SUSO DE MARCOS

Jesús Abades


 

 

Ya ha sido objeto de varios libros que han abordado tanto su trayectoria como varias de sus exposiciones monográficas, ¿qué pretende contar ahora Suso de Marcos con esta nueva publicación?

Más que Suso de Marcos lo cuentan otros autores sobre mi obra religiosa. Francisca Torres ha realizado un arduo trabajo coordinando una obra en la que interviene el recientemente fallecido Jesús Castellanos, a cuya memoria se ha dedicado. Jesús, como amigo y alumno, ha sido el encargado de abordar mi tarea docente, que he ejercido durante 33 años, hasta el año pasado, sin escatimar un minuto y en la que nunca he sido sustituido por nadie. Las últimas fotos que se incorporaron al libro son también de Jesús; quizás fue lo último, o de las últimas cosas que hizo. Por otro lado, Rosario Camacho se encarga de las aportaciones académicas, José Luis Romero Torres del amplio apartado de escultura sacra, y por último interviene Carlos Sixirei Paredes, de la Universidad de Vigo, un gran conocedor de la Semana Santa de España y toda Latinoamérica. El apartado final del libro lo constituye un catálogo completo que también puede resultar muy interesante.

Jorge Guillén dijo en una exposición suya en homenaje al poeta que "la esperanza es el único camino de la vida", una afirmación que dada la situación actual se puede calificar de prescriptiva.

No está mal recordar lo que dicen los grandes creadores, pues suelen ser además grandes visionarios. Sus palabras están más de actualidad que nunca. Recuerdo que Irene, la esposa de Jorge Guillén, puso muchas trabas para que el poeta asistiera a esa muestra dada la avanzada edad que ya tenía, pero él finalmente dijo que iría "aunque fuese lo último que hiciera en la vida". En la exposición dijo otra frase que a mí se me quedó grabada en el corazón, ya que yo lo admiraba mucho: "en Málaga das una patada a una calle y salen muchos escritores, poetas y pintores, pero muy pocos escultores". Con Jorge Guillén me identificaba, además, en su opinión sobre el aspecto creativo; para él, la creación debía depurarse hasta el último momento, decía que había que "podar la palabra para quedarse con la esencia", y hoy en día, no solo en la literatura sino en el resto de las artes, hay una parafernalia que enmascara mucho dicha esencia.

¿Podría hablarse de usted, malagueño nacido en Boimorto (La Coruña), de una versión contemporánea y andaluza de Gregorio Fernández?

No. Las comparaciones no me gustan y creo que no es bueno que se hagan. Además, mi objetivo ha sido también la enseñanza, tan fundamental como la creación. Siempre he trabajado mucho para orientar la vocación de mis alumnos y acercarles la oportunidad de desarrollar su vocación artística.

Usted llegó a Málaga en el año 1979. ¿Cómo era la ciudad culturalmente por aquel entonces?

Pues prácticamente era un erial. La Sala María Cristina era el único espacio en el que se podía escuchar algo de música. A nivel artístico, en general, donde se mostraba algo era en las salas de la Diputación. Las condiciones, la verdad, eran realmente nefastas. Pero esa necesidad de arte y cultura fue la que me llevó a tomar una decisión: quedarme aquí y no volver a La Coruña. Mi etapa en Madrid estuvo muy bien, pero siempre tuve muy claro que ese no era mi lugar. Es cierto que en Málaga tuve que bregar con una labor docente muy grande, pero he quedado muy satisfecho con el resultado. Además, soy de los que piensan que ser de un determinado lugar no es ningún mérito, el mérito es elegir ese lugar. De Málaga me gustan muchas cosas, especialmente la climatología y saber que a un solo paso de mi casa está el mar.

Hablando de Madrid, allí colaboró muy jovencito con Juan de Ávalos.

