LOS CÓDICES DE LEONARDO DA VINCI EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS

18/02/2021


 

 

Introducción

La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid organiza, con la colaboración de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Biblioteca Nacional de España y Patrimonio Nacional, la exposición El ingenio al servicio del poder. Los códices de Leonardo da Vinci en la corte de los Austrias en la sala de exposiciones temporales de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

La exposición cuenta una historia fascinante y poco conocida: la presencia en España entre los siglos XVI y XVII de la mayor parte de los manuscritos que escribió Leonardo. No sólo los dos Códices Madrid, que hoy son uno de los tesoros de la Biblioteca Nacional de España, sino casi todos los que se conservan repartidos en los mejores museos del mundo, además de los aproximadamente 20 que desaparecieron. A partir de este hilo conductor la muestra reivindica la importancia de la ciencia y la transmisión del conocimiento en la España de los Austrias, y presenta un Madrid que fue foco fundamental del saber de la época.

El ingenio al servicio del poder. Los códices de Leonardo da Vinci en la corte de los Austrias propone un viaje apasionante a la tecnología y los ingenios en una época en la que Madrid, sede de la corte de los Austrias, era además el centro del conocimiento científico y técnico. Los mejores artistas y técnicos venían para realizar ambiciosos proyectos de arquitectura hidráulica o ingeniería civil. También llegaron los más importantes tratados de esas materias y, entre ellos, gran parte de la obra manuscrita de Leonardo.

El discurso científico ha sido realizado por un comisariado formado por los Daniel Crespo Delgado, Mariano Esteban Piñeiro, Nicolás García Tapia, Carlos Jiménez Muñoz, Almudena Pérez de Tudela Gabaldón y Elisa Ruiz García, y coordinado por Magoga Piñas Azpitarte, con la colaboración de Almudena Palancar Barroso.

La muestra podrá verse hasta el 16 de mayo de 2021 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Calle Alcalá 13, Madrid). El horario de visitas es el siguiente: martes a viernes, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas; sábados, domingos y festivos, de 10:00 a 20:00 horas; cerrado los lunes y el 1 de mayo.

 

 

Madrid, centro de una red de transferencia del saber. Ciencia y Técnica al servicio del poder

El establecimiento por Felipe II de la corte en Madrid determinó que el Alcázar Real, residencia del monarca y sede de los Reales Consejos, se convirtiese en el centro neurálgico de la monarquía. En sus dependencias se pensaron, y desde ellas se dirigieron, ambiciosos proyectos ejecutados por matemáticos, cosmógrafos, astrónomos, ingenieros, arquitectos, médicos, botánicos, ensayadores, artistas, relojeros. Todos trabajaban al servicio de los monarcas como expertos en alguna de las materias que conformaban la "ciencia y técnica imperial", herramienta esencial para la explotación y administración de los extensos territorios de la Corona y para mostrar, defender y extender su poder.

La región de Madrid, tanto la capital como Alcalá de Henares, Aranjuez o El Escorial, el extenso territorio donde se asentó la corte, se convirtió en uno de los focos científico-técnicos más activos de Europa. Contribuyeron a ello científicos y técnicos españoles, pero también napolitanos y milaneses, flamencos, portugueses, alemanes e incluso algunos ingleses y franceses. Con estos ingenieros viajaron propuestas e invenciones, libros e ideas que se compartieron más allá de las fronteras políticas.

 

 

Los manuscritos de Leonardo da Vinci en Madrid

Los manuscritos conservados del artista florentino manifiestan una creatividad desbordante y una admirable capacidad de expresarse mediante imágenes. Su mente se adelantó a su tiempo. El enciclopedismo de sus conocimientos le impidió resolver muchos de los asuntos concebidos. Sus obras se caracterizan por estar inacabadas, pero todo cuanto hizo como autor en distintos campos ha sido una fuente de inspiración decisiva para las generaciones venideras.

Por estas razones, desde mediados del siglo XVI, intelectuales y artistas desearon poseer algunas de sus obras escritas. Uno de ellos fue Pompeo Leoni, quien trajo a Madrid algunos ejemplares magníficos del maestro.

Algunas obras originales de Leonardo muestran anotaciones hechas por estudiosos durante la lectura de las mismas. Esta práctica era habitual en la época. La existencia de estos apuntes permite conocer el grado de recepción de las ideas y los hallazgos del maestro y evidencia la circulación y el interés por tales obras.

En algunos ejemplares de gran calidad que formaron parte del legado patrimonial del escultor Pompeo Leoni, y que permanecieron en Madrid al menos hasta 1613, se aprecian breves comentarios realizados por distintas manos en español y en italiano. Se trata de los manuscritos denominados "Windsor Collection", "Manuscrito B" y el llamado "Codice sul Volo degli Uccelli". En cambio, los llamados "Códices Madrid I y II", de excepcional valía y actualmente conservados en la BNE, carecen de apostillas. Este hecho permite suponer que su posible poseedor, el musicólogo Juan de Espina, no facilitó la consulta de estas piezas, las cuales fueron en su día admiradas por el pintor italiano Vicente Carducho.

 

 

La conexión con Milán. Los artífices de El Escorial: Pompeo Leoni, Juan de Herrera y Jacopo da Trezzo

La construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue la mayor empresa artística de Felipe II para la que no escatimó esfuerzos. Su arquitecto, Juan de Herrera, ideó máquinas y sistemas más racionales de trabajo para acabar la obra en un tiempo inusualmente breve para la época. Después, el rey se centró en su ornamentación, en la que tuvieron gran importancia equipos de genoveses y milaneses, aparte de destinar al monasterio las piezas más selectas de sus colecciones artísticas.

