LA IMAGINERÍA EN LA PROCESIÓN MAGNA DE JEREZ
Jesús Abades y José Manuel Arana
MISTERIOS
Prendimiento de Jesús - Obra casi segura de Francisco Camacho de Mendoza, imaginero y arquitecto de retablos jerezano que dominó la escultura religiosa de la primera mitad del siglo XVIII en Jerez y su comarca, trabajando también para pueblos y ciudades cercanos. Su estilo conecta con lo roldanesco o, lo que es lo mismo, con la obra de José de Arce, otro destacado escultor que realizó una parte relevante de su obra en Jerez. La imagen, conocida popularmente como El Prendi y erróneamente atribuida a la Roldana, es una obra muy afortunada que rompe con el habitual frontalismo de la iconografía del Cautivo, de la que se puede considerar una sus mejores representaciones. Frontalismo que se rompe con el barroco dinámico y la asimetría del cabello y de toda la composición corporal. Fue restaurado por Sebastián Santos (1972). Los personajes que integran el misterio son San Pedro y dos sayones que prenden a Jesús, todos ellos de autor anónimo valenciano (Siglo XIX). El paso es una espléndida obra de Manuel Guzmán Bejarano (1975-84), con ángeles de Luis Ortega Bru.
Cristo de la Expiración - Magnífica copia de una talla del Siglo XVII cuyas cenizas se encuentran en el interior de la actual efigie. Fue realizada en 1950 por el excelente escultor y restaurador gaditano Juan Luis Vasallo Parodi. Más propia de un simulacro de Cristo agonizante en la cruz que de una representación de Jesús expirante, la imagen, de gran tamaño (190 cm), presenta una singular y sugestiva composición gracias a los aditamentos con los que es expuesta al culto: peluca de pelo natural; cruz lisa y rectangular, cincelada en plata de ley por el orfebre asidonense Francisco Márquez (1743), y paño triangular que pende del madero, bordado en oro sobre malla del mismo metal por José Guillermo Carrasquilla (1952), que simboliza el eclipse producido como consecuencia de la muerte de Cristo.
Descendimiento de Cristo - Colosal y arriesgado misterio, fruto del gran talento de Luis Ortega Bru, quien modeló un Cristo según las raíces castellanas de imaginería y presentó las figuras de Los Santos Varones ejecutadas en talla completa, siendo el resto del misterio (La Virgen de las Tristezas, San Juan y Las Tres Marías) concebido para vestir. El conjunto, realizado entre 1950 y 1957, merece situarse entre los mejores grupos procesionales del Siglo XX. Su autor se aparta de los usos de la escuela sevillana, plenamente dominantes en la zona de Andalucía Occidental durante la pasada centuria, para ofrecernos un conjunto de figuras innovadoras, de rasgos recios y expresiones atormentadas, donde se busca más la tragedia que la estética y la compasión del espectador que su agrado ante unas imágenes bellas. La imagen de Jesús, corpulenta y gubiada con dureza, se relaciona con su homónimo malagueño, labrado también por el artista sanroqueño. Procesiona sobre una andas neobarrocas, talladas por Manuel Guzmán Bejarano y Luis Jiménez Espinosa (1958), con capillas de Ortega Bru, quien remató así una de sus obras más personales y completas.
DOLOROSAS
Virgen del Desconsuelo - Exquisita Dolorosa, titular de la Cofradía de los Judíos de San Mateo, que procesiona acompañada por la imagen de San Juan Evangelista. Ambas fueron bendecidas en 1713 y comparten autoría. Tradicionalmente, se han relacionado con la labor de Camacho de Mendoza, opinión formulada por el imaginero Tomás Chaveli y secundada por la historiadora Aurelia Romero Coloma. Sin embargo, el estudioso Fernando Aroca Vicenti ha relacionado estas efigies con el grupo de La Piedad del Santo Entierro, que describiremos a continuación, y con la Virgen del Mayor Dolor, todas ellas tallas anónimas de la misma época, ésta última de clara estirpe roldanesca. Nosotros compartimos la opinión de Aroca Vicenti y, a la espera de profundizar próximamente en el tema, consideramos que su paternidad artística debe quedar, de momento, en un prudente anonimato. El palio y manto con los que desfila son dos maravillosas obras del sevillano Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1902), bordadas en hilo de oro y sedas sobre terciopelo granate y azul, respectivamente.
Virgen de la Esperanza - Impresionante representación de María en sus Dolores, de rostro consumido y sentida aflicción. Popularmente conocida como La Yedra, podemos relacionar su autoría con Diego Roldán Serrallonga, imaginero sevillano, miembro de la ilustre familia de los Roldanes (nieto de Pedro, sobrino de Luisa y primo de Pedro Duque Cornejo) y afincado en Jerez en la primera mitad del XVIII, que desarrolló su actividad en buena parte de la actual provincia de Cádiz y parte de la de Sevilla. La Virgen perteneció a la antigua cofradía del Cristo de la Salud, con sede en el desaparecido convento mercedario descalzo de Belén, donde ostentaba la advocación de Los Dolores, siendo adquirida por la corporación de La Sentencia por 275 pesetas. Presenta notables semejanzas con la Virgen de los Dolores, de Lebrija, y la jerezana Dolorosa del Valle (antes de ser reformada por Tomás Chaveli, Britto y Buiza), siendo la única del grupo que no dispone la cabeza de manera frontal sino dirigida hacia su izquierda, posiblemente bucando el consuelo del Discípulo Amado, cuya talla no conservamos. Como nota anecdótica decir que siempre se había adjudicado esta talla erróneamente a la escuela granadina; hubo algún atrevido que llegó a relacionarla con la gubia del gran Pedro de Mena y últimamente ha habido quien sin ningún tipo de conocimientos la ha relacionado con su discípulo Zayas. El palio y manto con los que procesiona son dos magníficas piezas de la sevillana Esperanza Elena Caro (1946-48), bordadas en hilo de oro y sedas de colores sobre terciopelo verde.
Virgen de la Piedad - Como hemos apuntado anteriormente, ha sido recientemente relacionada por Aroca Vicenti con las Dolorosas del Mayor Dolor y del Desconsuelo. Se sabe con certeza que fue labrada en el año 1712, un año antes que la titular de Los Judíos de San Mateo. Por fotografías antiguas, podemos observar que ha llegado hasta nosotros con ciertos retoques, principalmente en su policromía, habiendo variado un tanto su aspecto sin desvirtuar su noble impronta primitiva. La última restauración corrió a cargo de Francisco Arquillo Torres (1980). La bella titular de la Cofradía del Santo Entierro es la única Dolorosa bajo palio que procesiona acompañada de San Juan Evangelista, María Magdalena, María Salomé y María Cleofás, formando una composición en el paso tan abigarrada como sugestiva. El resto de tallas son parejas a su estilo y a su fecha de ejecución. El palio y el manto que saca en procesión fueron adquiridos a la sevillana Cofradía de la O y son obra de las Hermanas Antúnez (1891-2), con bordados en hilo de oro sobre terciopelo negro. Fueron pasados y restaurados por los talleres de Fernández y Enríquez (1991), de Brenes.
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