Ávalos fue un artista con una existencia y unas circunstancias muy "sui generis", ya que frecuentemente se le identificaba como "escultor del régimen" y eso lo llevaba muy mal, pues nunca estuvo de acuerdo con la dictadura franquista. Él sabía perfectamente lo que se traía entre manos como escultor, pero no olvidemos que, como otros muchos artistas a los que le tocaron vivir esos años, solo pretendió ganarse la vida ejerciendo honradamente su trabajo. Cuando mi vida cambió de rumbo quiso que me quedara trabajando a su lado, pero aunque se lo agradecí, eso ya no entraba en mis planes. Con Ávalos colaboré, por ejemplo, en el grupo escultórico de la Glorificación de la Soledad para Málaga; yo terminé las manos de las figuras tras dejar el autor la llamada "huella de gubia", lo que en mi arte se llama "limpiar la obra". Creo que en la decisión de Ávalos influyó que yo terminaba en semana y media lo que a los demás le llevaba dos meses.

 

 
     
     
Unicef
 
Monumento a Fosforito

 

Con los hermanos Luis y Augusto Ortega Bru también colaboró en varios proyectos, quizás el más conocido el grupo escultórico de la Oración en el Huerto para Huelva.

Es que eran tiempos de una ingente producción que rozaba lo industrial. Los dos hermanos trabajaban mucho, tenían una excelente relación y se intercambiaban proyectos e ideas. Allí estuve yo en varias ocasiones, como dices, colaborando muy cordialmente con ellos en policromías, limpieza, etcétera. Con ese grupo onubense nos vimos desbordados, ya que la fecha de entrega se vino encima y casi no se pudo entregar. Recuerdo que la efigie de San Juan Evangelista se terminó a las tres de la madrugada.

Usted ha trabajado empleando una gran diversidad de materiales para realizar obras de muy distintas tipologías, ¿con cuál de ellos se ha encontrado más a gusto?

No todos los materiales sirven para todas las obras. Yo me encuentro a gusto con cualquier material que me sirva para una obra en concreto. Picasso es un buen ejemplo: realizó una obra que llevaba metal y madera entre otros materiales, y cuando la llevó al bronce quedó decepcionado ya que no obtuvo la respuesta que buscaba el autor. En mi caso, el concepto también es muy diverso. Copiar a los demás es bastante triste, pero copiarse a uno mismo lo es mucho más, no me gusta nada. Realmente he indagado con muchos materiales buscando la adecuada concepción de una obra, pero quizás me quede con la madera, un material orgánico que no permite la duplicidad siempre y cuando estemos pensando en la forma. La madera no es monótona, posee vetas y tonalidades aportadas por la naturaleza que le otorgan individualidad: no hay dos fragmentos de madera iguales, incluso dentro de un mismo tronco. Además es posiblemente el material más cercano al ser humano: nos criamos en cunas de madera, nos sentamos en taburetes de madera, utilizamos la leña y sus cenizas, de la madera extraemos también aceites y solemos acabar nuestras vidas en ataúdes de madera.

¿Cómo calificaría actualmente el nivel cultural malagueño?

No tiene nada que ver con el de 1979. En 1985, con la recuperación del Teatro Cervantes, se vivió un hito. A ello le siguió la creación de orquestas, conservatorios de música, de danza, espacios expositivos, etcétera. Espacios como el CAC Málaga son hoy día auténticas referencias. Hubo también un aspecto importante en la evolución de la ciudad: la autovía de las Pedrizas. Antes de su inauguración, era una odisea llegar a Málaga. Las comunicaciones son siempre muy importantes. Luego han venido la Universidad, el AVE, etcétera. En cualquier caso, todo siempre es mejorable. Soy de los que piensan que hay que buscar la perfección aunque no exista.

¿El premio de escultura que creó contribuyó a elevar ese nivel?

Evidentemente. Llegaron obras de todas partes y de gente muy buena que hoy día son referentes escultóricos. Fue primero un premio de ámbito docente, aunque luego se trasladó a otros espacios de Málaga. Un cambio político dio al traste con esta iniciativa, pero marcó una pauta y fue el precedente de otros premios importantes como el de Unicaja, cuyas bases expresamente se hicieron similares.

