GALO CONESA

Jesús Abades y Sergio Cabaco (18/10/2015)


 

"La obra de un artista debe estar en constante evolución"

 

 

Su trayectoria artística comenzó a mediados de los años 90 tras una formación universitaria en la Escuela de Ingeniería Técnica de Minas de Cartagena. ¿Hablamos entonces de vocación tardía o de una vocación temprana, pero postergada debido a las circunstancias de su entorno?

Mi incursión en el campo de la escultura verdaderamente no es la habitual. Si bien desde niño me sentía muy atraído por la escultura procesional no es hasta la década de los noventa cuando empiezo a plantearme la posibilidad de dedicarme por completo al oficio de escultor. Hay dos razones fundamentales para que se diera esta circunstancia, por un lado el cierre de la industria minera, razón de ser del municipio de La Unión e importante motor de la economía regional y nacional, a la que estaba muy ligado. Por otra parte, ocurre un hecho casual, que consistió en el seguimiento que pude hacer a las esculturas de Cristo Yacente y Virgen de la Caridad, que realizara para la semana santa de La Unión el pintor y escultor Paco Conesa, en un estudio provisional, instalado justo al lado de mi domicilio, permitiéndome presenciar los distintos procesos de elaboración de las imágenes, modelado, confección de moldes, vaciado... Ese fue realmente el detonante que provocó el despertar en mí una vocación que permanecía oculta.

Estuvo un tiempo en el taller del maestro José Hernández Navarro y también recibió formación de los profesionales de la Escuela del Mármol de Almería. Sin embargo, a usted siempre le ha gustado definirse como un escultor autodidacta.

Como decía antes, después de conocer a Paco Conesa se despierta en mí un interés desmedido por la escultura. No pensaba en otra cosa, llevándome de inmediato a realizar numerosas obras en barro. Pronto surgieron los primeros encargos, en forma de retratos, al principio de familiares, después artesanos, médicos, ingenieros o cantaores, me proporcionaron habilidad y confianza en el camino a seguir, al tiempo sentí la necesidad de avanzar y por supuesto, probarme en la talla, de esta manera aparecen mis primeras obras en mármol, "Monje", "Niño llorando", "Cabeza de San Pablo", "Iluro", "María Cegarra", "Serafín Fernández"... Llegado este momento, me planteo ampliar conocimientos, por eso me acerco a la Escuela del Mármol de Fines (Almería), donde aprendo a mejorar la técnica y herramientas de labra. También conozco al maestro José A. Hernández Navarro, del que guardo un gratísimo recuerdo, produciéndose mi primer contacto con la escultura en madera. En cualquier caso, lo cierto es que antes de pasar por la Escuela del Mármol y por el taller de Hernández Navarro, como he relatado, ya había realizado bastantes obras. Sin embargo el término autodidacta es posible que no sea del todo correcto, porque es fácil hoy en día recibir una lección magistral, simplemente visionando una obra, un libro o internet, donde está todo, a falta de la guía de un maestro que nunca tuve.

En sus inicios trabajó con asiduidad el mármol y el barro para después decantarse por la piedra, el bronce y la madera. En este último caso, suponemos que por la demanda de tallas procesionales.

Mi evolución en el campo de la escultura ha sido un proceso que, al principio, servía para abstraerme de los problemas derivados de mi actividad en aquellos momentos, proporcionándome unas buenas dosis de ilusión y esperanza, de las que estaba muy necesitado. Más tarde fue evolucionando hasta convertirse en una forma de vida. Por supuesto comencé utilizando el barro, como es habitual. Al sentir la necesidad de dar un paso más y adentrarme en la técnica de la talla, la puse en práctica con el mármol, material por el que siento atracción, no solamente por ser el que han empleado los escultores desde la antigüedad, sino porque pone a prueba la capacidad del artista; sin tener en cuenta su dureza, resulta imposible ocultar los defectos de la talla, pero quizás lo más importante es que se puede obtener de la superficie todo tipo de matices. El trabajo en bronce surge como consecuencia de los encargos que lo demandan, principalmente porque su ubicación va a ser un espacio abierto, personalmente no es materia por la que sienta una especial predilección, prefiero el mármol o la madera, pero hay que reconocer que no tiene sustituto cuando la obra tiene que soportar las inclemencias meteorológicas. En cuanto a la madera, en mi afán de conocer los materiales para escultura, es la última en mi aprendizaje, a semejanza del mármol también se puede casi todo, aunque a veces pudiera resultar engañosa su apariencia cuando la superficie ha de policromarse, ya que el soporte desaparece a la vista del espectador, no dejando ver el esplendor, si lo hubiera, de la talla. En mi caso, la madera ha significado una salida profesional, efectivamente, por la demanda de escultura sacra que me he encontrado, permitiéndome en todo caso, mi formación y desarrollo como escultor.

