FRANCISCO MALO GUERRERO

Jesús Abades (29/12/2014)


 

"Para mí tan importante es lo que se ve como lo que no se ve"

 

 

No me puedo creer que, siendo tan buen artista como eres, sea esta tu primera entrevista.

Bueno, eso de buen artista me lo dices tú. No sé, nadie me lo ha planteado hasta ahora. Tampoco es algo que haya echado de menos porque soy pudoroso, vergonzoso, me da mucho miedo hablar de ciertos temas y me pongo muy nervioso. Sinceramente, como te digo, nadie me lo había propuesto, sea yo peor o mejor artista. Tú eres la primera persona que me lo propone y que me considera así.

Eres un habitual del certamen de imaginería que, en homenaje al escultor Sebastián Santos, organiza cada dos años la localidad onubense de Higuera de la Sierra.

Sí, de hecho mi última obra terminada la he presentado allí con el título ¿Dónde está la Muerte? Conocí la bienal por primera vez en el año 2006, cuando obtuve el segundo premio con mi obra Virgen del Carmen. Desde un principio me gustó muchísimo, el trato recibido fue muy cordial, me sentí muy querido y acogido, y yo, que soy muy pasional, me entrego completamente a quienes me ofrecen su cariño y su amistad; de hecho, desde entonces, salvo el año 2011 que la bienal no se celebró por razones económicas, no he faltado jamás. Y como no hay una sin dos, ni dos sin tres, la segunda vez que me presenté, en 2008, fui a ganar, tanto porque me quedé con cierto sabor amargo por quedar segundo en la edición anterior como porque estaba mal económicamente y necesitaba el dinero. Y lo conseguí, con mi obra María Santísima en su Soledad. El cariño entonces fue aún más grande que la primera vez que participé y así ha sido sucesivamente. De todas formas, quiero aclarar que para mí la bienal no es solo competitividad, sino también un espléndido modo de presentar mis obras y un acicate para mi propia satisfacción artística. Esto último por encima de todo porque cada una de mis obras la trato como si fuera la única y la última. Yo siempre he sido muy efímero, de pensar en el futuro en el sentido "y si mañana no me levanto" ya que, a pesar de que soy joven, he tenido la muerte muy de cerca, a mi alrededor; entre otras cosas por haber perdido a muchas personas de mi entorno, quizás por eso sea también tan pasional y no me importe incluso perder dinero hasta obtener el resultado querido en mi trabajo.

Resides y trabajas en tu tierra natal, Torreperogil (Jaén). ¿Estás bien allí?

Encantado, entre otras cosas porque me encanta pasar desapercibido y porque no me gusta nada el internet de las grandes multitudes. Tampoco me podía permitir seguir viviendo en Sevilla, una vez terminé mi formación. Buscaba la comodidad económica y nada mejor que mi pueblo. Como te digo, no me gusta ser reconocido, prefiero estar en mi mundo, perderme con mi perra en el campo y concentrarme en mi trabajo; a veces, hasta horas muy altas de la madrugada.

En Sevilla estuviste aprendiendo en el estudio de Darío Fernández.

Estuve en el taller de Darío seis años. Iba todas las mañanas. Debo decirte al respecto que no es cierto algo que publicasteis en una ocasión sobre mi Virgen del Carmen de la que hemos hablado sobre Higuera de la Sierra. No es verdad que la modelara en el taller de Darío. Personalmente mi experiencia con él fue muy gratificante; si te soy sincero, no sé quien aprendió más, si él de mí o yo de él. Fue una colaboración muy estrecha e incluso hay quienes me echan mucho de menos en Sevilla desde que dejé de trabajar con Darío.

Volvamos a la bienal; en concreto, a la obra que mereció en 2008 un primer premio muy aclamado.

