EL ARTE SACRO DE PROPIEDAD PARTICULAR (XIV)

Con información de Manuel Botella Rodríguez


 

 
     
     

Esta Dolorosa de pequeño formato (85 cm de altura) es una talla del escultor e imaginero Miguel Láinez Capote, quien reutilizó en 1939 una mascarilla antigua, presumiblemente del siglo XVII, según se desprende de la primera de las numerosas intervenciones que ha sufrido. Las manos son del mismo autor gaditano, aunque de barro cocido.

     
     
 
     
     

La imagen fue restaurada en Sevilla por José Romero (1992), quien eliminó añadidos de materiales poco nobles, sobre todo del cabello, y la encarnó de nuevo. En el año 1996 fue de nuevo intervenida y reformada por el escultor e imaginero Luis González Rey en Cádiz, quien la dotó de la impronta actual, intentando mantener el estilo de su autor original. Por último, en el año 2008, fue levemente restaurada por el Taller Daroal de Sevilla, donde eliminaron del pelo tallado las señales propias de los alfileres que se utilizan para su atavío y le reemplazaron los brazos por otros de nueva ejecución.

     
     
 
     
     

Como hemos apuntado anteriormente, la imagen, que recibe la advocación de María Santísima de la Paz, posee las manos modeladas en terracota. Su mascarilla es de cedro, estando el resto de la cabeza labrado en madera de pino. La devanadera o candelero interno, elemento muy habitual en este tipo de piezas de vestir, es de caobilla.

     
     
 
     
     

De entre el amplísimo ajuar con que cuenta la Señora destaca la corona en plata de ley, cincelada por el obrador de Marmolejo en Sevilla, a principios del año 1993, así como una saya ejecutada por Lorenzo Guttenberg y Juan Zamanillo en Cádiz, a partir de unos antiguos bordados del siglo XIX. También podemos destacar algunas joyas en plata y oro, de diversas procedencias, y varios encajes antiguos, bordados y de bruselas. Como preseas, cuenta además con una diadema realizada en los Talleres Santos de Sevilla y una media luna en alpaca plateada de procedencia cuzqueña.

     
     
 
     
     

La Dolorosa de la Paz, de facciones muy aniñadas, afligida mirada cabizbaja y devota expresión, se integra plenamente dentro del grupo de imagencitas marianas de tipo popular, propias de la veneración doméstica o conventual. Recibe culto privado en Cádiz y es propiedad de la Familia Botella-Rodríguez.

 

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