Su obra monumental es muy abundante. Con la obra monumental Iluro (2000) usted quiso reflejar el profundo espíritu minero de su ciudad natal, La Unión (Murcia). ¿Por qué eligió plasmarlo a través de un rostro gigantesco, curtido y barbado?

Lo cierto es que "Iluro", nombre de la aldea romana ubicada en la superficie que siglos más tarde sería La Unión, forma parte de la iniciativa del gobierno local de embellecer, calles, plazas y jardines, dotándolas de contenido. Probablemente el alcalde que teníamos en aquellos momentos, relacionó el carácter duro de la efigie con la propia esencia de la actividad minera de tiempos pasados. "Iluro" es una talla directa sobre un bloque de caliza marfil, que tiene relación con los retos que me imponía en los primeros pasos como escultor.

 

 
     
     
Humildad y Paciencia
 
Iluro

 

También el retrato en mármol ocupa un lugar muy importante en su producción, tanto de personajes célebres como anónimos. ¿Qué es lo primordial a la hora de plasmar el perfil psicológico del retratado?

Desde luego lo fundamental es conocer a la persona que vas a retratar, para ir un paso más allá, de la mera copia que significa para mí el retrato. A lo largo de la historia ha habido grandes retratistas, me gusta especialmente los de Agustín Pajou, sus personajes parecen tener vida, sin duda debía conocer muy bien a los retratados y por eso los representaba de forma magistral.

Usted dijo en una ocasión que tomaba las cosas buenas de los grandes maestros para después aplicarlas a su estilo y su personalidad. Nos gustaría saber cuáles son los maestros que más le inspiran en sus tareas.

Siendo de la tierra de Francisco Salzillo, por supuesto que desde muy joven he podido contemplar muchas de sus obras, aunque nunca me han influenciado, quizás por la predilección que he sentido, al principio de mi carrera, por la obra de Hernández Navarro, sobre todo por su producción cristífera, que tiene una personalidad indiscutible. González Moreno es otro de los grandes escultores que admiro, maravillas se han dicho de su obra que no voy a repetir, pero es cierto que, en una sociedad influida por la obra salcillesca, tiene el mérito de romper esa tendencia y triunfar sin discusión. La obra de un artista debe estar en constante evolución, en mi caso y en los últimos años, me asomo a la patria de la imaginería, Andalucía, donde escultores pasados y presentes merecen la atención para cualquier escultor que pretenda adentrarse en el mundo imaginero.

Siempre hemos visto una decidida actitud transgresora en sus creaciones religiosas, desde las grandes figuras exentas en madera policromada hasta los pequeños relieves marmóreos. No es usted de los que someten sin más a los clásicos dictados de la escultura sacra.

No creo que exista esa transgresión en mis obras, si pienso que al llegar a la escultura religiosa, por una puerta que no es la habitual, quizás me sienta menos sometido a sus normas, pero respetándolas siempre, en cualquier caso se podría decir que aporto algo de originalidad y además algunas de mis obras son novedosas.

Desde nuestro punto de vista, tres de sus obras sacras más innovadoras hasta la fecha son el relieve de la Cabeza de San Pablo, el Cristo de la Humillación y el Cristo de la Humildad y Paciencia. En ellas parece que busca sorprender visualmente y ofrecer propuestas que aporten frescura al oficio.

La cabeza de San Pablo, es un relieve en mármol como he comentado al principio, no tiene nada de novedoso, puesto que fue un ejercicio de talla directa sobre la referencia del mismo nombre, de Juan Villabrille. El Cristo de la Humillación es una obra no sujeta a ningún encargo, la realicé libremente, fue un ejercicio de dificultad técnica y artística, representa la Flagelación del Señor en el preciso momento de concluir, el cuerpo inerte por el castigo recibido pende del punto que lo sujeta al poste y gira, la concebí para que pudiera observarse desde cualquier ángulo, es obra inacabada, estaba pensada para que le acompañasen dos sayones, flagelo en mano, en distintas actitudes, pero no hubo lugar porque, nada más terminar la obra, fue adquirida por la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Alhama de Murcia. El Cristo de la Humildad y Paciencia, obra más reciente, como la anterior, ha sido realizada sin encargo, representa el momento de la llegada al Monte Calvario del Señor, extenuado por las torturas sufridas, espera sentado sobre un peñasco el momento de la crucifixión, como novedoso porta el patibulum sobre sus hombros, en vez de la cruz tradicional, se ha tallado completamente en madera. Puede que el éxito de las obras sea, precisamente, el no estar sujetas a contrato alguno, de esta forma expresé una idea sin ningún tipo de cortapisas que muchas veces traen los encargos y aportar de esta forma dos esculturas originales.