Lo cierto es que la Virgen de la Soledad fue mi segunda obra religiosa completa tras la Virgen del Carmen. Es una obra que pongo en relación con mis conocimientos de dibujo, algo en lo que ya destacaba desde niño, y, aunque haya diferencias en su técnica, con mi aprendizaje, desde los seis años de edad, en las piezas esculpidas en piedra, ya que provengo de una familia de canteros. De hecho, tengo un escudo en piedra en la Catedral de Baeza y varios escudos y motivos heráldicos en Torreperogil. Debo decirte que los críticos de arte sacáis parecidos e interpretaciones de mis obras con las que no me identifico, caso de esta Virgen de la Soledad. Será que yo llegué a la facultad de Bellas Artes sin saber quién era Juan de Mesa y, aunque cada día uno aprenda más, siga sin salir de mi "analfabetismo artístico"; pero no me reconozco, por ejemplo, en la obra de Romero Zafra, con quien me comparan mucho, ni como imitador de Pedro Roldán, entre otras cosas porque es todo una pura coincidencia y yo durante mucho tiempo he modelado sin conocer la obra de Roldán. Con la Virgen de la Soledad me quedé muerto pues llegaron a ver influencias granadinas que, por supuesto, no existían.

 

 
     
     
Dónde está la Muerte
 
Nazareno

 

Pues fíjate que entre esa obra y la que vino después te incluimos en la nueva corriente hiperrealista.

Antes que nada tengo que decirte que las manos del Cristo de Medinaceli no están extremadamente hinchadas, como tú dijiste, quizás fue efecto de la luz en las fotografías pero no se corresponde con la realidad. Y que conste que recuerdo las cosas pero sin rencores; al contrario, te lo digo desde el cariño. En cuanto al hiperrealismo, es probable que tienda a ese estilo, lo que pasa es que a mí no me gustan las etiquetas; no es que huya de ellas ni les tenga miedo, de hecho hace poco he afrontado que mi Nazareno para Valdepeñas sea calificado de "neobarroco gay" con las connotaciones que, por desgracia, ello sigue llevando entre la clientela en la que nos movemos, pero lo dicho: no apruebo las etiquetas. Por otro lado, yo me considero el tío más clásico del mundo, no me siento hiperrealista. Yo cuando trabajo en una obra simplemente disfruto, juego con los volúmenes y muevo las formas hasta que me sienta contento con el resultado. Lo demás, me da igual todo. Quizás lo único que me perturba es el "bueno, bonito y barato" que sufrimos desde siempre los artistas, algo que se ha agudizado con la crisis; de hecho, ahora más que nunca el personal se está yendo a lo más barato, aunque no haya ninguna formación ni conocimientos detrás. Parece que solo se trata de poner alfileres.

Con tu terracota Flagelación plasmaste en la Bienal de Higuera de la Sierra un Cristo torturado, desnudo y escarnecido con gran crudeza.

No sé si por una formación que a lo mejor es insuficiente, por escasa sensibilidad o vete tú a saber, puede que hasta esté cometiendo un "delito" con obras como esa, de hecho me pasó factura al ganar ese año el certamen una obra mucho más clásica, como también ha ocurrido esta vez, pero creo que por encima de todo hay que ser uno mismo, ser libre sin ningún tipo de sometimientos, y más aún en una obra a presentar en un certamen. Si acaso intenté plasmar conocimientos tomados de Miñarro en sus fantásticos estudios sobre la Síndone.

¿Qué opinas de que en la localidad natal de Sebastián Santos se hable mucho últimamente de inaugurar un museo dedicado al escultor que, de paso, recoja las obras de la bienal?

Que no es algo nuevo, eso forma parte del proyecto original y la finalidad en un principio de todo. Lo que pasa es que económicamente las cosas están mal, mucho peor ahora que en los inicios de la bienal. Además, de vez en cuando hay variaciones políticas, el Ayuntamiento cambia y no siempre quienes lo forman muestran igual interés. Me consta que los hijos de Sebastián siguen luchando por ello e incluso que hay particulares dispuestos a donar los trabajos de Santos que guardan. Y desde luego que un espacio así también sería bueno para las obras premiadas en la bienal, estarían juntas, organizadas y mejor iluminadas.

