RAMÓN CUENCA SANTO

Jesús Abades. Fotografías de Santiago Rodríguez López


 

 

¿Cuando despertó tu vocación artística?

Desde siempre, desde que era pequeño, cuando modelaba figuritas en barro y plastilina. La veo como una cosa innata en mí, algo que llevo dentro desde que tengo uso de razón y por supuesto muy anterior a mi ingreso en la Escuela de Arte de Orihuela (Alicante), a los 17 años de edad. Yo me considero, además, un artista autodidacta, pues he recibido una formación académica, pero no práctica en un obrador. Los profesores de taller en la Escuela de Arte me dieron, por así decirlo, unas pinceladas para que yo fuera encaminándome, pero lo que realmente me ha enseñado es el trabajo. Se puede decir que mi aprendizaje ha sido y es el trabajo.

¿Cuál fue tu primera obra?

Un busto del año 1992 que representa a Cristo Amarrado a la Columna y me fue encargado por el Convento de Carmelitas Descalzas de Elche (Alicante). Fue una recreación en barro de una visión que tuvo la superiora de dicho convento, en la que Cristo, llagado, se aparecía a Santa Teresa de Jesús; de hecho, la obra se conserva en una celda del convento que escenifica la de la santa de Ávila.

Con tan solo diez años de trabajo, fuiste objeto de una exposición monográfica en Callosa de Segura (Alicante).

Sí, la muestra formó parte de un ciclo de exposiciones que organizó la Junta Mayor de Cofradías de Callosa de Segura. Se celebró en la Capilla del Rosario y en la exposición figuró una cantidad importante de esculturas: quince obras a tamaño natural, nacimientos, obras civiles... Fue una muestra muy interesante y curiosa, sorprendió mucho al público por la abundante producción que yo ya acumulaba en tan solo diez años de trayectoria, y en ella se pudo ver la importante evolución que mi obra tuvo durante ese tiempo.

Hablando de evolución, la tuya está considerada como una de las más felices de la escultura sacra española en los últimos años. ¿Qué les dices a los que ahora te alaban y antes te criticaban sin piedad?

En primer lugar, yo intento evolucionar siempre con formas, técnicas y estilos nuevos. Respecto a que un sector del público le guste más lo que hago ahora que lo que hacía antes, me parece muy bien. A los que siempre les he gustado, supongo que ven lo mismo, pero actualmente con otro aire. Yo trabajo para la gente, hago una obra pública en la gran mayoría de los casos, y por eso tengo que aceptar las críticas que me lleguen, sean buenas o malas, aunque de estas últimas solo acepto desde luego las que son constructivas; las destructivas, o eso que está tan de moda del "criticar por criticar", siempre las he desechado. Siempre hay quienes se ceban y quienes te elevan a los altares. En cualquier caso, creo que mi obra nunca cae en la indiferencia.

En tu obra vemos la utilización de diversos materiales, algo que hoy es cada vez menos frecuente. ¿Con cuál te encuentras más a gusto trabajando?

Depende de las características de cada pieza. Para las piezas pequeñas, siempre utilizo la madera de cedro. Con la madera de pino, a diferencia de la mayoría de los escultores, me encuentro cómodo, cosa que suele sorprender bastante, pero es que se trata de un material que he trabajado a conciencia desde mis inicios y siempre he tenido la suerte de conseguir un pino muy bueno, sin apenas nudos. Tengo pendiente el trabajo con la madera de ciprés, algo que me gustaría mucho pues siempre he estado abierto a trabajar con todo tipo de materiales. Si estoy donde estoy es porque en mi trabajo han pasado, por así decirlo, muchos "trenes" y yo los he cogido todos; algunos, al principio, con mucha incertidumbre, pero de todo se sale si pones empeño y constancia. Cada obra, independientemente de su material, la considero un reto, ya sea una figura en barro, un monumento en bronce o piedra, o una escultura en madera, sea o no procesional. Mi primera talla procesional, por cierto, fue un Cristo Triunfante para Cox (Alicante), mi pueblo, en el que resido y tengo mi estudio.

