Fue en una época en la que ambos estuvieron juntos un par de años. Mi tío venía a trabajar a nuestro taller, que estaba más cerca del centro y mejor comunicado. Allí colaboramos mi hermano, mi padre y yo en la obra que se hizo para Huelva, la Oración en el Huerto, en la que también intervino Suso de Marcos, y en las obras para San Gonzalo de Sevilla, tanto el Cristo como Caifás. Son obras en las que hemos colaborado con él.

¿Dónde estaba situado el taller en Madrid?

El último que hemos tenido, que fue uno de los primeros también, estaba en el barrio de la Prosperidad; concretamente, en la Calle Gustavo Fernández Balbuena, que da la casualidad que era un ingeniero de Huelva. Ese taller fue adquirido en el año 1959 y lo dejamos en el año 2000. Antes mi padre y mi tío tuvieron otro en la calle Cartagena, pero fue durante un par de años nada más. En el primero del que te hablo realizaron casi toda su vida profesional, algunas figuras de la Cena de Sevilla también se hicieron allí.

¿También se hicieron allí algunas de las figuras del misterio de la Oración en el Huerto de El Puerto de Santa María, que es muy parecido al de Huelva, sólo que es de talla completa?

No, esas no se hicieron allí. Ese misterio es una pena, el apóstol Santiago está pintado ahora de verde; le han dado una capa de Titanlux o algo así. En fin, hay sacristanes para todos los gustos.

 

 
     
     
Ecce Homo
 
Cristo de la Clemencia

 

¿Cuáles son entonces las obras que realizan sus hermanos y usted?

Mis hermanos y yo somos como una tríada. Firmamos siempre como Hermanos Ortega Alonso, y una de nuestras primeras obras fue un Cristo Resucitado y una Virgen del Carmen para la iglesia Flor del Carmelo de Madrid cuya autoría es de Miguel Fisac, un arquitecto de bastante fama en toda España y fuera de ella. Son unas figuras de casi cuatro metros de altura, las primeras que hicimos en solitario. Después vino el misterio del Beso de Judas de Jerez de la Frontera y algunas figuras del de la Sagrada Cena, también en Jerez. En este último caso, tres de las figuras se quedaron inconclusas, mayormente por algunas cuestiones monetarias, y mi tío Luis no las realizó. Al final nos la encargaron a mi hermano y a mí, aunque mi primo Ángel Luis también trabajó en dos figuras de este misterio. También hemos realizado el Cristo que preside la Capilla del Hospital de San Roque y un crucificado para la pedanía sanroqueña de Puente Mayorga.

Quizás las más conocidas de todas sean las esculturas para el misterio de la Clemencia de Jerez de la Frontera, dos de las cuales fueron presentadas en La Hornacina. Cuéntenos un poco cómo surgió el encargo.

En principio, la iconografía iba a incluir a un romano, ya que en el evangelio de San Juan se habla de un tribuno, pero en el intervalo de tiempo en que se concluía el misterio, fue estrenada la película de Mel Gibson sobre la Pasión de Cristo, y a la hermandad se le ocurrió colocar en su lugar a un soldado del Sanedrín, una especie de guardia que tenía el Sanedrín, la cual se realizó inspirándose en los personajes de dicha cinta. La verdad es que este misterio surgió de casualidad: en Madrid sólo había un teléfono y estaba a nombre de mi padre, que como todo el mundo sabe se apellidaba Ortega Brú, ellos buscaron en la guía y vieron esos apellidos y nos llamaron. Un miembro de la hermandad jerezana vivía en Madrid, Ángel Heredia, que era por entonces el Hermano Mayor, y ya pues de ahí surgió el encargo del misterio de la Clemencia. Estamos hablando de una obra que, entre unas cosas y otras, ha tardado unos diez o doce años en terminarse. Al principio, la primera figura que se hizo fue la de Judas Iscariote, tras ella el Cristo y después se ha ido realizando el resto de figuras poco a poco, por las cuestiones de siempre, la economía de las hermandades, que no sólo tienen que realizar las figuras sino que también deben comprar el paso y tallarlo.

Otras de sus obras más conocidas es la Virgen de la Amargura, dolorosa que procesiona tras el crucificado de la Buena Muerte de su tío Luis.

