REVOLUCIONARIOS DEL SIGLO XX. OBRAS MAESTRAS DEL MUSEO DE ISRAEL

09/05/2018


 

 
 

Retrato imaginario de Sade

Man Ray
1941
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Introducción

Duchamp, Magritte, Dalí, Revolucionarios del siglo XX. Obras maestras del Museo de Israel, Jerusalén es una exposición puntera dedicada a los revolucionarios del Dadaísmo y el Surrealismo. Se han reunido para la ocasión piezas de diverso formato firmadas por Duchamp, Magritte, y Dalí, pero también de Ernst, Tanguy, Man Ray, Calder, Picabia, Schwitters, Höch, Blumenfeld y Janco, entre otros. De esta forma, la muestra narra un periodo de brillante y extraordinaria creatividad a través de obras maestras como El Castillo de los Pirineos (Magritte, 1959), Ensayo Surrealista (Dalí, 1934) y Main Ray (1935, Man Ray).

En total se exponen en Madrid cerca de 180 obras como préstamo del Museo de Israel en Jerusalén, que gracias a la donación del poeta y galerista Arturo Schwarz, atesora una de las colecciones más completas del mundo sobre dadaísmo y surrealismo. La exposición, que se desplegará en las majestuosas salas del Palacio de Gaviria, ha sido comisariada por la doctora Adina Kamien-Kadzan, comisaria del Museo de Arte Moderno de Israel.

Duchamp, Magritte, Dalí, Revolucionarios del siglo XX está organizada por la compañía italiana Arthemisia y Art Projects junto con la Fondazione Cultura e Arte, en cooperación con el Museo de Israel en Jerusalén, el Ayuntamiento de Madrid y la Embajada de Israel en España. El diseño espacial corre a cargo del eminente arquitecto Oscar Tusquets, quien para la ocasión ha reconstruido la Sala Mae West de Dalí y la instalación 1.200 sacos de carbón creada por Duchamp para la Exposición Internacional de Surrealismo en 1938.

 

 
 

Le Chateau de Pyrenees

Renè Magritte
1959
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Deseo: la musa y la violencia

Para los surrealistas, la temática del deseo fue toda una avenida para explorar las fantasías, los miedos y las inhibiciones inconscientes. El objetivo que tiene la liberación de los deseos a través del arte está conectado con el surgimiento de los regímenes totalitarios y el estallido de las dos guerras mundiales: en este contexto, la líbido se convirtió en una fuerza revolucionaria, una forma de rebelarse contra la censura política y social.

A finales de la década de 1920 el tema del deseo se convirtió en una especie de obsesión y las teorías de Freud sobre la sexualidad circulaban dentro del movimiento, transformado a los artistas y escritores en "agentes del deseo". La mujer, percibida como fuente de inspiración, encarnaba tanto una promesa como un símbolo de poder. La figura pasiva de la "femme-enfant" (la mujer-niña) demostró ser especialmente atractiva dada su doble naturaleza, a la vez inocente y seductora.

Los surrealistas compartían una visión patriarcal del género femenino: "¿acaso lo esencial no es que seamos dueños de nosotros mismos, y, también, señores de las mujeres y del amor?" (Manifiesto surrealista, 1924). Esta exaltación del deseo enraizaba en las ideas del Marqués de Sade, un aristócrata francés del siglo XVIII que consideraba que la liberación de las pasiones era un derecho inalienable del hombre.

El cuerpo femenino se convirtió en el elemento central de muchas pinturas, fotografías, collages y esculturas surrealistas: idealizado y mitificado, o destruido y fragmentado, se convirtió en el objeto pasivo de un acto de deseo. Los collages y montajes proporcionaban una plataforma para diseccionar, recomponer o desfigurar la imagen femenina. Al utilizar a la mujer como forma de proyectar sus ansiedades y sus conflictos no resueltos, estos artistas, especialmente Hans Bellmer, analizaban los aspectos más tabú del deseo.

André Breton consideraba que la reacción física ante el arte era similar al placer erótico: una forma de euforia que también resuena en las fotografías de Man Ray, en las cuales la musa femenina asume el papel protagonista. En contraste, Marcel Duchamp exploró el impulso erótico a través de su alter ego femenino, Rose Sélavy, explorando las fronteras de género y reinventándose a sí mismo como un objeto de deseo.

 

 
 

El espectro de la gardenia

Marcel Jean
1936-1938
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Yuxtaposiciones maravillosas

La utilización de materiales y objetos "encontrados" en los collages, montajes y objetos dadaístas y surrealistas desdibuja los límites entre el arte y la existencia. Se incorporan elementos de la vida diaria y se combinan en sorprendentes yuxtaposiciones que seducen, impactan y desorientan al observador. Este proceso de "reubicación" saca a relucir el potencial poético de los materiales utilizados para crear objetos oníricos que parecen haber sido "extraídos de las extrañas profundidades de la mente inconsciente".