Un punto neurálgico fue el presbiterio de la basílica, con el gran retablo en jaspes polícromos centrado por la monumental custodia de Jacopo da Trezzo. Para labrarla, Trezzo construyó ingenios, como un molino para tallar la dura piedra, y empleó novedosas técnicas de pulimento. La decoración se completó con las esculturas en bronce dorado realizadas en Milán por los Leoni. Pompeo Leoni actuó también como agente artístico del rey y pudo obtener para él los manuscritos de Leonardo. En ese caso, hubieran tenido cabida en la biblioteca del monasterio, concebida como un gran centro del saber de la época.

 

 

Agua para la vida. Ingeniería civil e hidráulica

Leonardo da Vinci escribió que el agua era parte sustancial de la Tierra y del ser humano. Sus códices están repletos de notas y dibujos de sus estudios sobre hidráulica. Este interés de Leonardo refleja los esfuerzos del Renacimiento por conocer la naturaleza del agua y por llevar a cabo construcciones para poder almacenarla, conducirla y aprovecharla para el abastecimiento, el riego, el transporte o mover máquinas.

En la España del Renacimiento también proliferaron los proyectos hidráulicos. Madrid y la corte impulsaron algunos de los más ambiciosos, que tuvieron como objetivo embellecer los palacios del rey, pero también mejorar la situación de la capital y del país en general. Aunque muchos no pasaron de sueños, se erigieron presas, acueductos, canales, muelles y puentes.

Algunas de estas construcciones se encontraban a la vanguardia de la Europa contemporánea. De hecho, fueron trazadas por ingenieros de orígenes diversos, nacidos en los cuatro puntos cardinales del continente, pero que se movieron entre las principales cortes de la época y compartieron conocimientos y aspiraciones.

 

 

De la técnica popular a la técnica imperial: Francisco Lobato, Pedro Juan de Lastanosa y Jerónimo de Ayanz

Durante el reinado de los Austrias, personajes de gran talento de Europa acudieron a la corte para poner al servicio de los reyes sus conocimientos. El momento de mayor esplendor tuvo lugar durante el reinado de Felipe II, que estuvo rodeado de grandes técnicos. Entre estos, destacó Pedro Juan de Lastanosa, que realizó excelentes trabajos técnicos, y, entre sus notables logros, destaca la probable autoría del tratado de hidráulica más importante de la época: "Los veintiún libros de los ingenios y de las máquinas". Y también Jerónimo de Ayanz, autor de más de cincuenta invenciones, patentadas en 1603 y en 1606, que se adelantó a las que serían corrientes en la Revolución Industrial dos siglos después.

Pero no solo en la corte había ingenieros excepcionales, también los había en las villas y aldeas desarrollando novedosos molinos, como Francisco Lobato, un inventor polifacético que escribió un manuscrito que nos permite descubrir el alto nivel de la técnica popular española.

 

 

Las maravillas de Juan de Espina y el legado de Leonardo

Gracias al testimonio del pintor de origen florentino Vicente Carducho, tenemos noticia de la presencia en 1620 en Madrid de dos códices de Leonardo da Vinci. Carducho menciona haberlos visto en la casa de Juan de Espina Velasco. Aunque nacido en Madrid y destacado cortesano, el mayorazgo familiar de los Espina estaba ubicado en Ampuero, e incluía molinos y ferrerías.

Juan de Espina logró formar un magnífico gabinete de maravillas en su residencia madrileña. Su pinacoteca convivía con colecciones de objetos naturales ("naturalia"), instrumentos y elementos decorativos y exóticos ("artificialia"). En la biblioteca destacaban los dos códices de Leonardo. Los legó a Felipe IV, lo que ha permitido conservar hasta el día de hoy una parte de la obra de Leonardo en España.

Espina también fue conocido por sus espectaculares fiestas, a las que en ocasiones acudía lo más granado de la corte. En ellas, ingenios, autómatas, trucos de escenografía y efectos especiales causaban asombro. Todo ello le proporcionó fama de hechicero, a la que contribuyó la literatura de la época. Durante años se siguieron publicando comedias sobre él, hasta que la figura histórica quedó eclipsada por el personaje.

La valoración de la obra de Leonardo también evolucionó con el trascurso de los años. Su valía como artista superó al resto de sus talentos y sus manuscritos se convirtieron en objeto de colección y no de estudio. El hecho de que estos nunca fueran publicados impidió una mayor divulgación de sus conocimientos. Solo sus pensamientos y anotaciones sobre pintura fueron compilados a su muerte por Francesco Melzi, conformando el conocido como "Trattato di pittura" de Leonardo da Vinci. Esto permitió la difusión de sus estudios sobre la luz y las sombras, el movimiento, las proporciones y la fisionomía, la teoría de la perspectiva basada en la utilización del color y sus observaciones sobre el paisaje. Estudios y teorías editados por primera vez en 1651 por Rafael du Fresne en París. La primera edición española apareció en 1784.

Prueba de la influencia e inspiración de Leonardo en otros artistas son los dibujos que se han seleccionado para El ingenio al servicio del poder. Los códices de Leonardo da Vinci en la corte de los Austrias.

 

 

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