EL TALLER DEL ARTISTA

23/12/2018


 

 
 
El pintor García Mencía con una modelo en su estudio
Foto: Mariano Moreno

 

Presentación

El Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte y el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias "González Martí" de Valencia presentan hasta el 10 de febrero de 2019 la exposición El taller del artista. Una mirada desde los archivos del Instituto del Patrimonio Cultural de España. Se exhiben 90 fotografías que reflejan diversos espacios de creación de pintores y escultores, en un período que coincide con la primera mitad del siglo XX. Han sido seleccionadas entre los archivos fotográficos conservados en el IPCE (Madrid), especialmente del archivo fotográfico Moreno que cuenta con un importante y numeroso fondo dedicado a esta temática. La exposición está abierta en las salas de exposiciones temporales I y II del Museo "González Martí" de Valencia (Calle Poeta Querol 2, Valencia) en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas (domingos y festivos, solo mañanas). Cerrado: todos los lunes del año, 1 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre y festivos locales.

 

 
 
Estudio de Mariano Benlliure con el sepulcro para Blasco Ibáñez
Foto: Vicente Moreno

La exposición

Las imágenes de la muestra El taller del artista -ya fueran realizadas por Mariano y Vicente Moreno, por Conde de Polentinos, Ruiz Vernacci, Cabré, Wunderlich o Pando- unen su valor documental al estético. Reflejan la maestría técnica de estos fotógrafos en el dominio de la luz y la composición, junto con una sensibilidad capaz de captar la personalidad de los artistas en simbiosis con el interior del estudio o taller en que trabajan. La presente selección fotográfica no pretende ser una representación exhaustiva de las diversas tendencias del arte español en la primera mitad del siglo XX, pero sí permite adivinar la riqueza de su entramado y de las distintas realidades que coexistieron durante aquellas décadas.

El recorrido expositivo se articula en cinco bloques, conforme a un criterio de ordenación que conjuga factores cronológicos, temáticos y estilísticos. El primer ámbito de la exposición refleja el bagaje artístico decimonónico de los autores seleccionados a través de la pintura de historia y de paisaje, de la que fueron exponentes Moreno Carbonero y Beruete; así como la herencia del academicismo y del arte clásico.

Agrupa el segundo bloque una serie de artistas cuyo mundo creativo se inspira en el folklore, las costumbres, indumentarias y tradiciones de las regiones y pueblos de España; entre ellos, López Mezquita, Sorolla, Chicharro, Pla, Romero de Torres, etcétera. Artistas que adoptaron un enfoque sobre la realidad nacional que, en algunos aspectos, sintoniza con la obra literaria de la denominada Generación del 98, con cuyos miembros mantuvieron relación a través de tertulias y encuentros.

El tercer apartado se compone de retratistas cuya clientela pertenecía a familias adineradas, burguesas o aristocráticas, a la alta jerarquía funcionarial, eclesial o militar, o a la Casa Real. Algunos de ellos cultivaron el género del retrato al mismo tiempo que, con gran versatilidad, realizaron pinturas de historia y asunto literario o escenas costumbristas, como ocurre con Moreno Carbonero, López Mezquita o Caprotti.

El cuarto bloque incluye artistas en quienes se advierte un estilo y una actitud más moderna y desenfadada, ajena tanto a las normas académicas como a la temática castiza. Sus obras viran hacia otros asuntos y estilos más definitorios del siglo XX, llegando en algunos casos, como Maruja Mallo y Jorge Oteiza, a transitar el terreno de la vanguardia.

La exposición concluye con imágenes tomadas durante la guerra civil española y la primera década posterior, hasta llegar aproximadamente a la mitad del siglo XX. Durante la guerra vemos cómo se producía el arte de agitación, en el que la autoría quedaba supeditada al mensaje. Y la realidad paralela, de simulación de ausencia del drama, en el estudio de Metallo. Las fotografías de posguerra nos muestran la vuelta a la "normalidad", alternándose ejemplos del arte oficial y conmemorativo de la dictadura franquista, de la pintura norteafricana, el retrato burgués y militar, el retrato de la alta sociedad y, por último, el incipiente resurgir de una cierta modernidad visible en el estudio de Javier Clavo, con su pintura reminiscente de Picasso o Antoni Clavé.