Recientemente se ha cumplido el XXV aniversario de la ejecución del Crucificado del Perdón para Málaga, probablemente su obra más popular dentro de su prolífica trayectoria.

Es un encargo que me llegó gracias a dos pintores con los que yo no tenía relación. Uno de ellos es Torres Mata, y el otro, el llamado "pintor de los jazmines", de nombre Pío Augusto Verdú. Seguramente les gustó mi trabajo y me pusieron en contacto con la Cofradía de los Dolores del Puente. Ha sido la obra que más seguimiento ha tenido de entre todas las que he hecho, cosa que me tuvo muy contento ya que dicho seguimiento fue por puro interés y disfrute, no para darme correcciones en mi trabajo. Lamentablemente, la muerte de Jesús Castellanos ha ensombrecido mucho todos esos actos de celebración.

 

 

El uso de formas bulbosas, espirales y abstractas en muchas de sus creaciones, me lleva a identificar al menos parte de ellas con la obra de Louise Bourgeois.

Las coincidencias entre artistas suelen ocurrir aunque estén en extremos opuestos del planeta. Esos lazos de comunión, no premeditados, se forman con mucha más frecuencia de la que pensamos, y no obedecen a reglas intencionadas sino a la más pura casualidad. Mi última serie, formada por 25 dibujos y tres esculturas, también ha levantado paralelismos con otros autores aunque uno jamás los haya tenido en mente.

¿A qué artistas admira Suso de Marcos?

Dentro de los clásicos, especialmente a los italianos como Mantegna que pusieron en pie el Renacimiento. Una mención especial merece Miguel Ángel, que era capaz de concebir espacialmente una obra dentro de un bloque. Respecto a los contemporáneos, me quedo con la generación española de los 50; artistas como Canogar, Amadeo Sobrino y todos aquellos que hicieron realidad el Museo de Arte Contemporáneo de Cuenca, una empresa realmente difícil en la España de entonces, donde no había contacto con el exterior y las vanguardias estaban muy mal vistas, cuando no perseguidas. El Museo de Cuenca fue lo más parecido que se hizo en España a ese experimento docente llamado Bauhaus.

Siempre he tenido muy presente su obra Unicef, más ahora en los tiempos que corren.

Pues fíjate que yo la hice en el año 1974 ó 1975, pensando en la hambruna que padeció Biafra. Por ella recibí la Tercera Medalla de Escultura en Madrid. Ya por entonces me preocupaba el tema social, pues si ahora estamos mal, antes estábamos mucho peor, sobre todo en el tema de las garantías sociales. El arte también lo he entendido siempre como una vía para el auxilio.

¿Es amigo de las últimas tecnologías?

Estoy familiarizado, pero no tengo mucho tiempo para ellas. Las conozco pero no las utilizo en exceso, ya que prefiero dedicar ese tiempo a la creación artística. Sin duda se ha producido con los nuevos medios tecnológicos una revolución, como lo fue la industrial en el siglo XX. También han provocado un cambio de mentalidad, pues el mundo gracias a ellos se ha reducido muchísimo y, desde luego, se puede hablar de "aldea global".

¿En qué proyectos anda metido últimamente? Por cierto, enhorabuena por este último libro.

La verdad es que me pillas trabajando, con las herramientas en la mano y el delantal puesto, en una pieza de bronce, un relieve que debo entregar inmediatamente para la Real Academia. Está dedicada a Jaime Pimentel por el cincuenta aniversario del Cenachero. Tanto en las obras profanas como religiosas en bronce, me gusta darles un buen acabado y unas cuidadas pátinas después de su fundición. También estoy realizando una creación interactiva para libros en acero inoxidable que sigue los pasos de una pieza de Duchamp, quien confeccionó un libro para colgarlo en la ventana y así poder el tiempo transformar la obra.

 

 

Fotografías del artista de Rocío Cortés Ramírez

 

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