SPES NOSTRA. LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA (V)

José Guillermo Rodríguez Escudero, Jesús Urrea, Iván Sánchez, Domingo Cabrera,
Manuel Álvarez, Archicofradía de Jesús el Pobre, Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

 

Tras la magnífica imagen del Señor de la Columna desfila cada Martes Santo, desde la Iglesia de Santo Domingo de Santa Cruz de La Palma (Santa Cruz de Tenerife), la venerada talla de la Virgen de la Esperanza. Ambas son delicadas obras del escultor e imaginero Andrés Falcón San José, quien la esculpió a mediados del siglo XIX. Se trata de una bella obra de candelero, de tamaño natural y estilo sevillano, que luce valioso traje de raso blanco, bordado en hilos de oro, con manto de terciopelo de seda verde. En palabras del artista Domingo Cabrera, “fiel a la representación de nuestra Madre que está en el cielo, la Virgen de la Esperanza eleva su mirada a lo alto, como queriendo ocultar su tristeza (…) ella sólo ve la campana que le tañe y los ojos llorosos del enfermo, contemplándola desde un balcón, con alma enamorada...” El también artista Pedro Rodríguez Perdomo, al describirla, nos decía que “con su exuberante belleza peninsular, derrama las que son primeras lágrimas dolorosas de nuestra Semana Santa”. La esperanza, virtud evocadora de confianza, plasmada por el escultor en el semblante de la Virgen, se mezcla con un dolor amargo y desesperado, simbolizado en las cejas angulares que atormentan su frente. En la postura de sus manos denota una gran ansiedad. La derecha con la palma hacia arriba, como sus ojos. Allá busca la intersección divina, pero el delicado pañuelo blanco le habla de la realidad de sus lágrimas, que le caen como perlas sobre la tersa piel de su faz y le atraviesa el corazón como si de un puñal se tratara.

También en Santa Cruz de La Palma, concretamente en la Sala Capitular de la Parroquia Matriz de El Salvador, se encuentra una interesante imagen gloriosa de la Virgen de la O. Don Ignacio Andrés, por devoción familiar, llevó a cabo, durante más de veinte años, la celebración de la festividad de Nuestra Señora de la O en la Parroquia de El Salvador todos los 18 de Diciembre. Ello consistía en vísperas, misa mayor, sermón y procesión a la calle. Con anterioridad, había sido hecha por su padre y tíos, y por sus hermanos, pero él dispuso la perpetuidad de los actos previo pago al Venerable Beneficio de 3 ducados de limosna para lo cual gravó todos sus bienes. Mandó que en la fiesta se usara la imagen de Nuestra Señora del Carmen por encontrarse deteriorada la antigua de la advocación, poniéndole el manto azul que le había regalado y en las manos el círculo de la O de plata (A.P.N., 1744). La devoción venía impuesta en la familia por don Simón de Frías Coello, que, a su vez, la había heredado de su padre, el Sargento Mayor Bartolomé de Frías; la celebración cada segundo año, alternando con los herederos de don Andrés Lorenzo Salgado (A.P.N., 1687). Álvaro Yanes de Brito, sin descendencia, había instituido una capellanía por su alma de una misa cantada el día de Nuestra Señora de la O, para lo que destinó una limosna de 2 doblas por cada una impuestas sobre todos sus bienes, dejando su patronato a su hermana Ana de Brito, y después, quien ella designara, según mandó en testamento otorgado ante Pedro Hernández, el 23 de diciembre de 1585.