El dadaísmo explotó el rápido desarrollo tecnológico que se había producido en la radio, el cine, los procesos de fabricación industrial y la prensa ilustrada. Los dadaístas conformaban un grupo internacional que incluía a artistas tan diversos como Kurt Schwitters, Hannah Höch, Max Ernst, Marcel Janco, Man Ray y Marcel Duchamp, algunos de los cuales se incorporaron posteriormente al movimiento surrealista.

Las estrategias dadaístas conllevaban la adquisición, edición y organización de objetos, imágenes y textos producidos mecánicamente. Entre los principales dispositivos creativos empleados se encontraban la casualidad, el humor y los juegos de palabras.

Duchamp comenzó su trabajo radicalmente innovador antes de la I Guerra Mundial, de modo independiente al dadaísmo. Según Breton, los "ready-mades" de Duchamp presagian los objetos surrealistas como contraparte visual de las cautivadoras metáforas poéticas empleadas en los textos clave del movimiento: "tan hermoso como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de operaciones".

Los collages y objetos surrealistas sirvieron de inspiración a generaciones posteriores de artistas, como por ejemplo Joseph Cornell, y han entrado a formar parte de las prácticas artísticas contemporáneas o de la creación de instalaciones y obras para un lugar específico, incluso se han extendido al ámbito de los medios comerciales.

 

 
 

Sin Título

Joseph Cornell
Hacia 1960
Museo de Israel (Jerusalén)

 

El automatismo y su evolución

Con el fin de rejuvenecer la poesía y las artes visuales mediante la utilización de fuentes de creatividad no empleadas previamente, el surrealismo exploró los aspectos más oscuros de la mente: los sueños, la enfermedad mental y el inconsciente. Los escritores y artistas desarrollaron técnicas "automáticas" para escapar al control consciente y explorar las fuentes de su inconsciente. El automatismo refleja la pasión de los surrealistas por los nuevos descubrimientos realizados en el campo de la psiquiatría a principios del siglo XX: consideraban el automatismo como el equivalente visual de la libre asociación empleada por Freud en el psicoanálisis.

Según Breton, la esencia del automatismo reside en mantener alerta "las voces de nuestro inconsciente" y en escapar al control consciente de la lógica, la estética o la moralidad, todas ellas enemigas acérrimas de la imaginación y de la creatividad. Los surrealistas se esforzaban por ampliar su mente recuperando la libertad de la imaginación, a la que normalmente solo se tiene acceso durante la infancia, en los sueños o en los momentos de locura. El papel de la razón debería limitarse al reconocimiento y al registro de los magníficos fenómenos que emanan del inconsciente.

En el surrealismo la búsqueda de procesos que consiguiesen liberar el arte del control del pensamiento consciente se traduce en diversas técnicas y formas del arte, entre las que se incluyen los "dibujos automáticos" de Jean Arp y André Masson, las obras semiautomáticas de Joan Miró y los frottages (frotados) and grattages (raspados) de Max Ernst. Man Ray y otros fotógrafos desarrollaron técnicas nuevas tales como la solarización, los fotogramas y los efectos casuales para crear obras llenas de misterio y ambigüedad.

En los años 40, cuando muchos representantes destacados del movimiento se vieron abocados al exilio debido a la II Guerra Mundial, el automatismo se convirtió en una fuerza impulsora para los artistas de la escuela de Nueva York. Impactados por la idea del inconsciente como fuente de inspiración artística, estos futuros Expresionistas abstractos ampliaron el repertorio de las prácticas automáticas. 

 

 
 

Observatory Time (The Lovers)

Man Ray
1932-1934
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Biomorfismo y metamorfosis

El biomorfismo refleja la preferencia surrealista por las formas ambiguas y orgánicas. Esta predilección subyace en el origen de las pinturas, las esculturas y los relieves que están inspirados en fenómenos naturales: temas anatómicos, astronómicos y botánicos. Con la fusión de elementos figurativos y abstractos, Jean (Hans) Arp e Yves Tanguy desarrollaron un lenguaje "biomórfico".

Arp simplificó las formas de la naturaleza desnudándolas hasta llegar a su esencia abstracta. Sus obras biomórficas capturan y expresan la energía vital de la existencia, liberando al arte de las restricciones impuestas por la civilización. Los cuadros de Yves Tanguy combinan figuras de animales, plantas y personas con formaciones de rocas, dando lugar a paisajes evanescentes. Durante la II Guerra Mundial y en la postguerra estos paisajes se hicieron cada vez más áridos y afligidos, ofreciendo una convincente representación psicológica de la Europa de la época.

