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Los niños de la concha
El Niño Jesús da de beber con una concha a su primo Juan, identificado por la cruz y el cordero. En el cielo, unos ángeles niños presencian la escena. Desde el día en que se exhibió públicamente por primera vez, ha pasado a ser uno de los cuadros más conocidos del artista y uno de los más populares entre el público.
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Sor Francisca Dorotea
Murillo retrató a la fundadora del convento sevillano de los Reyes siguiendo el testimonio del confesor de la dominica, el padre Juan de Salinas, que narra que cuando estaba próxima a la muerte y con una gran sed, pidió que le acercaran un crucifijo y durante un cuarto de hora tuvo puestos sus labios sobre la llaga del costado.
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Martirio de san Andrés
Es obra de su última etapa, cuando cultivó un estilo vaporoso en el que las figuras pierden nitidez de contornos gracias al uso de una luz y un color que unifican todo. Esta suavidad no resta contundencia expresiva a las formas. Probablemente compañero del lienzo La conversión de san Pablo, ambos inspirados en Rubens.
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Las bodas de Caná
Esta pintura fue encargada por Nicolás Omazur, comerciante de sedas flamenco que vivió en Sevilla y fue mecenas de Murillo. Omazur se muestra con su esposa en el centro, de ahí que probablemente fuese pintado para celebrar y santificar su propio matrimonio en 1672. El milagro se muestra como una escena cotidiana.
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Jesús Niño repartiendo pan a los sacerdotes
En 1676, la precaria situación de muchos sacerdotes pobres y ancianos, obligados a mendigar para sobrevivir, lleva a Justino de Neve y otros ilustres personajes sevillanos a crear el hospital y la hermandad de los Venerables Sacerdotes. El edificio albergó cuatro pinturas de Murillo, esta en cuestión colgaba en el refectorio.
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San Jerónimo
Podría ser el mencionado por Ceán al referirse a los dos cuadros comprados por Carlos IV en Sevilla, más tarde documentados en el inventario del Palacio Real de 1814. No sería descabellado pensar que, en su origen, formara parte junto a una Magdalena penitente u otro santo en esa actitud, práctica muy frecuente en ese momento.
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La huida a Egipto
Pareja del lienzo homólogo del Palazzo Bianco de Génova, del que erróneamente se creyó copia, inspirado asimismo en un grabado de Marten de Vos. Esta segunda versión, mejor que la primera, muestra a un san José de rostro enérgico que sostiene con firmeza el ronzal del asno y mira con preocupación a la Virgen y al Niño.
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José y la mujer de Putifar
Este monumental lienzo del Staatliche Museen de Kassel, datado entre 1640 y 1645, reproduce una escena bíblica habitual en la pintura renacentista y barroca. Matías Díaz Padrón niega la autoría de Murillo y lo asigna a los pinceles del italiano Orazio Gentileschi, algo en lo que no se ponen de acuerdo todos los expertos.
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La Virgen de la Faja
Cuando Murillo pinta esta obra hacia 1655-1660 toma como fuente de inspiración una estampa de Hendrick Goltzius que representa la Natividad. Tras comparecer en venta pública en la sala Sotheby's de Londres, en 2004 reapareció en la feria TEFAF de Maastricht, donde lo adquiere una coleccionista española.
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San Agustín entre Cristo y la Virgen
Representa la meditación de San Agustín: "en medio de los dos, no se donde volverme; dudo entre la sangre de Cristo y la leche de su madre". Fue pintado seguramente para San Agustín de Sevilla, en 1663-1664. Es tema y composición del que se conocen varias versiones con ligeras variantes, inspirándose Murillo en Van Dyck.
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