 

 

 

La imagen de la Virgen de la Esperanza de Vélez-Málaga fue tallada por el maestro imaginero Domingo Sánchez Mesa en 1952. Es una imagen de candelero tallada en madera de pino, que formalmente nos retrotrae a modelos del barroco granadino, con influencias de José de Mora. De facciones hebraicas, madura, con expresión intimista de su dolor. Por sus mejillas ruedan cuatro lágrimas de vidrio, dos en la mejilla derecha y dos en la izquierda. Presenta ojos azules de vidrio y pestañas naturales confeccionadas con pelo de marta. Su mirada se dirige hacia abajo, girando su cabeza hacia la izquierda. Se utiliza la elevación del mentón y el leve fruncido de los labios para expresar el sollozo y el dolor recogido de la Madre en el camino del Calvario. Sus carnaciones son pálidas y presenta manos separadas, portando un pañuelo en la derecha y un rosario en la izquierda. Entre finales de 2007 y principios de 2008 fue restaurada por Salomé Carrillo, que realizó limpieza y reintegración de los daños sufridos en la policromía por el uso de alfileres en su exorno. Así mismo, se ha sustituido su candelero, siendo cubierta con material acolchado, para prevenir en lo posible erosiones en la policromía, revistiéndose de damasco verde.

Otra interpretación Dolorosa de la advocación, aunque en este caso completamente diferente a la anterior, es la Virgen de la Esperanza del Calvario, que procesiona el Lunes Santo acompañando al Santísimo Cristo del Amor y tiene su sede canónica en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen del municipio gaditano de Rota. Realizada en el año 2006 por el joven artista roteño Miguel Ángel Caballero Pérez, posee una expresión declamatoria del dolor, claras carnaciones y rasgos juveniles acordes con los modelos femeninos imperantes hoy en día. Mide 175 cm de altura y se encuentra tallada en madera de cedro para vestir.

 

 

 

Volvemos a la isla canaria de La Palma, concretamente, al municipio de Breña Alta, donde se encuentra una imagen de la Virgen de la Esperanza de reciente factura. Fue labrada para vestir por el escultor e imaginero Domingo José Cabrera Benítez en 2008 para La Parroquia de San Pedro. Está tallada en directo en madera noble y policromada al óleo con veladuras. De bellísimo rostro, presenta solamente talladas la cabeza y las manos. Es una imagen inspirada en la Virgen de La Luz de Santa Cruz de La Palma. Presenta las manos en posición de señalar su vientre, a modo de anuncio del próximo nacimiento de su hijo. Guardada todo el año, sólo se expone al culto en el tiempo de Adviento. Va ataviada con un traje bordado muy antiguo, del siglo XVIII. Lleva también una toca de raso azul por la cabeza y diadema de plata. Se bendijo los primeros días de Adviento.

Muy interesante es la Virgen de la Esperanza de la localidad ciudadrealeña de Valdepeñas, labrada en el año 1967 por el escultor e imaginero madrileño Faustino Sanz Herranz. Es de talla completa y está tallada en madera de pino de Soria, destacando el modelado de su atuendo hebreo, siguiendo las líneas vanguardistas en el arte sacro de la época, fomentadas por los dictados del Concilio Vaticano II, representadas también por otros artistas del periodo como Juan Adsuara o Ramón Lapayese. Realizada mediante la técnica de la talla directa, como era habitual en su autor, presenta túnica amplia, ceñida a la cintura por estrecha correa, y manto a la usanza judía. Su autor, al igual que otros reconocidos imagineros como Luis Ortega Bru, estuvo ligado a la producción de Talleres Santarrufina, habiendo trabajado también para otras casas de artículos religiosos como La Fortuna o Arte Español.

 

 

 

El pasado 11 de Diciembre de 2009, la Virgen de Nueva Esperanza de Málaga, titular mariana de la cofradía de penitencia del mismo nombre, establecida en la Iglesia de San Joaquín y Santa Ana del barrio de Nueva Málaga, fue expuesta de nuevo al culto tras sufrir una importante reforma por parte del escultor e imaginero Juan Manuel García Palomo. La intervención se ha centrado principalmente en la consolidación de la mascarilla, aplicación de una nueva policromía, ejecución de un nuevo candelero y colocación de nuevos postizos (pestañas de pelo natural en los párpados superiores, ojos y lágrimas de cristal). La autoría de esta Dolorosa, originalmente venerada como Nuestra Señora de los Dolores en la extinta villa de Peñarrubia, siempre ha sido objeto de controversia, pues si bien desde su hermandad se ha afirmado siempre que hablamos de una talla anónima de los siglos XVIII o XIX, no pocos estudiosos la vinculan con el quehacer del taller de José Navas-Parejo, artista del siglo XX. En 1985 fue retocada por el imaginero y tallista Pedro Pérez Hidalgo; nueve años más tarde, sería restaurada por Ana María Azuaga, quien eliminó, en la medida de lo posible, los cambios de la intervención de Pérez Hidalgo. Todo ello ha quedado suprimido tras la reciente actuación del artista malagueño García Palomo.