 

 
     
     
Santo Amor de San Juan
 
Piedad

 

El público respondió muy favorablemente con el Cristo de la Humildad y Paciencia. Ello se pudo comprobar en la última edición del Premio La Hornacina, siendo la tercera obra más votada por los internautas.

Como decía antes, el Cristo de la Humildad y Paciencia es una obra original de la que estoy muy satisfecho, ha servido para subir un peldaño más en mi carrera, consiguiendo unos logros en talla y policromía que me afianzan como imaginero y me da fuerzas para seguir trabajando, esfuerzo que ha tenido su recompensa con el reconocimiento de los internautas, al alcanzar en la última edición del Premio La Hornacina un digno tercer puesto, dotándola de un valor añadido muy importante.

Dos de sus mejores creaciones se encuentran en Los Alcázares (Murcia): el Monumento al Huertano, de gran tamaño en bronce, y el Crucificado de la Misericordia, una obra en madera en la que prescinde por completo de la policromía.

El municipio de Los Alcázares siempre se ha relacionado con la huerta murciana, ha sido tradicionalmente el destino de las gentes sencillas, de la gente de la huerta para pasar el verano, hasta el punto que en agosto se celebra una semana dedicada a ensalzar la huerta y el mar, casetas, carruajes, gentes vestidas con el traje regional, actuaciones, se dan cita en un espacio abierto de esta población ribereña del Mar Menor. Por iniciativa de su Ayuntamiento, recibí el encargo de realizar el monumento al huertano, con destino a este espacio donde tiene lugar la concentración de actividades culturales y gastronómicas, fue el bronce el material elegido para dar forma a la efigie, que representa al huertano con su típica vestimenta. El Cristo de la Misericordia fue un encargo recibido por D. Gabriel Liébana, párroco de la iglesia de Los Narejos, urbanización de Los Alcázares, con destino al culto; en principio la obra habría de policromarse, como es habitual, pero en una visita realizada, una vez concluida la talla, de D. Gabriel y del arquitecto director de la nueva iglesia, adoptaron conjuntamente la decisión de no policromar la obra, argumentando que se adaptaba mejor al diseño y materiales empleados en el interior del edificio, donde abunda la madera barnizada.

También con el Santo Amor de San Juan creó una de sus esculturas más destacadas. Vanguardista en su concepción, anacrónica y con un gran sentido de ternura y amor en su significado. Participó en una exposición, como otras muchas de sus obras. ¿Valora el contacto de estas efigies más allá del templo?

Las obras, cuando se hacen libremente, sin encargo previo, es necesario moverlas. Son las exposiciones el lugar ideal para que la gente conozca y valore la escultura. Por añadidura, son un medio perfecto de venta, que a fin de cuentas es el objetivo final. Con el Santo Amor de San Juan, ocurre lo mismo que con el Cristo de la Humillación o Humildad y Paciencia, se ha realizado sin contrato. Fue un reto que me impuse para avanzar, para ganar en habilidad que me permita resolver composiciones más complejas, con este objetivo realice el Santo Amor, donde presento una escena de la que no hablan los evangelios, pero quizás pudiera haberse dado, Cristo una vez sufrido el castigo de la flagelación, cubierto con el manto púrpura, atado de manos, es presentado a la multitud, el gobernador romano Poncio Pilatos va a conceder al pueblo la decisión de salvar o condenar a Jesús. Me imagino al joven discípulo Juan viendo a su maestro en tan lamentable estado, lanzándose a sus pies para fundirse en un tierno abrazo. La obra está completamente tallada en madera y policromada, se expuso por primera vez en el congreso de hermandades y cofradías de Alicante, celebrado en Elche en 2013.

La primera de sus exposiciones se celebró en la sede del Festival del Cante de las Minas. Al hablar con el artista más célebre de La Unión no podíamos dejar de lado sus impresiones sobre este evento internacional tan importante que se celebra en su ciudad natal y que va por su LV edición.

