BRUEGEL EN SU 450 ANIVERSARIO. SUS OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS

20/09/2019


 

Además de una figura primordial para la pintura flamenca, Pieter Bruegel el Viejo (hacia 1525-1569) fue, junto con su admirado Hieronymus Bosch (El Bosco), el gran maestro de la imaginación y la fantasía enloquecida, tal y como los definió Carlos Cid Priego. En su corta pero intensa trayectoria encontramos tipos populares, paisajes, alegorías y escenas religiosas, muchas de ellas plagadas de personajes bizarros y sucesos inverosímiles que Bruegel utilizaba para realizar una crítica mordaz a la sociedad de su tiempo.

 

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El triunfo de la muerte


La pintura reproduce un tema habitual en la literatura del medioevo como es la danza de la Muerte, que fue frecuentemente utilizado por los artistas nórdicos. Bruegel dotó a toda la obra de un tono pardo rojizo, que ayuda a dar un aspecto infernal a la escena, apropiado para el asunto representado. Un ejército de esqueletos destruye todo a su paso sin importarles el status social o la devoción. La profusión de escenas y el sentido moralizante utilizado por el autor, son parte de la influencia de El Bosco en su obra.

 
 
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El combate entre don Carnal y doña Cuaresma


Como si de un torneo se tratase, los dos protagonistas alegóricos se encuentran en primer plano uno contra el otro: a la izquierda, el gordo don Carnal montado en un barril, lleva un asador de carnes como arma, mientras que a la derecha la seca doña Cuaresma se vale de una pala con dos peces para el combate. Bruegel recrea los desfiles y juegos que los campesinos celebraban en su tierra durante la época del carnaval. Todos los detalles escénicos corresponden a la realidad de la época y están identificados etnológicamente.

 
 
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Dulle Griet


Una reciente restauración ha recuperado el cielo azul verdoso de una obra que muestra en primer plano la figura de Dulle Griet, personaje femenino de un proverbio flamenco que ahora, tras ser restaurada, aparece con mucha más firmeza y se destaca contra el paisaje de fondo. El cuadro es una crítica a la avaricia a través de una ser fantástico del que se decía que era capaz hasta de saquear el infierno. La restauración también ha descubierto que la pintura no data de 1561, sino de 1563, año en que Bruegel se casó y se mudó de Amberes a Bruselas.

 
 
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La torre de Babel


Esta monumental composición es quizás su obra más famosa. Fue reversionada varias veces por el autor y por su círculo de seguidores, coetáneos o tardíos. El edificio de apariencia flamenca de la ciudad portuaria, que es impresionantemente pequeño en comparación con la torre, da una idea de su colosal escala. Con meticulosidad e interés enciclopédico, Bruegel retrata una gran cantidad de procesos estructurales y artesanales. En la cubierta exterior de piedra, combina elementos arquitectónicos antiguos y románicos.

 
 
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La parábola de los ciegos


En este caso Bruegel traduce en imágenes austeras y crudas un pasaje del evangelio de Mateo sobre Cristo hablando de los fariseos, cuando dice que un si ciego guía a otro ciego, ambos acabarán cayendo en una zanja. Aquí son seis los ciegos, representados también deformes y cada uno con un daño ocular distinto. El primero ya se ha caído, y el segundo es mostrado durante la caída, a la que arrastrará inmediatamente al tercero por compartir con él un palo. Los otros aún tienen que tropezar pero seguirán inevitablemente su destino.

 
 
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Caída de los ángeles rebeldes


De nuevo una multitud de personajes para recrear el episodio narrado en el texto bíblico del Apocalipsis, muy popular en el arte cristiano al tomarse como símbolo de la lucha contra la herejía, según el cual Miguel y sus milicias angélicas libraron una gran batalla en el cielo para expulsar del paraíso a Lucifer y sus ángeles rebeldes. El centro lo ocupa el arcángel con armadura dorada, pintado con un vivo colorido al igual que los ángeles triunfantes, mientras los derrotados caen al oscuro averno transformados en criaturas monstruosas.

 
 
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Cazadores en la nieve


Esta tabla pertenece al ciclo realizado por Bruegel sobre los meses o estaciones del año, del que se conservan cinco pinturas de un conjunto de obras que pudo estar formado por seis o doce. Esta en concreto hace referencia al invierno más crudo en los meses de diciembre y enero. Unos cazadores regresan junto a la jauría a su aldea después de capturar un zorro. Bruegel evoca un frío que se antoja permanente a través de detalles como el blanco predominante del paisaje nevado o el estanque congelado sobre el que patinan los aldeanos.

 
 
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Paisaje con la caída de Ícaro


Existen dudas acerca de su autenticidad. Numerosos expertos la consideran una copia de un cuadro perdido del maestro, realizada por un avezado seguidor. Sin embargo, hay quienes la ven como un original tras los análisis de estructura y composición llevados a cabo, compatibles con otras piezas de Bruegel. También se piensa que sufrió varias reformas que alteraron la capa pictórica y el dibujo. El tema mitológico, velado por el impactante paisaje, es tratado como una reflexión sobre la indiferencia del mundo ante las desgracias ajenas.

 
 
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Censo en Belén


Con el pretexto de pintar la escena descrita por el evangelista Lucas en la que José y María, tras quedar ella encinta, se empadronan en Belén cumpliendo el edicto del emperador romano César Augusto, Bruegel realiza una crítica de las restricciones administrativas impuestas a Flandes por el gobierno español. El tema religioso de este cuadro, copiado en numerosas ocasiones en el taller de Pieter el Joven, hijo del maestro, pasa a un segundo plano dentro de este vasto paisaje de invierno hasta hacerse casi invisible.

 
 
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El campesino y el ladrón de nidos


Una de sus últimas obras en las que se advierte el influjo de su estancia en Italia, que por otro lado no caló demasiado en el estilo del escultor. El artista abandona sus mareas humanas para casi ceñir la escena a la única figura del campesino concebida con monumentalidad miguelangelesca. La obra alude a un proverbio que habla sobre quienes se burlan del riesgo ajeno y no ven el suyo propio, en este caso el campesino que, por señalar al ladrón en un gesto que recuerda al Bautista de Leonardo, no advierte que está a punto de caer en el río.

 
 
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Los proverbios flamencos


Nada menos que 100 proverbios se reúnen en esta obra, representados en escenas individuales e independientes entre ellas dentro del escenario cotidiano de un pueblo a orillas del mar. Su antiguo título, "El mundo al revés", obedece también a la crítica del cuadro hacia un mundo en el que nada es como debería ser. Los sabios proverbios evidencian la locura y el pecado del hombre en un universo loco que se ha alejado de Dios, revelando la intensa preocupación que tuvo Bruegel con las cuestiones espirituales y morales de su tiempo.

 
 
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Camino del Calvario


Como ocurre en "Censo en Belén" el asunto sacro no se halla representado en primer plano. La figura de Cristo caído en tierra se sitúa en el centro de la composición, al igual que el San Miguel de la "Caída de los ángeles rebeldes". La mitad inferior derecha queda casi ocupada por el grupo de las santas mujeres rodeando llorosas a la Virgen, la cual es consolada por Juan el evangelista, mientras que en el ángulo superior derecho vemos un círculo perfecto de curiosos en el monte Calvario, contemplado el lugar donde Jesús será crucificado.

 

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