 

 
     
     
San Vicente
 
Virgen Niña

 

Dices que tu pueblo es Cox, pero según tengo entendido naciste en Elche.

Eso fue algo circunstancial, que a punto estuvo de no suceder y porque mi familia se vio obligada a trasladarse debido a motivos laborales. Mis orígenes y mi vida se encuentran en Cox. Además, nunca he perdido el contacto con mi pueblo, ni cuando viví en Elche ni cuando me marché a Orihuela para iniciar mi formación. Se puede decir que, en ambos casos, siempre he vivido a caballo entre Cox y la otra ciudad.

Recibes encargos de todo tipo, ¿cuáles son tus preferidos?

Cada encargo es completamente distinto. Tanto en lo sacro como en lo civil me encuentro muy a gusto, porque como ya te comenté, para mí cada creación es un reto. Las obras civiles me aportan mayor frescura que las devocionales. Los retratos son para mí también muy satisfactorios, sobre todo cuando ves la expresión del cliente al quedar plasmado en el barro o en el bronce. Respecto a la imaginería, por la que soy más conocido, me siento igual de bien en las obras de talla completa que en las de vestir. No considero que las tallas de vestir sean inferiores porque hay que tener muy claro el estudio de su interior y saber resolverlo con mucha pericia para que, una vez con las ropas, las imágenes tengan el efecto deseado. Es el caso de una de las piezas en las que actualmente estoy trabajando: un Cristo de Medinaceli para Murcia, que es de candelero y solo lleva completamente tallados los hombros, la cabeza, las manos y los pies. Fíjate también en la famosa Dolorosa de Salzillo, una obra de vestir que es absolutamente genial en su concepción.

Háblanos del proyecto de rehabilitación de un convento carmelita de Cox, en el que todavía estás trabajando.

Después de más de quince años de intentos, finalmente se consigue que la iglesia se restaure. Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Cox me designa la dirección artística del edificio. Ha sido un trabajo arduo, de mucha envergadura y bastante complicado, pero que será muy satisfactorio cuando esté completamente terminado. Su inauguración el próximo 9 de octubre, como Santuario Mariano Devocional, será un momento histórico, y por eso, y por el cargo que he ostentado en este proyecto, para mí ha sido una oportunidad única en mi carrera. El edificio data del siglo XVIII y para todo el equipo que trabajamos en su restauración constituyó en un principio una especie de "arca cerrada" que, al abrirla, nos deparó muchas sorpresas, como el hallazgo de criptas, escalones y valiosas pinturas murales que eran originales de la fábrica. Se han construido bóvedas nuevas para el convento, ya que las originales se perdieron en los años 20 del pasado siglo, así como un retablo mayor y un retablo lateral en estuco policromado imitando el mármol. El retablo mayor llevará, en el mismo material, las esculturas del Padre Eterno, San Miguel, San Gabriel, San Joaquín y Santa Ana, así como varios ángeles y querubines. Todas ellas serán de mi mano, al igual que dos ángeles para el retablo lateral, que también contará con un lienzo de la Virgen de las Virtudes, obra del artista Santiago Rodríguez López, quien hará otras dos pinturas para el templo: la Natividad de la Virgen y la Presentación de Jesús en el Templo.

En tu obra se observan unas influencias un tanto atípicas, especialmente en escultura sacra; pues además de apartarte del yugo de Salzillo que existe en tu tierra, veo que también huyes un tanto del Barroco para recoger elementos del Renacimiento y el Manierismo italiano.

Sí, como te dije me encanta experimentar y hacer cosas nuevas. Salzillo, en un principio, fue muy fuente de mi inspiración. Creo que no hay que tomárselo como un yugo, sino como el maestro que, en nuestra zona de trabajo, tienes más a mano, y encima es un genio. La obra de Sánchez Lozano, al que conocí personalmente, también tuvo repercusión en mi obra, al igual que la de Liza Alarcón, quien afortunadamente sigue entre nosotros. González Moreno también me ha influido mucho, así como la escuela genovesa. No obstante, siempre he querido forjar un estilo propio y creo que lo he conseguido, algo que no es nada fácil y mucho menos en una trayectoria como la mía, en la que hay tantas creaciones distintas entre sí.