 

 
 
Agustí Querol esculpe en su estudio las figuras del frontón de la Biblioteca Nacional
Foto: Aurelio de Colmenares y Orgaz (Conde de Polentinos)

 

Herencia decimonónica

El primer ámbito de la exposición El taller del artista refleja el bagaje artístico decimonónico de los autores seleccionados a través de la pintura de historia y de paisaje, de la que fueron exponentes José Moreno Carbonero y Aureliano de Beruete; así como la herencia del academicismo y del arte clásico, simbolizada en la imagen del gran salón central del Museo de Reproducciones Artísticas al que acudían numerosos artistas para dibujar los modelos de la antigüedad grecorromana.

La pervivencia del clasicismo en la enseñanza académica, unida a la exuberancia formal y expresiva del modernismo, resultó en el eclecticismo que caracteriza la escultura monumental y conmemorativa del cambio de siglo. Agustí Querol y Mariano Benlliure fueron las dos estrellas más cotizadas en ese terreno, y gozaron asimismo de gran reputación Miquel Blay y Aniceto Marinas.

Los retratos fotográficos de algunos de estos artistas posando en su estudio parecen reproducir, o al menos seguir de cerca, los patrones compositivos un tanto teatrales, abigarrados y eclécticos que definían las visiones pictórico-decimonónicas sobre el tema, como puede apreciarse en el retrato del escultor Eduardo Barrón. En oposición al estudiomuseo repleto de objetos variopintos, o al fastuoso hotel-estudio, encontramos la sobriedad y funcionalidad de otros talleres, propicios de distinta manera al desarrollo de la labor artística.

 

 
 
Estudio de Néstor en Madrid
Foto: Vicente Moreno

 

Costumbrismo y modernismos

Agrupa este bloque una segunda serie de artistas cuyo mundo creativo se inspira en el folklore, las costumbres, indumentarias y tradiciones de las regiones y pueblos de España; entre ellos, José María López Mezquita, Joaquín Sorolla, Chicharro, Pla, Julio Romero de Torres, etcétera. Artistas que adoptaron un enfoque sobre la realidad nacional que, en algunos aspectos, sintoniza con la obra literaria de la denominada Generación del 98, con cuyos miembros mantuvieron relación a través de tertulias y encuentros.

Las relaciones amistosas e intelectuales entre pintores, escultores, dibujantes, poetas y escritores -desenvueltas con notable fluidez durante el primer tercio del siglo XX en España- se concretaron de modo ejemplar en las trayectorias de varios de los artistas aquí representados, significativamente en la obra de Juan de Echevarría, cuya serie de retratos de escritores fue denominada por el crítico Juan de la Encina como "La galería del 98".

Se integran también en este apartado los estudios de Néstor Martín-Fernández de la Torre, Guido Caprotti, Pons Arnau, y el que el ceramista Daniel Zuloaga instaló hacia el año 1907 en la iglesia románica de San Juan de los Caballeros, en la ciudad de Segovia; espacio que adquirió gran notoriedad y fue polo de atracción de numerosos turistas españoles y extranjeros.

 

 
 
Dos niños con su madre, posan ante el escultor Ignacio Pinazo
Foto: Vicente Moreno

 

Artistas de sociedad

Una parte muy notable de los artistas que protagonizan la exposición El taller del artista se compone de retratistas cuya clientela pertenecía a familias adineradas, burguesas o aristocráticas, a la alta jerarquía funcionarial, eclesial o militar, o a la Casa Real. Algunos de ellos cultivaron el género del retrato al mismo tiempo que, con gran versatilidad, realizaron pinturas de historia y asunto literario o escenas costumbristas, como ocurre con Moreno Carbonero, López Mezquita o Guido Caprotti. No obstante, pese a la diversidad de géneros practicados, característica de muchos de los autores presentes en la muestra, incluimos en este grupo aquellos que destacaron especialmente en su faceta retratística.

