LAS PINTURAS INÉDITAS DE 2016

27/12/2016


 

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San Sebastián


Un médico francés jubilado era sin saberlo el propietario de una obra perdida de Leonardo da Vinci. El pasado mes de marzo llevó la pieza a la casa de subastas parisina Tajan -donde será subastada en junio-, que, tras consultar a los expertos, anunció que era un excepcional descubrimiento del maestro. En el Codex Atlanticus, una lista compilada por Leonardo, se mencionan ocho piezas relativas a San Sebastián. Se cree que este dibujo se corresponde con una de ellas, El Martirio de San Sebastián. La atribución a Leonardo ha sido refrendada por la experta Carmen Bambach, del Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York. El dibujo, que representa al santo atado a un árbol en un paisaje, muestra en su reverso notas y diagramas sobre luces y sombras, las cuales se relacionan con el estudio de Leonardo sobre la óptica.

 
 
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Retrato de Felipe III


Esta obra fue adquirida por el experto en pintura española William B. Jordan en el mercado del arte londinense, donde figuraba como Retrato de un hombre. Jordan procedió a su restauración y estudio, lo que le llevó a plantearse la posibilidad de que se tratase de una obra de Velázquez, en concreto, de un cuadro preparatorio del rostro de Felipe III que el artista incluyó en La expulsión de los moriscos. El cuadro fue donado por Jordan a la institución American Friends of the Prado Museum. Para reforzar los lazos culturales entre Estados Unidos y España a través del Museo del Prado y su legado histórico artístico, American Friends depositó esta magnífica obra en el Prado para su exhibición, como depósito temporal prorrogable, en el contexto de su colección permanente y así contribuir a un conocimiento más rico y complejo de los comienzos de Velázquez como retratista real. Ya en el Prado, el estudio técnico de la pintura y su comparación con otras obras de Velázquez han confirmado que el principal punto de referencia para entender la obra es, sin duda, el maestro sevillano y, específicamente, sus retratos realizados en la segunda parte de la década de 1620. El análisis del soporte, la radiografía y los rayos infrarrojos arrojan datos técnicos, como la tela, la preparación o la manera de construir la obra, similares a los que aparecen en cuadros de Velázquez fechados en torno a 1627 y, en cualquier caso, anteriores a la vuelta de su primer viaje a Italia. Por otro lado, la comparación con obras como Felipe IV con armadura, Felipe V a pie y El infante don Carlos, fechadas en torno a 1627-1628, es decir, contemporáneas de La expulsión de los moriscos, muestra reveladoras similitudes de modelado, especialmente en la parte inferior de ambos rostros, la concepción similar de la construcción anatómica de narices y frentes y un manejo parecido de los recursos estilísticos.

 
 
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Retrato de Oscar Wilde


Este retrato fue pintado por el artista estadounidense Robert Goodloe Harper Pennington y presentado a Oscar Wilde y su esposa Constance como regalo de boda en 1884. Fue la posesión más preciada de la pareja y colgaba sobre la chimenea en su casa de Chelsea hasta que salió a subasta para pagar las deudas del escritor, en quiebra desde que fue llevado a juicio por su homosexualidad. El cuadro, que representa a tamaño natural a un esbelto Oscar Wilde de 27 años en la cúspide de su éxito, fue comprado por Ernest y Ada Leverson, amigos de Wilde. Más tarde, pasó a manos de Robert Ross, amigo íntimo y ex amante de Wilde. Tras la muerte de Ross fue vendido al coleccionista estadounidense William Andrews Clark y ha permanecido en los Estados Unidos desde los años 20. El próximo año 2017 será exhibido por primera vez en Reino Unido con motivo de la exposición Queer British Art 1861-1967, con la que la Tate Britain conmemorará, entre el 5 de abril y el 1 de octubre, el cincuentenario de la despenalización del sexo entre hombres entre Inglaterra y Gales.

 
 
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Niña con collar


Esta obra de Frida Kahlo jamás había sido exhibida en público -solo se la conocía por una fotografía en blanco y negro- y su paradero ha sido un misterio durante los últimos años. El pasado 22 de noviembre fue vendida por 1,8 millones de dólares (cerca de 1,7 millones de euros) en la sala Sotheby's de Nueva York. Se trata de un óleo sobre lienzo del año 1929 que se ha conservado muy bien en una vivienda californiana durante sesenta años. El cuadro ha sido vendido por una ex asistente personal de Diego Rivera, que obtuvo la pintura de regalo un año después de la muerte de Frida Kahlo, en 1954. Muestra a una chiquilla de inmensos ojos negros y espesas cejas unidas sentada en una silla, mirando de frente -directa y penetrantemente, como todos los retratos de la artista- a los ojos del espectador.

 
 
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Un hebreo


La pasada edición de Feriarte, celebrada el pasado mes de noviembre, mostró un retrato de Joaquín Sorolla que había estado oculto durante más de 100 años. Se trata de la obra Un hebreo (1898), que hasta la fecha -como la citada obra de Frida Kahlo-, solo se había visto en fotografías en blanco y negro, por lo que destaca su carácter único. Sorolla es asociado a menudo con luminosas escenas de playa, pero también era un destacado retratista. A veces eran encargos formales, pero también hacía trabajos por puro placer, como esta obra, realizada durante el mismo periodo estival en que completó La comida en la barca y dos paisajes. En Un hebreo, Sorolla opta por un formato inusual en la tradición del retrato español en el que muestra la influencia que tuvo en él José de Ribera en los tonos de la piel contrastados con el fondo oscuro.