¿Cuáles son los artistas a los que más admiras?

De los clásicos españoles, a Francisco Salzillo, Gregorio Fernández y muchos artífices de las escuelas andaluzas, especialmente Martínez Montañés, Juan de Mesa y los Roldanes. También admiró mucho a los levantinos Esteve y Vergara, autores de esculturas geniales, realmente magníficas, que hoy día siguen siendo muy desconocidos, quizás porque muchas de sus obras se perdieron en la Guerra Civil. Respecto a los clásicos italianos, la lista sería innumerable: Maragliano, Sanmartino... Del siglo XX me quedó con Mariano Benlliure, un autor que también fue muy cercano para mí al tener próximo a Cox su museo de Crevillent. Respecto a los actuales, no cabe duda que Hernández Navarro ha sido un innovador y un artista que, dentro de un área donde la figura de Salzillo tiene un enorme peso, ha sido desmarcarse con buen hacer e inteligencia.

 

 
     
     
Virgen de la Encarnación
 
San Juan Evangelista

 

Este mismo año has estrenado dos importantes obras para Murcia.

Ha sido muy satisfactorio, ya que se trata de mis dos primeras obras procesionales para Murcia. La escultura de vestir que representa a San Vicente la hice con total libertad. En cuanto al soldado para el paso del Pretorio, fue un nuevo reto, un auténtico ejercicio, ya que se trataba de reproducir una obra perdida de Nicolas de Bussy de la que solo se conserva una fotografía muy pequeña. La Cofradía de los Coloraos confió plenamente en mí, a sabiendas que era un encargo muy importante y comprometido por la escasísima documentación gráfica que existía de la obra desaparecida, y por ello les estoy plenamente agradecido. No había solo que recrear una composición anterior, sino integrarla en un conjunto que, hasta la llegada de esta imagen, estaba formado por el Cristo original de Bussy, dos figuras de Sánchez Lozano, y dos de Molera que no tenían nada que ver con el conjunto original. Estas últimas son las que han sido reemplazadas por el soldado que yo he tallado, con lo que se recuperó también el número primitivo de personajes. Para la ejecución del soldado, estudié mucho la escultura alemana, así como algunas figuras de Francisco Salzillo, ya que la armadura militar está realizada en grafito bruñido, técnica utilizada por este escultor en varias ocasiones. El resultado creo que fue afortunado; especialmente me sorprendió la grata reacción de los cofrades, quienes al verlo me dijeron que parecía que el soldado labrado por Bussy nunca se hubiera ido. Al colocarlo en el paso, junto con el resto de tallas, todos manifestaron una gran alegría, pues para ellos fue como si siempre hubiese estado ahí.

También en 2011 has presentado una obra en Sevilla, otra plaza también muy importante y quizás la más codiciada por todos los artistas de tu gremio.

Y más difícil lo tienes si no eres del entorno. Para mí ha sido un orgullo presentar mi Virgen Niña en la Capilla del Rosario, de la calle Dos de Mayo. Dicha obra en cuestión fue encargada por monseñor Giovanni Lanzafame. Hubo otra que figuró en la procesión del Corpus de la ciudad, una de las más importantes del mundo, y me parecía estar soñando al ver una obra mía allí en ese momento.

Como has dicho, guardas notables lazos con Cox, no solo a nivel personal; por ejemplo, eres el presidente de su Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de Semana Santa.

Además de mis lazos familiares y amistosos, la verdad es que en Cox me encuentro muy a gusto. Por su especial ubicación geográfica, se encuentra uno muy cercano a todo. Además, en un pueblo encuentras una serie de comodidades que no tienes en una ciudad.

Es un pueblo que, lamentablemente, ha perdido bastante de su notable patrimonio a lo largo de su historia.