Tras la Virgen de la Soledad volviste a cultivar el tema de la Dolorosa con la Virgen del Rosario, en este caso dentro del prototipo de las imágenes de candelero para vestir.

Es una Dolorosa que realicé para la localidad de Cortegana (Huelva), muy clásica, esquemática, sintética, muy de volúmenes. Pictóricamente quizás sea hiperrealista ya que me gusta mucho jugar con el color (ocres, azules, una gama de color muy intensa utilicé en este caso), además de que soy daltónico y para mí cada obra es algo así como un reto experimental en ese campo, pero en el aspecto escultórico no es para nada hiperrealista. Yo me considero imaginero por la temática que predomina en mis obras, pero ante todo soy un escultor. Y que conste que al decir "disfrutar con mi trabajo" no quiere decir que no me lo tome en serio; todo lo contrario, la agonía y el éxtasis las llevo diariamente porque soy muy apasionado para bien y para mal.

Has mencionado al Nazareno de Valdepeñas de Jaén, una obra que impacta solo con su mirada.

Con ella quise representar la debilidad del hombre, de un ser que ya sé que no es hombre, porque después llegan los teólogos dándome por todos lados, pero es que tampoco puede uno basar todo en la teología porque estaría mintiendo, ya que representar a Cristo significa representar una gran parte de humanidad. Me molesta mucho que digan que hago las cosas que hago por ser diferente porque no busco marcar intencionadamente una diferencia, simplemente me salen así. Busco, eso sí, un cierto atractivo: la divinidad es perfecta y yo intento hacerla perfecta, pero en casos como el Jesús Nazareno buscaba el martirio físico de alguien que carga una cruz tan pesada como llevar todos los pecados del hombre sobre sus hombros, el dolor de alguien que también fue carnal, inestable porque me gusta jugar con la gravedad, con un pie casi truncado, a punto de caer maltratado como el Flagelado, que está tirado en el suelo porque fue humano.

 

 
     
     
Santa Lucía
 
Virgen del Carmen

 

Para variar, con el agitado Resucitado de Torreperogil tampoco dejaste indiferente a nadie.

Me encanta plasmar la inestabilidad y el movimiento, como también hice con el Jesús Nazareno o con la Virgen del Carmen, incluso con una Santa Lucía de la que estoy muy contento. Me aburre la caída rotunda de los paños. Recuerdo un proyecto frustrado para un particular, una Inmaculada Concepción cuyo resultado no gustó finalmente al cliente por haberla representado sobre un aro como Mujer Apocalíptica que aparece con gran inestabilidad. No me gustan las asimetrías en los rostros, salvo que se trate de un Cirineo o de otro tipo concreto de figuras; pero que un Cristo o una Virgen tengan, por ejemplo, el ojo derecho mirando hacia un lado y el izquierdo hacia el otro, no me gusta, en eso soy muy poco barroco.

En la obra Dónde está la Muerte cultivas de nuevo el modelo de Cristo desnudo (o semidesnudo, según se mire); en este caso, con rica simbología.