 
 
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Retrato del Caballero Rodrigo de Peralta


Este óleo sobre lienzo (70 x 60 cm) de Juan Carreño de Miranda (1614-1685) fue robado de una colección particular de Motril (Granada), siendo incautado por agentes de la Brigada del Patrimonio Histórico de Madrid hace unos meses, cuando iba a ser subastado en una galería de arte madrileña. El retratado, con su escudo de armas en el ángulo superior izquierdo, fue Caballero de la Orden de Calatrava y mariscal de campo de Felipe IV. En 1684 se desplazó a Madrid para recibir el hábito de la Orden y a principios del año siguiente posó para Carreño. La obra ya ha sido devuelta a los herederos de su propietaria, recientemente fallecida, quienes no descartan exponerla temporalmente en un museo.

 
 
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Lot y sus hijas


Pieza central de la subasta celebrada el pasado 7 de julio en la casa Christie's en Londres. Este gran óleo sobre lienzo (190 x 225 cm, hacia 1613-1614) ha estado oculto a la vista del público durante más de un siglo, ya que es una de las obras más importantes de Peter Paul Rubens que ha permanecido en manos privadas. Tras ser expuesta una semana en Nueva York, entre el 26 y el 30 de mayo se pudo ver en Hong Kong antes de regresar a Londres para su subasta. Entre sus propietarios se encuentran el emperador José I y los duques de Marlborough. Este tema con moraleja, relacionado con el vicio y la virtud, fue tratado en otras ocasiones por Rubens. Los expertos destacan el magistral tratamiento de las carnes por el autor que causó un gran impacto en su momento.

 
 
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Judit y Holofernes


Según el experto Eric Turquin, este óleo sobre lienzo (hacia 1600-1610), que se encontraba en el ático de un domicilio particular, cerca de la ciudad francesa de Toulouse, es la segunda versión sobre el tema que pintó Caravaggio y perteneció a la colección de uno de sus más renombrados copistas, Louis Finson. Otras autoridades sobre el maestro italiano como Nicola Spinoza han refrendado la atribución, mientras que Mina Gregori, quizás la más mediática, la ha rechazado aunque admira la innegable calidad de una obra que a punto ha estado de ser exportada a Estados Unidos, algo que el Gobierno francés ha prohibido, al menos hasta que la atribución sea aclarada.

 
 
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Retratos de Maerten Soolmans y Oopjen Coppit


Estos lienzos primerizos de Rembrandt, pertenecientes a la Colección Rothschild, salieron a la venta y fueron comprados a medias por el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Louvre de París para ser expuestos de manera alternativa en ambos museos. Con ello también se quiso sortear la venta a Qatar o a cualquier colección privada de Medio Oriente y así evitar que queden privados a la vista del público. Se trata de dos retratos de cuerpo entero que representan a los poderosos Maerten Soolmans y Oopjen Coppit, en los que el maestro de la edad de oro de la pintura holandesa plasmó al detalle la indumentaria de la pareja y su elevado estatus social. Las pinturas fueron ejecutadas en 1634, poco después de que Rembrandt llegara a Ámsterdam tras abandonar su ciudad natal, Leiden, tras lo que posteriormente, en 1877, fueron vendidas por la familia holandesa Van Loon a la rama francesa de los Rothschild.

 
 
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Paisaje


De nuevo Sorolla. El Centre d'Art d'Època Moderna (CAEM) de la Universidad de Lleida (UDL) atribuyó esta obra al pintor valenciano. Se trata de una pintura al óleo sobre tabla de pequeño formato (34,6 x 16,8 cm) que presenta un paisaje fluvial o lacustre. Tiene su procedencia en una colección particular y ha sido atribuida tras un rigoroso análisis técnico y estilístico llevado a cabo por el equipo investigador del CAEM. Ejecutada seguramente al natural con una técnica muy depurada, habría sido realizada en los inicios de su carrera artística, concretamente en 1881. Los exámenes, basados en diferentes radiaciones electromagnéticas, visibles e invisibles, como la luz blanca, ultravioleta, infrarroja y los rayos X, han permitido al equipo del CAEM aproximarse al proceso de creación pictórica de la obra, confirmando los paralelismos técnicos y estilísticos entre esta pintura y el corpus de Sorolla. La radiografía, además, ha puesto en evidencia la presencia de una pintura subyacente en la que se intuye la representación de un personaje. Según los expertos, todo indica que Sorolla habría reutilizado una tabla donde previamente ya había una figura humana (del mismo Sorolla, probablemente), sobre la cual pintó este paisaje valenciano. Prueba de ello es también la incisión que se observa en el ángulo superior izquierdo del cuadro, correspondiente lo más seguro a esta primera composición, hoy ilegible. Los expertos también destacan la presencia de una franja anaranjada, correspondiente al celaje, la cual se refleja también en el agua. Se trata de un recurso habitual en algunas obras del pintor de cronología similar como Lavanderas del Turia (1879), Aparición de Cristo a los Apóstoles (1882) o Paisaje del Algar de Valencia (1882). Los investigadores del CAEM, así como Blanca Pons Sorolla, biznieta del pintor y experta en su obra, remarcan la excepcionalidad de esta pintura.

 

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