Sí, es algo que se lleva fatal. Yo conocí su última gran pérdida: el Palacio Episcopal del Obispo Tormo, un edificio del siglo XVIII. Antes habíamos perdido otros monumentos importantes como el Palacio del Marqués y casonas solariegas también de gran valía. Y no hablemos de la pésima restauración que tuvo el Castillo en los años 80 del siglo pasado y de la desaparición de los palmerales, a la altura de otros tan importantes como los de Elche. Actualmente, el Ayuntamiento está intentando recuperar esos palmerales, lo cual es digno de alabar porque Cox era antiguamente un auténtico vergel. El convento del que hemos hablado, y que actualmente estamos terminando de rehabilitar, se encontraba en muy mal estado, pero por fortuna hemos podido frenar la destrucción parcial del mismo que estaba prevista. Ha sido muy importante la recuperación de los elementos antiguos que conservaba, como las tumbas o las pinturas murales, que aunque presentaban bastantes daños yo me alegro mucho de que no se hayan tapado, pues lo que queda de antiguo, aunque sea poco, tiene siempre que ser restaurado y sacado a la luz. Algunos elementos vegetales de las mismas, además, han impresionado por su calidad a más de un especialista. Para la reconstrucción arquitectónica del convento hemos usado piedra procedente de las canteras de Cox, con lo cual las hemos sacado de su letargo, pues aunque ahora se encuentren inactivas y en gran parte olvidadas, en su momento sirvieron para construir la Catedral de Murcia, además de los edificios nobles del mismo pueblo. Por lo tanto, hemos utilizado los materiales primigenios del convento.

 

 
     
     
Santa María Salomé
 
Soldado

 

Ahora que tenemos muy candente el debate de las restauraciones en el Arte, especialmente en las obras de escultura sacra, me gustaría conocer tu postura al respecto.

En una restauración de ese tipo, el restaurador se tiene que dar la mano con el escultor porque hay labores de estructura y consolidación de las figuras en las que muchos restauradores no están experimentados. No estoy para nada de acuerdo en que se deje al escultor de lado y menos que se demonicen sus intervenciones, sobre todo teniendo en cuenta que a mi taller han llegado obras encomendadas a restauradores con problemas que estos no han sabido afrontar y que una simple radiografía no soluciona, caso por ejemplo de una espiga de madera descolocada. Una cosa muy distinta son las meras labores de limpieza y conservación; de hecho, a mí me gustaría que una de mis obras fuese limpiada por un restaurador. Pero también es cierto que ha habido limpiezas efectuadas por un restaurador que no han gustado y luego las ha tenido que hacer un escultor, que más de una vez ha tenido incluso que repolicromar debido al estropicio causado. Yo personalmente siempre he intentado respetar el original y que mis actuaciones sean totalmente reversibles.

¿Cuáles son tus obras preferidas? Espero que no me digas que todas o que las últimas.

Hay muchas circunstancias que influyen a la hora de establecer un favorito. Yo le tengo mucho cariño al Patrón de mi pueblo, San Juan Bautista, en parte por ser yo el autor del Patrón de Cox. Algo parecido me ocurre con las obras que estoy realizando para el convento carmelita de Cox, ya que todas ellas están destinadas a envolver a la Patrona de mi pueblo, la Virgen del Carmen. He de mencionar también mis obras procesionales para la Cofradía de la Paz, en Cox. Cada obra ha sido muy especial en su momento.

Por último, Ramón, háblanos lo que puedas (o te dejen) de tus proyectos más inmediatos.

Ya he mencionado uno: el Cristo de Medinaceli para Murcia, obra que va a ocupar una capilla que, durante muchos años, ha albergado al Crucificado titular de la Archicofradía de la Sangre, la famosa obra de Nicolas de Bussy. Por otro lado, estoy llevando a cabo una recreación dieciochesca de la Virgen de la Cabeza, la popular imagen mariana que se venera en su basílica de Andújar (Jaén), para la iglesia murciana de San Juan Bautista. También está pendiente la conclusión del paso de las Negaciones de San Pedro, de Yecla (Murcia); una Virgen de la Soledad para la localidad murciana de San Pedro del Pinatar; una Inmaculada Concepción de vestir, a modo de Virgen Peregrina, para Callosa de Segura, y varios encargos para colecciones particulares.

 

 

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