Está basado en el tercer canto de Isaías. Mira hacia atrás en alusión a su espalda flagelada, a la que hace referencia ese cántico ("Ofrecí mi espalda a los que me azotaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba; y no me tapé la cara cuando me insultaban y escupían"). El recurso de pisar el cráneo de Adán me resultaba ya muy aburrido y lo quise hacer de otra manera. Tú lo describes muy bien en la noticia que presenta la obra. Sé que es una escultura que ha despertado críticas, pero me da igual. La desnudez no es que me guste, es que yo parto de un modelo de imagen desnuda en todas mis obras: modelo el cuello, la espalda, etcétera, e intento que todo ello esté perfectamente anatomizado, las hago además calvas, como yo, y después les modelo el cabello, de forma que parezca lo más natural posible, como si hubiera crecido desde el cuero cabelludo, no como una torta o plasta pegada a la espalda como veo en muchas obras de hoy en día. Por otro lado, para mí tan importante es lo que se ve como lo que no se ve. Esto es una enseñanza del bachillerato artístico que se me quedó muy grabada. Por eso, para mí el desnudo ni es un ahorro ni una molestia. Yo mis obras las hago completamente enteras y que luego la tela se adapte a la figura y no al revés. A la hora de velar el Cristo de Dónde está la Muerte he jugado con el volumen y el movimiento del lienzo durante varios días, no ha sido fácil poner ese paño que no está así en absoluto de forma gratuita ni para buscar polémica, sino como el resultado de un estudio anatómico bueno y a la vez complicado, para nada sencillo ni resuelto en tres minutos. Con este Cristo te haré caso y no lo llevaré ni al estuco ni a la policromía. Creo que cuanto menos se me entiende, más grande es la crítica, y yo me apoyo siempre en los que son profanos en la materia.

Recientemente has cultivado la escultura funeraria con un relieve muy interesante. La obra que acabamos de comentar se acerca también a los modelos propios de los cementerios.

Me empantano en todo lo que me proponen. Yo he echado los dientes en los cementerios por mis orígenes en la cantería. Creo que cementerios como el de Lima es un ejemplo de lo que tendría que haber en España, pues hay también una gran cultura de los muertos y el arte funerario español es muy importante. El relieve que comentas, de barro cocido patinado en bronce, es un comienzo tímido pero un comienzo, al fin y al cabo. En él aparecen dos ángeles que llevan medallones como retratos de los difuntos y que casi juguetean con los pies entre ellos, compartiendo un cráneo situado en la parte superior para seguir una composición romboidal.

La infumable gestión laboral que sufre España se está cebando desde hace demasiados años con algunos colectivos profesionales, el de los artistas entre ellos.

Voy a contarte un poco mi situación: yo dejo la imaginería temporalmente a principios de este año, ya que trabajo no tenía como escultor, y decido buscar otro empleo en Tarragona que nada tiene que ver con éste. El mundo de la imaginería es muy desequilibrado. Me indigna especialmente, como he dicho antes, muchas cosas relacionadas con los precios. Ojalá se volviera a la época de los gremios, así todos creo que trabajaríamos y así, sobre todo, creo que trabajarían solo los válidos ya que se exigiría una prueba previa para abrir un taller. Yo no es la primera vez que sufro la falta de trabajo en la imaginería; he sido socorrista, segurata, he trabajado en la hostelería y he ejercido otros oficios para poder seguir ganándome la vida, y a pesar de la variedad de trabajos mi vida artística siempre ha estado en crisis, siempre compaginando la escultura con otros trabajos muy alejados del mundo del arte. Y encantado, porque nunca me ha faltado el trabajo, sea del tipo que sea, y me considero por eso muy afortunado. Yo seguiré haciendo mis obras siempre que tenga encargos, cosa que me falta ahora de cara a Semana Santa a excepción de una cruz procesional, y aunque lo alterne con otras tareas que nada tengan que ver. Nunca se me han caído los anillos por eso.

Deseando que todo mejore para seguir admirando tu trabajo, porque pese a quien pese eres un gran creador, me gustaría agradecerte la sinceridad de tus palabras y saber, por último, si existe algún proyecto escultórico del que podamos disfrutar a medio o largo plazo.

Un Ángel de la Guarda para La Carolina (Jaén) con el que estoy muy contento. Los clientes querían algo muy personal y, al ver tan creativa mi Virgen del Carmen, me dieron libertad absoluta a la hora de modelarlo. Es algo así como la evolución del Resucitado de Torreperogil; una obra con mucho simbolismo en la que el ángel, en pleno vuelo, dotado de unas alas con un movimiento muy peculiar, abraza a un niño pequeño para protegerlo. Una niña que figura delante de esas dos figuras, aún pendiente de ejecución, completaría este conjunto. Espero que todo salga bien y que esta entrevista sea la primera, pero no la última.

 

 

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