Del Festival Internacional del Cante de las Minas, que efectivamente ha cumplido 55 años, se han dicho tantas cosas que es difícil pronunciarse sin caer en la repetición. Las poblaciones mineras en general, cuando sus yacimientos se agotan, suelen pasar al olvido, incluso a la desaparición, esta circunstancia se repite casi siempre. La Unión ha tenido la suerte de encontrarse con una situación geográfica ideal, no olvidemos que estamos a 9 kms. de Cartagena y a la misma distancia de las playas del Mar Menor, además de estar a tan solo media hora de la capital de la región, hecho que ha propiciado el mantenimiento de cierta actividad a pesar del cierre del sector minero producido a principio de los noventa. Fue al final de la década de los cincuenta cuando se forjó el Festival del Cante de las Minas, que vio la luz por primera vez en Agosto de 1960 de manos de un entusiasta grupo de unionenses, capitaneado por el académico, pintor y escritor D. Asensio Sáez y por el alcalde en aquellas fechas D. Esteban Bernal. Entre todos supieron poner en marcha un evento, por el que se conoce mundialmente a nuestro municipio, el propio Asensio Sáez señaló al Festival como puerta por la que La Unión, tras largos años de olvidos y menoscabo, volvió a asomarse al mundo. Todos los años por agosto la cultura se cita en La Unión, poetas, escritores, periodistas, escultores, actores, toreros... acuden al festival flamenco más importante del mundo, para vibrar junto a cantaores y guitarristas, de las incomparables mineras, cartageneras, tarantas... cantes de levante que, con el inseparable acompañamiento de la cuerda, forman secuencias que avivan los sentidos, desgarradoras voces interpretan hechos acaecidos en la mina. La mina, siempre presente en La Unión, argumento esencial de su existencia, da forma y razón de ser a nuestro festival, filón inagotable que tiene como socio, del que participa de sus bondades, al paisaje minero, pozos y escombreras, castilletes y chimeneas, se confunden con sus colores ocres y rojizos, aromas de minerales se entremezclan con el tomillo y romero, proporcionando un verdadero deleite para nuestros órganos sensoriales. La mina, acostumbrada a su cita en tiempo pretérito, añorada unas veces, maltratada casi siempre, languidece a la espera de nuevas iniciativas empresariales que pongan en valor los importantes yacimientos que atesora nuestro suelo y de esta forma, reiniciar una actividad que permita reducir el alarmante paro que nos azota, convirtiéndonos de nuevo en un municipio próspero. Mientras tanto, el Festival continúa...

 

 
     
     
San Pedro
 
Niño llorando

 

¿Es cierto que el semblante del San Pedro que realizó para la localidad alicantina de Callosa de Segura tiene mucho de autorretrato?

Tengo que admitir que algún parecido parece ver la gente, cuando esta misma pregunta me la han hecho en varias ocasiones, pero si lo hubiera aseguro que es del todo involuntario. Nunca he pretendido autorretratarme, no creo que tengamos nada en común; si acaso, eso sí, la despoblada cabeza que compartimos.

Actualmente, junto a la realización de nuevas obras, se encuentra reformando algunas de las anteriores, caso del Nazareno de San Ginés o del grupo de la Piedad para Sangonera la Verde (Murcia) ¿Es casualidad o forma parte de un intencionado proyecto de mejora?

No, no es casualidad, es un intencionado proyecto que acometeré, conforme el tiempo y trabajo me lo permitan. Como he comentado a lo largo de la entrevista, no tuve la suerte de contar en mi aprendizaje con un maestro que me ayudase a comprender la imaginería en todo su recorrido, sigo aprendiendo y así seguiré hasta el día que deje esto. Han pasado los años, he ganado en experiencia, pero cuando echo la vista atrás, observo obras que necesitan mejorar, sobre todo en su policromía, por eso me he propuesto, en la medida de mis posibilidades, la mejora de estas esculturas.

En ambos casos, remodelación y nueva factura, cuenta últimamente con la intervención en las tareas pictóricas de Julia Bermúdez. ¿Qué ha motivado la colaboración con esta artista y qué ha aportado a su trabajo?

Si, ciertamente ha sido una suerte conocer a Julia, Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Murcia. Nos conocimos de forma casual, trasmitiéndome su interés por la restauración y policromía. La invité a visitar el estudio justo al acabar la talla de Cristo de Humildad y Paciencia, ofreciéndose a colaborar en la policromía con el resultado que conocéis, pues obtuvo el tercer puesto del pasado Premio de la Hornacina, desde entonces colabora conmigo, ocupándose de las tareas de restauración y policromía. Está siendo el apoyo que necesitaba, para concluir con éxito los encargos que recibo, aportándome una mayor confianza y seguridad para cumplimentar debidamente con ellos.

Por último, además de darle las gracias y desearle la mejor de las suertes, nos gustaría saber, dentro de lo posible, qué obras se encuentra modelando y cuáles son las que tiene previsto entregar en un futuro.

Soy yo el que está agradecido por la atención que tenéis, abriéndome la puerta de La Hornacina. En estos momentos, cuando se produce la entrevista, acabo de entregar el busto del guitarrista oficial del Festival del Cante de las Minas, Antonio Fernández, objeto de un homenaje el pasado cinco de agosto. También estoy ocupado en las tallas del Niño Jesús Resucitado, Jesús de Nazaret y el paso Alegoría a la Muerte, para la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Alhama de Murcia. Para la Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza de Cartagena, un Cristo de Medinaceli. Estas cuatro esculturas deberán estar listas para la próxima Semana Santa. Cuando concluya estas obras, comenzaré a trabajar en el paso de La Lanzada, que tengo contratado con la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Alhama de Murcia.

 

 

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