En el año 1958, el escultor e imaginero cántabro Manuel Cacicedo Canales esculpió la Virgen de la Esperanza para la cofradía homónima de Santander. Se trata de una imagen de vestir, con los brazos abiertos y la mirada alzada para acentuar la teatralidad dramática, al tiempo que escenifica su reclamo al Altísimo en aras de la futura Resurrección del Hijo. Viste túnica blanca y manto de terciopelo verde, color que simboliza su advocación; ambos decorados con bordados. Pese a los ropajes, parte de la cabellera, partida al centro y peinada hacia detrás, el cuello y la zona clavicular quedan al descubierto. La Dolorosa supone una sugestiva mezcla de estilos, debida probablemente a la heterogénea formación del autor, con estudios en Bilbao, Madrid y Sevilla, si bien prima cierto aire académico en una concepción que entronca plenamente con el arte procesional de barroco.

 

 

 

A la producción del maestro vallisoletano Luis Salvador Carmona pertenece esta excepcional hechura de la Virgen de la Esperanza o de la Expectación, labrada en torno a los años 1740-1745 y actualmente conservada en el Museo de la Iglesia de Santa María de Mediavilla, del municipio vallisoletano de Medina de Rioseco. Representada de pie, sostiene a manera de atril un libro abierto en su mano derecha mientras coloca su izquierda sobre el pecho. Con su gesto parece querer expresar la sorpresa que le produce el anuncio del arcángel Gabriel sobre la maternidad que en ese instante se está produciendo en su propio vientre, ya ligeramente abultado, por obra del Espíritu Santo. La rica policromía de su atuendo, valorada mediante la inserción de orillos de encaje con intención de otorgarla airosidad, consigue que la figura posea una solemnidad y distinción extraordinarias. La sonriente expresión de María adquiere todavía más vida debido a la encarnación a pulimento utilizada para su rostro, provisto además de ojos de cristal y pestañas postizas, y una rica cabellera deslizándose sobre su hombro y pecho refuerza la feminidad de la joven Señora. El modelo elegido por el artista es muy similar al empleado en su bellísima Inmaculada del retablo mayor de Lesaca (Navarra). Una peana de algodonosas nubes de movimiento helicoidal, de las que sobresalen cinco deliciosas cabezas aladas de inquietos serafines, le sirve de soporte y contribuye a realzar la figura al tiempo que la transporta a un escenario celestial. Mide 188 cm de altura, incluyendo la peana.

Finalizamos con otra versión pasionista y procesional del tema: la Virgen de la Esperanza de la localidad pacense de Los Santos de Maimona, titular de la Cofradía del Nazareno. Fue encargada en 1991 al escultor e imaginero Juan Ventura, natural de Lora del Río (Sevilla) y bendecida el 29 de Marzo del año siguiente. Pese a tratarse de una de las creaciones menos conocidas del veterano artista, ejemplifica muy bien su predilección por los simulacros marianos aniñados y atractivos, predominantes en el neobarroco andaluz de la segunda mitad del siglo XX. En el caso de Ventura, sus Dolorosas presentan, además, gran dulzura de rasgos y contenido rictus de aflicción.


BIBLIOGRAFÍA

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http://www.pobreyesperanza.com/

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Fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero, Miguel Ángel Caballero Pérez, Alejandro Cerezo,
Cofradía de la Esperanza (Santander), Archicofradía del Pobre (Vélez-Málaga), Juan Ventura y Manuel Álvarez.

 

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