Sí, esta imagen ya la teníamos realizada e incluso estuvo expuesta en la tienda "Mundo Cofrade" de Sevilla, situada en la céntrica Calle de Jesús del Gran Poder. El Hermano Mayor de la hermandad sanroqueña de la Buena Muerte, paseando por Sevilla, vio a la Virgen y la trajo para San Roque. Para mí es todo un orgullo que esta Virgen vaya detrás de un Cristo de mi tío.

Han sido usted y sus hermanos muy habituales en exposiciones de escultura sacra, como la que se hacía en Espartinas (Sevilla) o la irregular Bienal de Higuera de la Sierra (Huelva) dedicada a la memoria de Sebastián Santos. ¿Consideran que son una plataforma de lanzamiento?

Siempre son un buen escaparate. La Semana Santa tuvo un "boom" bastante grande en los años 80 y 90. Creo que en la época anterior era como algo obligado, y al ser obligado iba menos gente. Yo recuerdo cuando íbamos de pequeños a Sevilla y no había el gentío que se forma ahora. Cuando no podíamos ir a Sevilla, veíamos las procesiones de Madrid, donde hay una copia de la Macarena y otra del Gran Poder que salen el Jueves Santo, y éramos cuatro monos, como aquel que dice, y ahora se la espera casi como la de Sevilla. Yo creo que, aparte de la crisis, ahora estamos un poco de capa caída porque la gente tiene un poco de hartura en este sentido.

Háblenos un poco de su obra en solitario. ¿Ha habido alguna que haya usted realizado independiente?

Bueno, aunque yo ahora esté aquí solo, yo estoy pensando en mis hermanos, sobre todo en Jesús, ya que siempre hemos estado juntos y nos llevamos muy bien. No hay ningún problema en ese sentido. Vamos trabajando y, aunque sólo sea una simple idea, la comento casi siempre con él. Le mando una foto de una obra y él me da una sugerencia, y ya es algo. Jesús y yo llevamos poco tiempo separados, cinco años, pero yo cuento con él y él cuenta conmigo; lo que hemos hablado antes de la "trinidad" (risas). Con mi otro hermano, Juan Ramón, exactamente igual, él está en Sevilla y es quien me saca de puntos.

¿Qué proyectos tiene usted ahora entre manos?

Actualmente estoy realizando una Madonna para un domicilio particular de Valladolid. Ocupará un retablo renacentista en un oratorio privado. Por eso, la cabeza de la Madonna tiene un aire renacentista; si bien el modelado de los paños sea más esquemático que el de ese periodo.

Aparte de las influencias de Luis y de su padre Augusto, que siempre van a estar en sus formas por haber sido de nacimiento, ¿en qué otro estilo artístico se han basado a la hora de realizar una figura?

Nos gusta mucho el renacimiento y la simplificación de líneas. Por ejemplo, el Resucitado que realizamos para los Carmelitas de Madrid es más moderno que el de Jerez, tiene unas líneas simplificadas. La verdad es que la obra de las Carmelitas fue un gran evento para nosotros, ya que fue el propio Fisac el que nos la encargó. Le gustaba mucho vernos trabajar, estaba allí casi a diario. Él quería al Resucitado como algo difuso, ya que el evangelio de San Mateo dice que los discípulos no lo reconocieron cuando lo vieron por primera vez. Por eso Fisac quería un Cristo difuminado para reflejar ese momento de confusión que recoge Mateo. Fue una obra muy interesante para nosotros, en todos los sentidos, tanto de aprendizaje como de ejecución.

¿Por qué decidieron cerrar el taller en Madrid y venirse a Andalucía?

Por oportunidades de trabajo que teníamos aquí. Además, en Madrid íbamos a dejar el taller ya que, cuando lo cogimos, estaba en una zona industrial que, con el tiempo, se integró dentro de la llamada "almendra de la M30", y acabó siendo residencial y bastante poblada. Por eso, todos los talleres que estaban allí acabaron por abandonarla. A nosotros nos surgió la oportunidad de venir a Andalucía y lo hicimos. Ahora yo estoy en San Roque, aunque anteriormente estuvimos dos o tres años en Sevilla, en la Plaza del Pelícano. Yo me vine porque me surgió otra oportunidad de trabajo impartiendo cursos, algo que también estuve haciendo en Madrid; concretamente, cursos de talla en madera en una prisión. Son experiencias que te da la vida.

