ANTONIO RAFAEL MENGS (1728-1779)

24/11/2025


 

 
 

Autorretrato

Fundación Casa de Alba, Palacio de Liria

 

Introducción

Antonio Rafael Mengs (Aussig, 1728 - Roma, 1779) recibió sus nombres gracias a la admiración de su padre, Ismael Mengs, por Antonio Allegri da Correggio y Rafael de Urbino.

Desde niño estuvo sometido a una estricta educación artística bajo la atenta mirada de Ismael, pintor de la corte sajona en Dresde. La familia se trasladó a Roma para que el joven pudiera estudiar en El Vaticano y asistir a la academia del pintor Marco Benefial.  Sus años formativos transcurrieron por tanto entre Dresde y Roma, donde tuvo acceso tanto a las ricas colecciones de Sajonia como al extraordinario conjunto de esculturas de la Antigüedad clásica reunido en la Ciudad Eterna, además de a las obras de los grandes maestros renacentistas y barrocos.

Sus primeros encargos lo ligaron a Dresde, pero en 1761 sería llamado al servicio de Carlos III, alternando su presencia en España con estancias en Italia. Mengs fue un artista demandado por diversas cortes europeas, aunque los ejemplos más notables de su arte quedaron en España gracias al mecenazgo de Carlos III.

La propuesta clasicista de Mengs, estrechamente ligada a la de su amigo Johann Joachim Winckelmann y basada en la admiración por la Antigüedad grecorromana y las obras de Rafael, Correggio y Tiziano, marcó el camino que seguirían las generaciones posteriores. Ese legado se refleja especialmente en la obra de Jacques-Louis David y Antonio Canova.

Además, su extraordinaria ambición le llevó a confrontar su obra con la de Rafael -considerado por entonces el príncipe de los pintores-, en un ejercicio de emulación; es decir, obrando con la intención deliberada de imitar y superar sus pinturas, que en su época se llegó a considerar irrespetuoso con la memoria del maestro. 

En su escala de valores artísticos, el fresco ocupaba el lugar preeminente, por encima de la pintura al óleo. Pensaba que su extraordinaria resistencia y durabilidad le garantizarían una fama más perdurable.

 

 
 

Octavio y Cleopatra

National Trust Collections, Stourhead, The Hoare Collection

 

Roma. La fascinación del mundo antiguo

Mengs construyó su carrera a partir de tres factores relacionados con Roma, provocando con ello un cambio drástico en el devenir del arte de la pintura, inconcebible sin tener presente su poderosa personalidad artística.

Esos tres estímulos fueron el contacto directo con las ruinas clásicas y con obras relevantes de sus más admirados pintores -preferentemente Rafael de Urbino y Annibale Carracci- la presencia de magníficos clientes y a la llegada en 1755 del arqueólogo alemán Johann Joachim Winckelmann, con el que inició una fructífera y sincera amistad, que le abrió los ojos a un concepto de belleza que solo se podía encontrar en la estatuaria antigua.

La propuesta teórica de Mengs y Winckelmann, que ambos comenzaron a desarrollar desde 1755, partía del convencimiento de la superioridad artística del arte clásico griego. Ante la ausencia de pinturas de esa época, fijaron su atención en las esculturas, preferentemente de hombres en edad adulta, de donde dedujeron un impreciso concepto de belleza ideal, que Mengs trató de plasmar en sus lienzos. Con ello, este artista dio inicio a uno de los periodos más apasionantes de la historia de la pintura, de una extraordinaria trascendencia posterior. 

El fin de la amistad entre Mengs y Winckelmann vino motivado por la aparición en 1760 de un falso fresco, pretendidamente antiguo, que en realidad había sido pintado por Mengs con la intención aparente de perjudicar la reputación del arqueólogo. Winckelmann no solo lo consideró antiguo, sino que llegó a publicarlo con encendidos elogios. El posterior descubrimiento del engaño provocó la ruptura definitiva entre el erudito y el pintor.

 

 
 

Lamentación sobre Cristo muerto

Patrimonio Nacional, Madrid, Galería de las Colecciones Reales

 

Pintor filósofo

A lo largo de su vida, Mengs publicó un par de ensayos exponiendo su pensamiento artístico. A la muerte del pintor, José Nicolás de Azara vindicó la memoria de su amigo colocando su busto en el Panteón de Roma y editando sus obras en italiano y en español, precedidas de una biografía y de una lista de sus pinturas en España. En esa edición se añadieron algunos escritos inéditos y se incorporaron otros que fueron presentados como obras del pintor, uno relativo a la Academia de San Fernando y otro sobre la evolución de las bellas artes en España. Esos textos eran en realidad de Azara, que se erigía como intérprete del ideario artístico de Mengs. El libro tuvo amplia difusión gracias a sus diferentes reediciones y traducciones.