El surrealismo asignaba un valor considerable a lo mágico, a la transformación y a la hibridación. En los años veinte el movimiento se vio influido por Picasso y su empleo de la metamorfosis, tal como testimonian la temática y la técnica que adoptó André Masson tanto para sus obras figurativas como para las más abstractas y automáticas. La metamorfosis ilustra el poder de la imaginación individual para trascender la realidad y la razón con el fin de acceder al terreno de lo maravilloso. Los mitos de las culturas de los nativos americanos y del Pacífico proporcionaron modelos de expresión no sometida a censura e imágenes de la metamorfosis humano-planta. Inspirándose en las culturas no occidentales, la alquimia y otros fenómenos ocultos, Max Ernst llegó a la conclusión de que el artista tiene que restablecer la armonía mítica y espiritual con la naturaleza, una conexión que se había perdido con el cristianismo, el racionalismo y la tecnología occidental.

Victor Brauner fue más allá en la exploración de lo oculto y del misticismo: su arte representa la fusión de una amplia gama de culturas, mitos y creencias religiosas. Centrándose en las representaciones figurativas, ya sean seres humanos, animales o figuras míticas, Brauner desarrolla un complejo vocabulario de formas simbólicas.

 

 
 

Ensayo surrealista

Salvador Dalí
1934
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Ilusión y paisaje onírico

La creencia en el poder embriagante y liberador de la imaginación y de los sueños ha sido un concepto clave para los surrealistas. Estos paisajes oníricos evocan una sensación de misterio, cuestionando nuestra percepción de la realidad mediante la yuxtaposición de objetos inconexos, a menudo situados en paisajes en los que el tiempo y el espacio se encuentran distorsionados. Al igual que en los sueños, la memoria y los viajes espaciales, la realidad se funde con la imaginación. En el Manifiesto surrealista de 1934, Breton declara lo siguiente: "Creo en la futura armonización de estos dos estados, aparentemente tan contradictorios, que son el sueño y la realidad, en una especie de realidad absoluta, en una surrealidad."

Las imágenes oníricas creadas por los surrealistas reflejan la influencia de la publicación de la obra pionera de Sigmund Freud, La interpretación de los sueños (1900), que considera que los sueños son una ventana al inconsciente. Para los artistas de este período, los sueños representaban un territorio en el que los juicios y la razón se encuentran suspendidos.

Una figura especialmente influyente en este sentido fue Giorgio de Chirico, el fundador de la pintura metafísica. Fascinado por la oscuridad, la melancolía y la evasión de la realidad, de Chirico crea paisajes urbanos intemporales que transmiten una sensación de inquietud mediante la manipulación de la perspectiva. Las invenciones poéticas de René Magritte son aparentemente imágenes simples repletas de complejas asociaciones. Sus metáforas visuales reflejan una maestría de lo dramático y lo impactante. Tanto Magritte como Dalí demostraron un virtuosismo técnico poco frecuente, lo que les permitía crear ilusiones tangibles que difuminan las fronteras entre la realidad y la fantasía.

La fusión de imágenes en un espacio ilusorio se hizo también muy popular en la fotografía surrealista: los fotomontajes combinan múltiples imágenes en una única fotografía. Utilizando un medio que normalmente se percibe como "real y fiable", Herbert Bayer retaba al observador desafiando al tiempo y al espacio. Al igual que otros artistas, Bayer a menudo empleaba los ojos como símbolos del voyerismo y el poder de la visión interna.

Donde quizá se capturan mejor los sueños es en el cine. Usando el montaje, la doble exposición y el fundido, las películas surrealistas evocan un estado de alucinación y equiparan el proceso cinematográfico con el onírico.

 

 
 

Waistcoat for Benjamin Péret

Marcel Duchamp
1958
Museo de Israel (Jerusalén)

 

Oscar Tusquets Blanca y la Sala Mae West

El "invitado especial" en el Palacio de Gaviria es la reproducción de una de las instalaciones surrealistas más icónicas que se conservan: Retrato de Mae West de Salvador Dalí, que puede utilizarse como apartamento surrealista (1934-35) del Museo Dalí de Figueras (imagen inferior).

Excepcionalmente, el arquitecto Oscar Tusquets, amigo y colaborador de Dalí, ha recreado esta obra en Madrid: su sala/instalación ha sido concebida como un eco del pasado. Una evocadora alienación del espacio que hará resaltar los aspectos más brillantes del arte del Marqués de Púbol, un artista famoso por su característico bigote: juegos de luces, perspectivas distorsionadas y una ilusión en expansión que acompaña al público en una visita repleta de sueños, misterio y ficción, paisajes todos ellos característicos del alma de Dalí.

 

 

Hasta el 15 de julio de 2018 en el Palacio de Gaviria (Calle del Arenal 9, Madrid)
Horarios: todos los días, de 10:00 a 20:00 horas (viernes y sábados hasta las 21:00 horas)

 

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