San Roque es la localidad de nacimiento de su padre y de su tío.

Ellos tuvieron que salir de aquí por los motivos que todo el mundo sabe. Y de Sevilla también tuvieron que salir pitando por otros motivos o, por qué no decirlo, por los mismos motivos. Una de las cosas que sentó muy mal en Sevilla fue que encargaran el paso de Santa Marta a mi tío Luis, que era una persona que venía de un pueblecito de Cádiz; con una mentalidad, además, muy distinta a la mayoría. Aquello sentó muy mal a las fuerzas vivas de aquella época en la imaginería sevillana, como Sebastián Santos, Francisco Buiza, etcétera, aunque curiosamente ninguno de ellos era tampoco sevillano de nacimiento. Lo cierto es que para el misterio de Santa Marta hubo un concurso y quedó desierto, mi tío presentó el boceto fuera de plazo, a la hermandad le encantó y se hizo. Después resulta que cambiaron la Virgen, tuvo que hacer una más convencional Sebastián Santos. Algo parecido ocurrió con el Cristo de la Cena. En fin, Luis estaba con Sevilla un poco enfadado por todo ello, aunque le gustaba mucho la ciudad. Con el Cristo de San Gonzalo ya se le fue todo lo que tuviera en contra de Sevilla; de hecho, está firmado como "mi Cristo para Sevilla" por mi tío.

Por cierto, Manuel, el apellido Brú lleva o no lleva acento.

Siempre con acento. No es una licencia personal de mi tío. Brú es un apellido que tiene su origen en una familia noble de Cataluña y siempre va acentuado.

 

 
     
     
Boceto del monumento al tricentenario de San Roque (detalles)

 

Su primo Ángel, al que hemos entrevistado recientemente, nos comentó que Luis Ortega Brú había sido víctima de una caza de brujas en Sevilla, sobre todo por parte de los académicos. ¿Está usted de acuerdo?

Sí, sí, desde luego. Más que nada por hacer Luis lo que hizo en Santa Marta, pues una obra de esa envergadura no la hubiera hecho nadie de la época en Sevilla. Creo que a muchos les entró el miedo de perder encargos, y con razón, pues Luis les hubiera quitado mucho trabajo.

¿Y no cree que, como piensan algunos, se está repitiendo el fenómeno con las nuevas corrientes foráneas de imaginería, sobre todo de escultores de Córdoba o de Málaga que están despuntando tanto?

Es posible, Sevilla es muy especial. Hay gente muy buena trabajando de fuera. Por ejemplo, el malagueño José María Ruiz Montes es muy bueno. Yo he visto el Atado a la Columna que tiene. Ahora Arteaga ha realizado otro, y aunque es una iconografía muy aparente, el propio Velázquez lo pintó también tumbado en el suelo, veo muchas similitudes entre el de Arteaga y el de Ruiz Montes, con sus pequeñas variantes pero la similitud existe. A mí personalmente me gusta más el de Ruiz Montes que el de Arteaga, y considero que Arteaga trabaja muy bien y tiene muy buena obra, pero bueno, en este caso me declino más por Ruiz Montes.

En general, ¿qué opinión le merece la escultura que se está haciendo?

Pues lo que hemos hablado antes. También me gustan mucho Juan Manuel Miñarro, Antonio Bernal y Paco Romero Zafra. En general, hay gente muy buena, aunque también bastantes que están empezando y tienen menos calidad en sus trabajos, pero los que te he nombrado son muy buenos.

¿Cree que estamos retornando a esas fuerzas vivas por las que su tío Luis se vio perjudicado?