Previamente se habían publicado las biografías del pintor escritas por Carlo Giuseppe Ratti (1779) y Giovanni Lodovico Bianconi (1779-1780), disponiendo este último de la redactada por monseñor Giovanni Maria Riminaldi, amigo del pintor, cuyo manuscrito, también franqueado a Azara, se presenta como primicia en esta exposición.

 

 
 

El Príncipe de Asturias, futuro Carlos IV

Madrid, Museo Nacional del Prado

 

Pintor en la corte de Madrid

Mengs fue llamado a España para tomar parte en la decoración del nuevo Palacio Real de Madrid. Llegaba con el temor de no gustar y ser empleado únicamente en la pintura de retratos, ya que en España hasta entonces solo se le conocía por el que había hecho del rey de Nápoles. Concluidas en palacio sus primeras pinturas murales, empezó a retratar a los miembros de la realeza y de la aristocracia.

Mengs desplegó su actividad como muralista tanto en Roma como en los palacios reales de Madrid y Aranjuez, pero fue en España donde logró depurar su sofisticada técnica y donde dejó sus pinturas más bellas.

Tras la conclusión de las primeras pinturas murales que motivaron su venida a España, Mengs realizaría para Carlos III diversos cuadros religiosos para la decoración del Palacio Real de Madrid y otros de pequeño formato para la devoción privada del rey y diversos miembros de su familia.

Las pinturas religiosas de Mengs tuvieron gran protagonismo en el Palacio Real de Madrid, en particular en las estancias destinadas a un rey tan piadoso. La Pasión de Cristo dominaba la decoración del dormitorio de Carlos III, con las tablas de la "Lamentación sobre Cristo muerto" y "El Padre Eterno", pintadas a emulación de Rafael Sanzio, y las sobrepuertas sobre lienzo, en las que el pintor quiso al parecer medirse con Antonio Allegri da Correggio y Diego Velázquez incluyendo figuras que recuerdan algunas de sus cuadros.

El oratorio del monarca y su cámara tenían asuntos más amables: la adoración de los pastores, con el nacimiento del Niño Dios, del que pintaría hasta tres versiones, y la Anunciación. Este fue el asunto de su último cuadro pintado en Roma, encargado para la capilla pública del Palacio Real de Aranjuez, aunque Carlos III lo retuvo en su cámara junto a la tabla de "La adoración de los pastores", en donde Mengs se autorretrata, asimismo remitida desde Italia. 

 

 
 

Noli me tangere

Madrid, Museo Nacional del Prado

 

Legado

En la década de 1740, cuando Mengs fijó su residencia en Roma, las fórmulas pictóricas empleadas por los pintores activos en la ciudad mostraban síntomas irreversibles de desgaste.

A partir de la década siguiente, Mengs y Winckelmann plantearon propuestas de renovación, que colocarían el concepto de belleza clásica en el centro del debate estético. Las nuevas generaciones de artistas asumieron estas propuestas y las desarrollaron hasta sus últimas consecuencias. Así, depuraron las líneas clásicas a partir de un mayor conocimiento del mundo antiguo y, en ocasiones, otorgaron a sus obras una dimensión cívica, al servicio de diferentes ideales políticos, que desbordaba la intención original perseguida por Mengs. El propio Francisco de Goya mostró un interés por la estatuaria clásica, inexplicable sin la influencia del pintor sajón.

La depuración de las propuestas mengsianas ha pasado a la historia de los estilos con el nombre de Neoclasicismo, movimiento que se extendió por Europa y América y que habría resultado imposible sin la poderosa personalidad de Antonio Rafael Mengs.

 

 
 

Adoración de los pastores

Madrid, Museo Nacional del Prado

 

El Museo Nacional del Prado de Madrid y la Fundación BBVA presenta del 25 de noviembre de 2025 al 1 de marzo de 2026 una ambiciosa exposición dedicada a Antonio Rafael Mengs (1728-1779), figura clave en el nacimiento del Neoclasicismo y uno de los artistas más influyentes del siglo XVIII. La muestra ofrece una revisión profunda de su obra, pensamiento y legado, en diálogo con los grandes maestros del pasado. La exposición reúne un total de 159 obras, de las cuales 64 son pinturas, 14 artes decorativas y 81 dibujos, grabados y estudios sobre papel, lo que permite explorar tanto su faceta como pintor de cámara y muralista, como su dimensión intelectual y teórica. Las piezas proceden de 25 instituciones internacionales, 9 españolas y 10 colecciones particulares, lo que refleja el alcance europeo de su influencia y la riqueza de su legado. La exposición ha sido comisariada por Andrés Úbeda de los Cobos, Jefe de Colección de Pintura del siglo XVIII y Goya, y Javier Jordán de Urríes y de la Colina, Conservador de pintura del siglo XVIII de Patrimonio Nacional.

 

 
 

Magdalena penitente

Madrid, Museo Nacional del Prado

 

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