LAS FURIAS. DE TIZIANO A RIBERA

20/01/2014


 

 
 

Ticio

Tiziano
1548-1549

Óleo sobre lienzo
253 x 217 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Introducción

Las Furias aparecen como conjunto en la historia del arte en el año 1548, cuando María de Hungría encargó a Tiziano para su palacio de Binche, a las afueras de Bruselas, cuatro lienzos con los personajes de Ticio, Tántalo, Sísifo e Ixión identificados como los príncipes alemanes que se habían alzado contra su hermano, el emperador Carlos V, y a quienes había derrotado un año antes en Mülhberg.

En España se conoció como Furias a cuatro moradores del Hades greco-latino, al que habían sido condenados por haber desafiado a los dioses: Ticio, cuyo hígado devoraba un buitre por intentar violar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a su hijo de festín a los dioses; Sísifo, condenado a portar una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por querer seducir a Hera.

El título Furias es en realidad fruto de una confusión. En puridad, las Furias eran unos personajes femeninos, personificación del castigo y la venganza, encargados de velar porque los condenados en el Hades cumplieran sus castigos, pero en España, desde el siglo XVI, se conoció con este nombre a los lienzos que Tiziano dedicó a Ticio, Ixión, Tántalo y Sísifo, utilizándose desde entonces el termino Furias para designar esta temática.

Durante los 120 años posteriores al encargo de María de Hungría a Tiziano, el tema de las Furias disfrutó de notable fortuna y asumió otros significados además del político inicial. Desde finales siglo XVI se consideró un asunto idóneo para ilustrar la dificultad máxima en el arte al tratarse de enormes figuras desnudas en complicados escorzos y representar el dolor extremo, de ahí que fueran elegidas por grandes artistas como Rubens y Goltzius o Van Haarlem para demostrar su talento, o Ribera y Rombouts para visualizar la estética del horror que recorría entonces Europa. Sin embargo, tras su apogeo napolitano con Ribera y veneciano con Langetti, hacia 1680 la temática de las Furias comenzaba a dar signos de agotamiento hasta ser reemplazada en 1700 por otros asuntos que permitían a los pintores planteamientos similares.

 

 
 

Ticio

Miguel Ángel Buonarroti
1532

Tiza
33 x 19 cm
Colección Real del Castillo de Windsor en Londres

 

Miguel Ángel

Con anterioridad a 1548, cuando Tiziano empezó a pintar las Furias, sólo Ticio contaba con un precedente de prestigio: el dibujo que Miguel Ángel Buonarroti regaló en el año 1532 a Tommaso Cavalieri y en cuyo verso el maestro veneciano convierte la figura mitológica en Cristo Resucitado.

Miguel Ángel creía que sólo la estatuaria clásica proporcionaba el repertorio formal adecuado para recrear los mitos antiguos y su principal fuente de inspiración fue el famoso Laocoonte, que se convertiría a partir de entonces en referencia ineludible para cualquier pintor enfrentado a las Furias.

El grabado realizado por Nicolas Beautrizet permitió la inmediata difusión de la invención de Miguel Ángel y sobre él Gregorio Martínez realizó una composición original otorgando un novedoso protagonismo al rostro doliente del gigante e incluyendo un púdico paño de pureza que cubre sus genitales, todo ello en uno de los escasísimos cuadros mitológicos que existen de la España del Renacimiento.

 

 
 

Sísifo

Tiziano
1548-1549

Óleo sobre lienzo
237 x 216 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

María de Hungría, Tiziano y la Alegoría Política

Las Furias formaron parte del programa iconográfico desplegado en la Gran Sala del Palacio de Binche, que incluía otras pinturas, esculturas y tapices y trasmitía un doble mensaje: de un lado, el castigo para los rebeldes contra el orden establecido; del otro, el inicio de una Edad de Oro tras la batalla de Mühlberg.

Distintivo de la Gran Sala fue el recurso a la alegoría, inusual en la dinastía de los Habsburgo, pero que se consideró adecuada para trasmitir la atemporalidad de la Edad de Oro.

Las Furias fueron un reto para Tiziano. Conceptualmente fue el primer encargo imperial que no era un retrato y su primera incursión en la alegoría política; formalmente, eran enormes composiciones de una sola figura que exigían una monumentalidad y un pathos dramático para los que la escultura clásica y Miguel Ángel eran referentes obligados, máxime tras su estancia en Roma entre 1545 y 1546.

 

 
 

Ixión

Cornelisz van Haarlem
1588

Óleo sobre lienzo
192 x 152 cm
Museo Boijmans van Beuningen de Rotterdam

 

El Desafío Artístico. La Academia de Haarlem y Rubens

A finales del siglo XVI los pintores vieron en las Furias un excelente vehículo para abordar dos nociones artísticas que ya Tiziano tuvo presentes: la de varietas (variedad de actitudes y movimientos) y la representación de los affetti o estados de ánimo, en este caso el dolor extremo.

Aunque las Furias de Tiziano estaban ya en España en el año 1558, fue en los Países Bajos donde tuvieron un impacto más temprano, tanto en artistas que pudieron estudiarlas in situ: Michael Coxcie y Maarten van Heemskerck, como a través de grabados, algunos realizados por holandeses como Cornelis Cort bajo la supervisión de Tiziano. Todo ello cristalizó en Haarlem en la década de 1580 en torno a su Academia, cuyos principales promotores fueron Van Mander, Goltzius y Cornelisz van Haarlem.

