EL ARTE SACRO DE PROPIEDAD PARTICULAR (IX)


 

De nuevo les traemos una pieza antigua, adquirida recientemente para la interesante colección particular de José Miguel Rodríguez Ruiz, de la localidad malagueña de Vélez-Málaga. Se trata de la cabeza de un San Juan Evangelista de impronta roldanesca y gran calidad artística, fechable a finales del siglo XVII, que acaba de ser restaurada por la empresa Quibla Restaura, donde se le ha devuelto todo su esplendor de antaño.

 

 
 

Según nos informa el equipo de profesionales de Quibla Restaura, la pieza que nos ocupa es un fragmento de una escultura de mayor tamaño, que posiblemente representara a San Juan de cuerpo entero. Actualmente sólo se conserva la cabeza a modo de busto, con un corte ejecutado en forma de V justo en el encuentro de las carnaciones con los ropajes tallados. La precisión de la ejecución, que confiere un gran naturalismo a la talla, se acompaña de manera equilibrada con rasgos de una juventud idealizada. En cuanto a la policromía, presenta una tonalidad algo ofuscada por los depósitos de suciedad, aunque se transluce una paleta de tonos sutiles y delicados que evocan los acabados de la porcelana. El suave cromatismo se enriquece con los tonos más oscuros del cabello, bigote y perilla que contrasta con las encarnaduras. Únicamente conserva un pequeño vestigio del manto de color rojo en la escotadura de la parte posterior. La boca está delicadamente entreabierta y los ojos están realizados en pasta vítrea, colocados tras la separación de la mascarilla desde el interior de la misma. 

 
 
 
 

La talla ha sufrido diversas intervenciones, la principal para ser mutilada con el fin de conservar sólo la cabeza. Cabe decir que esta pieza salió a subasta ya en este estado. Por otro lado, los restos de un producto de textura similar a la cera y de color amarillento, habían quedado en los entrantes de la pieza, lo que hace suponer que en algún momento se aplicase como desmoldeante para la obtención de un molde. Se evidencian barridos de policromía, especialmente en la parte izquierda del bigote, presumiblemente por un intento de limpieza con productos abrasivos. Presenta un golpe con rehundimiento de policromía en la mejilla izquierda, así como pérdida de soporte en la zona de corte, justo en la zona izquierda bajo el hueco. En la parte posterior de la cabeza se había practicado un agujero donde aún se conserva el resto de un perno metálico correspondiente a una corona o "galleta".

 
 
 
 

Según los análisis efectuados por Quibla Restaura, la pieza está realizada en madera de conífera. El volumen se ha obtenido a partir de un placado simple por encolado de piezas. La pieza metálica de sujeción de la corona es causa directa de erosiones, traduciéndose en la actualidad en daños mecánicos y debilidad estructural. Como ya se ha mencionado, la obra en la actualidad es el resultado de una mutilación del original por corte mecánico de la madera, presentando una laguna de soporte en la arista inferior delantera izquierda de la pieza, debida posiblemente, al astillado de la madera en el momento de realizar el corte para separar la cabeza del tronco. El estuco está realizado a base de sulfato de cal y cola animal de color blanco, de espesor fino y distribución regular, apreciándose faltas de adherencia hacia el soporte por los movimientos propios de la madera o daños mecánicos, así como lagunas que dejan el soporte a la vista, situadas especialmente en las zonas de corte y donde ha recibido algún tipo de erosión externa (golpes, arañazos). La policromía es al óleo. La tonalidad general de la obra huye de toda estridencia, ofreciendo unas carnaciones suaves con sombreados sutiles. Se encuentra en un irregular estado de conservación, con lagunas que molestan a la visión de conjunto y los siguientes daños observables: restos de ceras en los entrantes de la talla, importante depósito de suciedad (polvo incrustado, humo, restos orgánicos) por toda la superficie que conlleva variación de la tonalidad original. Se aprecian daños y lagunas en zonas donde ha habido una incidencia de origen mecánico o craqueladuras, bordes en contacto con las zonas de corte, etcétera. No se aprecia a simple vista una capa de protección a base de barnices. Sí aparenta tener una capa de cera aplicada como protección sobre la carnación. Los depósitos de polvo y humo graso ayudan al oscurecimiento general de la obra.

 
 
 
 

Las principales causas de degradación son de naturaleza física, química y biológica y los factores naturales más activos, solos o en unión a los anteriores, son los termohigrométricos, caracterizados por los cambios térmicos y la presencia del agua en todas sus formas. La obtención de la volumetría original (es decir, el placado) predispone a una separación de las piezas y las soluciones de fijación de las mismas son causa directa de algunos de los más importantes daños que actualmente se observan: la colocación de la corona provocó la apertura de los necesarios orificios de implante, que han favorecido la entrada de humedades que a lo largo del tiempo, y por las razones ya nombradas de higroscopicidad, unidas a las del propio debilitamiento de la madera al perforarla, han abierto la línea visible en la cabeza. Las mismas causas y efectos se observan en las restantes fisuras de la talla.

 
 
 
 

Tras la documentación fotográfica mediante luz normal, rasante y macrofotografías, en Quibla Restaura se procedió a una primera limpieza mecánica de depósitos y suciedad superficial, con brocha de pelo suave y aspiración controlada. Seguidamente, tuvo lugar el sentado de color mediante aplicación puntual (inyectado o pincelado) de cola de conejo y espátula eléctrica de las ampollas y levantamientos observados en la superficie. De este modo se evita la erosión o desprendimiento de partículas de pintura original. A continuación, tuvo lugar una limpieza de la suciedad depositada y eliminación de la cera de desmoldeo, añadida recientemente en gruesa capa. En general, la limpieza consiste en levantar de la superficie todo cuanto es extraño a la naturaleza de la obra, que desnaturaliza y ofusca los tonos originales e impide la apreciación de detalles y puede resultarle nocivo. Se realiza mediante la humectación y arrastre con hisopo, empleando un tensoactivo no iónico en disolución acuosa.

 
 
 
 

Las fisuras se protegieron con papel japonés y cola de conejo para evitar desprendimientos de policromía durante el proceso, que incluyó la reconstrucción volumétrica del pequeño fragmento astillado en la zona delantera izquierda, empleando pasta de madera epoxídica de dos componentes de endurecimiento en frío; el tratamiento preventivo anti-xilófagos por impregnación con Per-Xil en las zonas de madera desnuda; la eliminación del resto del perno de anclaje de la corona, y el sellado de los orificios de la cabeza. También se llevó a cabo el estucado de lagunas pictóricas y zonas de restitución volumétrica, empleando cola animal y sulfato de cal bihidratado, muy fino de textura y similar a la preparación original. A petición del propietario, se estucó el rehundimiento provocado por el golpe en la mejilla, si bien, se respetó y conservó bajo la capa de estuco la policromía alojada en la hendidura. La reintegración del color en las zonas dañadas, a fin de devolver la continuidad óptica y estética del conjunto, se hizo con materiales reversibles y distintos a los originales, acercándose, no obstante, a la apariencia primera de la obra, tanto en textura como en color. El barniz de protección se aplicó fino y pulverizado con resina Paralloid B-72 en Tolueno al 10%, a fin de proteger y aislar el original de todo añadido posterior. También se ajustó la reintegración con pigmentos puros al barniz y se procedió al barnizado final con resina Paralloid B-72 en tolueno al 5% mediante pulverizado. Por último, se aplicó cera microcristalina con posterior bruñido, que permite escoger el nivel y la intensidad del brillo deseado en el acabado. El espléndido resultado de Quibla Restaura queda a la vista.

 

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