Es el caso de Manuel Benedito, que establece su estudio en el madrileño barrio de Salamanca y del que las fotografías nos revelan el majestuoso aspecto que presentaba la estancia principal, dotada de un pórtico con dobles columnas, friso y balaustrada, que debía de sugerir al visitante la imagen de un suntuoso templo o palacio de la pintura. Del aristócrata Bea Pelayo, también artífice de una extensa galería de retratos. O de Enrique Ochoa, ampliamente conocido por ser el creador, en pinturas, dibujos e ilustraciones, de un tipo femenino inconfundible, expresado en aquellos rostros idealizados de princesas o de musas.

 

 
 
Pacheco Picazo ante una de sus obras
(Foto: Vicente Moreno)

Aires de renovación

En este bloque se han incluido imágenes de una serie de artistas en quienes se advierte un estilo y una actitud más moderna y desenfadada, ajena tanto a las normas académicas como a la temática castiza. Sus obras viran hacia otros asuntos y estilos más definitorios del siglo XX, llegando en algunos casos, como Maruja Mallo y Jorge Oteiza, a transitar el terreno de la vanguardia.

El retrato fotográfico de Maruja Mallo en su estudio ofrece, con la claridad de un muestrario, las obras que acababa de producir y que fueron expuestas aquel año 1936 en la exposición individual organizada por ADLAN, así como algunas obras de su etapa previa, enmarcada en el surrealismo de la Escuela de Vallecas. El de Oteiza nos muestra una de las primeras obras del entonces jovencísimo escultor.

En otras imágenes podemos apreciar la innovadora pedagogía del Instituto Internacional de Señoritas, y la significativa incorporación de mujeres pintoras y escultoras. El aire bohemio que impregna a los jóvenes creadores del momento. Y las distintas tendencias en el lenguaje escultórico, desde el realismo expresivo de Victorio Macho a la sutileza déco de José Capuz o Eliseo Ruiz Corisco.

 

 
 
El monumento al Cid de Juan Cristóbal en el taller de fundición
Foto: Juan Pando

Guerra y posguerra

La exposición termina con un grupo de imágenes tomadas durante la guerra civil española y la primera década posterior, hasta llegar aproximadamente a la mitad del siglo XX. Durante la guerra vemos cómo se producía el arte de agitación, en el que la autoría queda supeditada al mensaje. Y la realidad paralela, de simulación de ausencia del drama en el estudio de Metallo.

Las fotografías de posguerra nos muestran la vuelta a la "normalidad". Se alternan ejemplos del arte oficial y conmemorativo de la dictadura franquista en las figuras de Fructuoso Orduna o Juan Cristóbal, con la pintura norteafricana de Cruz Herrera y el retrato burgués y militar practicado por Ricardo Segundo y Valderrama. En el ámbito del retrato de sociedad destaca en esos años Clemente del Camino, considerado en su momento, no ya el pintor de moda, sino el retratista habitual de una época y de toda una generación de la aristocracia española, de miembros de la Casa Real y de numerosas personalidades en Madrid, Buenos Aires y Nueva York.

Concluye el último bloque de El taller del artista con el estudio de Javier Clavo y el incipiente resurgir de una cierta modernidad en su pintura reminiscente de Pablo Picasso o Antoni Clavé; así como el soplo de aire fresco que supone la imagen de su grupo de compañeros de la Escuela de Bellas Artes.

 

 
 
Javier y Vicente Clavo observan cómo Ángela Escribano diseña la cubierta de un catálogo
Foto: Otto Wunderlich

 

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