El ideario de la Academia combinaba una interpretación extrema de Miguel Ángel, consistente en anatomías hipertrofiadas y escorzos inverosímiles, con un interés por la varietas.

La frontera política y religiosa no impidió los contactos artísticos entre las ciudades de Haarlem y Amberes, como ejemplifica la influencia mutua entre Goltizus y Rubens. Éste volvió en el año 1608 de Italia con un lenguaje que fusionaba intereses anticuarios, la monumentalidad de Miguel Ángel Buonarroti y el color veneciano, síntesis que visualizó admirablemente en su obra Prometeo.

 

 
 

Ticio

José de Ribera
1632

Óleo sobre lienzo
227 x 301 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Ribera y la Estética del Horror

En la segunda mitad del siglo XVI fue abriéndose paso la idea de que una obra de arte podía visualizar un asunto desagradable de modo atractivo y que la representación habilidosa y con talento de estas escenas compensaba su efecto angustioso. Caravaggio (1570-1610) fue decisivo en la "normalización" de esta estética del horror y con ella se familiarizó Rubens en sus años italianos (1600-1608).

Esta fascinación por el horror alcanzó su ápice en Nápoles entre 1630 y 1660, pudiendo hablarse de una "estética del horror" en cuya formulación fue decisivo el poeta Giambattista Marino (1569-1625). Marino defendía el horror no como estrategia para transmitir un mensaje, sino como el mensaje en sí.

Las Furias servían admirablemente a este propósito y, en torno al año 1620, regresaron a Italia, en buena medida gracias a pintores holandeses y flamencos radicados en Roma como David de Haen o Theodore Rombouts.

Fue sin embargo el español José de Ribera quien convirtió las Furias en el epítome del horror en la pintura e hizo de Nápoles la ciudad donde disfrutaron de mayor predicamento. Aunque Ribera sólo pintó Furias hasta el año 1635, las mismas contribuyeron decisivamente a fijar la imagen de un pintor que se regodeaba en la violencia y el horror, trasladando a su persona la temática de los lienzos.

 

 
 

Prometeo

Salvator Rosa
1648-1650

Óleo sobre lienzo
344 x 214 cm
Palacio Corsini de Florencia

 

De Nápoles a Venecia: La Difusión Italiana de las Furias

Desde Nápoles las Furias se extendieron por Italia a través de obras de Ribera y los viajes de pintores próximos a él, como Salvator Rosa, que en 1639 eligió un Ticio para presentarse en Roma.

En Génova, sin embargo, el aporte napolitano se sobrepuso a un interés local por las Furias desde inicios del siglo XVII, ligado al tratamiento monumental de la anatomía en pintores como Luciano Borzone y a patronos como Giovan Carlo Doria, amigo de Marino, coleccionista de Rubens y propietario de varias Furias, cuyo palacio acogió una Accademia dei Nudi. En este ambiente se educó Asseretto, quien confirmaría su interés por las Furias tras visitar Roma un año después del triunfo allí de Rosa con su Ticio.

Las Furias tuvieron su momento postrero de esplendor en la ciudad de Venecia, de nuevo gracias al arribo de obras napolitanas y de pintores como Luca Giordano, que difundieron tanto la temática como la estética del horror de la que participaban. Su principal cultor fue el genovés Giovan Battista Langetti, quien combinó ecos de Asseretto con un conocimiento profundo de Ribera. Llegado a Venecia en 1655, Langetti fue el principal representante de los tenebrosi, un interesante grupo de pintores que encontraron en el tenebrismo de raíz caravaggesco-riberesca la opción estética adecuada para expresar su agitado estado interior.

 

 
 

Ixión

Giovanni Battista Langetti
Siglo XVII

Óleo sobre lienzo
193,6 x 258,4 cm
Museo de Arte de Ponce

 

Actividades Paralelas

 

Conferencia
Miércoles, 5 de febrero a las 18.30h
Ingenio Tenebroso y Oscuro. La Pintura Tenebrista Veneciana en el Siglo XVII
Linda Borean (Universidad de Udine). Con traducción simultánea

Claves para ver la Exposición
Esta actividad, gratuita para los visitantes del Museo, se desarrollará en el auditorio durante los meses de apertura de la exposición. El Museo del Prado ofrecerá una breve charla didáctica sobre los artistas implicados, su estilo y su producción artística que facilitará al público asistente su posterior recorrido por las salas, proporcionándole las claves esenciales para apreciar y comprender mejor las obras que forman parte de la exposición. Los lunes a las 11:00 y a las 17:00 horas.

El Prado Joven
Los jóvenes de entre 15 y 25 años de edad tendrán la oportunidad de visitar la exposición gratuitamente, el último viernes del mes de febrero, día 28, de 18:00 a 20:00 horas. Durante su visita, contarán con la colaboración de jóvenes licenciados en Historia del Arte a quienes podrán consultar sobre los contenidos de Las Furias. De Tiziano a Ribera. El acceso se realizará a través de la Puerta de los Jerónimos.

 

Del 21 de enero al 4 de mayo de 2014 en el Museo Nacional del Prado de Madrid (Paseo del Prado, nº 8)
Horario: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 19:00 horas.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com