Yo creo que estas fuerzas siempre han existido, hay muchos ejemplos en la historia. Hemos variado muy poco en ese aspecto. A los impresionistas franceses les tocó más o menos lo mismo. Un ejemplo muy claro es Van Gogh, que sólo vendió en toda su vida un cuadro y se lo compró su hermano. Y ahora, ¿cuánto vale un cuadro de Van Gogh? Igual que actualmente es valorado el paso de Santa Marta; se le considera el mejor misterio de Sevilla, no sólo por sus obras sino por la armonía que tiene el conjunto. Para mí unos de los mejores escultores componiendo misterios fue Castillo Lastrucci; componía muy bien la escena, pero la calidad de sus imágenes baja mucho, seguramente porque tenía mucho trabajo y debía hacer el mismo cristo tres o cuatro veces. Aun así, Lastrucci trabajaba bien, su Cristo de la Buena Muerte para la Hiniesta es un grandísimo crucificado, una muy buena imagen. Pero bueno, retomando el tema de la composición, lo que consigue mi tío en el paso de Santa Marta y en casi todos los que ha hecho, especialmente en el misterio de la Sagrada Cena de Sevilla, era como un ballet, como figuras que bailaban unas con otras, hablaban, bailaban, interactuaban... Y en las composiciones mostraba mucha fuerza, una fuerza grandísima, aparte de la fuerza que daba a las manos, a los rostros... Por otro lado, el movimiento que tenían las figuras hacía que la composición fuera buenísima. Santa Marta, compositivamente hablando, es una obra de arte.

Aparte de la obra que está realizando para Valladolid, ¿tiene otras obras en proyecto?

Tengo una copia de la Virgen Blanca de Toledo, para un particular también, y para hermandades hay poquito, lo último que he hecho han sido unas cartelas para Jerez de la Frontera. Las hermandades, con la crisis, están perdiendo hermanos porque no pueden pagar sus cuotas.

¿Qué opinión le merece la situación que se vive en España con respecto al arte?

El IVA es un problema, a ver si lo arreglan ya. Actualmente se invierte en arte, pero en arte establecido. Están vendiendo pintores como Barceló, Tapies, Antonio López... pintores ya establecidos, aunque el valor intrínseco de las obras de Antonio López es más alto que las de Tapies. El arte ahora es un motivo de inversión, se está invirtiendo en arte de autores reconocidos, si no están reconocidos apenas se trabaja.

¿Para acercarse a la obra de Luis Ortega Brú sin prejuicios, de qué forma hay que hacerlo?

Para entender sólo hay que mirar, sobre todo en la imaginería. Mirar y fijarse en lo que hay, en el movimiento, la comunicación entre las figuras, los detalles del rostro, manos y pies... También hay que ser curioso e intentar introducirse dentro de las figuras, de lo que quiere decir el autor con ellas.

¿Diría usted que Luis fue una personalidad demasiado intelectual para su momento y que, quizás por eso, se frustraron tantos encargos y fue perseguido más allá de su ideología?

Yo creo que no, porque casi todo el mundo es sensible a una obra. Todo el mundo ve las Meninas y lo que hay dentro del cuadro, aunque no vea los detalles técnicos observamos los detalles del autorretrato de Velázquez, las niñas, el rey... después que venga la luz de aquí o de allí, introducir al espectador dentro del mundo de la arquitectura del cuadro o de cualquier obra, eso sí puede ser complicado a veces; pero por ahí se empieza, mirando el exterior y luego ir cada vez más adentro. Puede haber gente a la que no le guste el arte. También que alguien vea el paso de Santa Marta y piense que es un trozo de madera, pero creo que son poquita gente. Con el David de Miguel Ángel al menos. No creo que haya gente que no se emocione con algo así.

Ya para terminar, Manuel, aunque hemos dado un pequeño apunte sobre la figura de su padre, Augusto, seguimos pensando que es una figura muy a la sombra de su hermano y que debe salir a la luz. ¿No merecería un reconocimiento o una publicación como escultor más allá de Luis Ortega Brú?

Yo creo que sí, aunque mi padre tenía mucha menos obra que mi tío porque se dedicó más a ayudarlo que a hacer creaciones propias. Eso no quiere decir que no se le podría hacer algún tipo de reconocimiento. Como personas, Augusto y Luis eran muy parecidas, tenían un carácter muy similar. Habían pasado mucho, todo el mundo sabe lo que pasaron de pequeños; pero bueno, más adelante la historia dirá. Ellos nunca hablaban de ello. Respecto a Augusto, es mi padre, tengo que quererlo por narices y me encantaría que estuviera encumbrado como lo está mi tío; pero bueno, todo llegará.

Además de lo que nos ha contado de los Redentoristas, ¿hay más obras en las que la participación de su padre es mucho mayor de lo que realmente pensamos?

Pues mira, la misma Piedad que se conserva en el Museo Ortega Brú de San Roque, la que está considerada una de las más grandes obras maestras de Luis Ortega Brú. Esa tiene más de mi padre de lo que se cree.

 

 

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