LA PARROQUIA DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN (HUELVA)

Sergio Cabaco


 

Aprovechando el traslado de las imágenes pasionistas al interior del templo que tuvo lugar el pasado 18 de noviembre de 2006, vamos a efectuar un repaso al patrimonio mueble que posee esta popular iglesia onubense, felizmente recuperada al culto tras un largo y complejo proceso de restauración.

 

 
     
     

A la izquierda, aspecto actual del presbiterio tras la supresión del Crucificado de presidencia labrado por el escultor e imaginero ayamontino Antonio León Ortega (1968), hoy conservado en la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, y la colocación de la monumental talla de la Purísima Concepción en un retablo recompuesto con elementos antiguos. Se trata de una de las pocas zonas conservadas de la arquitectura primitiva del templo, de estilo gótico-mudejar (siglo XVI). La Virgen es obra de Antonio Castillo Lastrucci (1939).

A la derecha, espléndida imagen del Sagrado Corazón de Jesús labrada por el escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas (1939) que preside la capilla sacramental del templo, en la cabecera de la nave de la Epístola. La devoción goza de gran arraigo en Huelva gracias al arciprestazgo del beato Manuel González García a principios del siglo XX. Muestra notables relaciones con otras piezas realizadas sobre el mismo tema por el escultor, caso de la que preside la Parroquia de la Asunción del municipio onubense de Almonte.

     
     
     
     
Uno de los dos sugestivos lienzos que el pintor, imaginero y restaurador Mario Ignacio Moya Carrasco ha pintado para los laterales del presbiterio. Representa el pasaje de La Anunciación, versionando libremente el autor la inmortal pieza de Fra Angelico que se conserva en el madrileño Museo del Prado.
     
     
 
     
     
Dos de las imágenes titulares de la Cofradía de la Vera Cruz y Oración en el Huerto. El Cristo de la Oración en el Huerto es obra del escultor e imaginero gaditano Luis Ortega Bru (1977), quien también realizó el apostolado que cada Jueves Santo figura en su paso de misterio. La Virgen de los Dolores es una de las primeras obras del artista sevillano Luis Álvarez Duarte (1967). Fue restaurada en su taller en el año 2004.
     
     
     
     
Cristo de la Vera Cruz, tercer titular de la anterior corporación. Fue presentado el 14 de noviembre de 2005 en la Casa Colón de Huelva, correspondiendo su hechura al joven escultor e imaginero sevillano Mariano Sánchez del Pino. Apuntar que su hermandad no recuperará el interesante retablo neobarroco que poseía en su capilla de la cabecera de la Nave del Evangelio antes de la restauración del templo. Ello es debido, según la cofradía, al mal estado de conservación que presenta el mismo, aunque tampoco hubiera sido posible reintegrarlo con la inclusión de este nuevo Crucificado debido a la falta material de espacio en la capilla.
     
     
 
     
     

A la izquierda, espléndida imagen de San José con el Niño, obra labrada en madera policromada por el artista cacereño Enrique Pérez Comendador. Realizado en 1946, el autor empleó varios meses en su preparación tomando un modelo del natural. Frente al estatismo y solemnidad del santo, la candorosa imagen del Niño muestra una actitud juguetona, en gracioso escorzo. Figuraba en un retablo neobarroco de Miguel Hierro Barreda (1945), en cuyas repisas recibían culto unas pequeñas figuras modernas de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, de escuela valenciana, que ahora flanquean a la Inmaculada en el altar mayor.

A la derecha, reproducción de la Virgen del Rocío, patrona del municipio onubense de Almonte, a cargo de Sebastián Santos Rojas (1936). Está considerada como una de las mejores réplicas del original de finales del siglo XIII. Recibía culto en un pequeño retablo de similares características a las del anteriormente descrito.

     
     
     
     
Otro de los cuadros de Mario Ignacio Moya Carrasco para el presbiterio. En esta ocasión, la escena representa a María y José Adorando al Niño, con el establo al fondo y un rompimiento de gloria con ángeles sobre el Divino Infante. Las influencias flamencas e italianas se advierten tanto en la intimista composición como en el socorrido uso del paisaje para otorgar profundidad a la escena.
     
     
 
     
     

La Virgen de la Soledad es una imagen del siglo XVIII, perteneciente al círculo malagueño de seguidores del maestro granadino Pedro de Mena. Fue restaurada en 1939 y 1942 por Antonio León Ortega. Su nuevo retablo, diseñado por el bordador onubense Manuel Ponce Contreras, se halla aún inconcluso y está siendo ultimado en madera oscura por el tallista Sebastián Sierra Fernández, de Morón de la Frontera (Sevilla).

     
     
     
     
La Virgen de la Amargura y San Juan Evangelista, titulares de la Cofradía del Nazareno. Son obras del escultor e imaginero valenciano, afincado en Jerez de la Frontera, Ramón Chaveli Carreres (1938-1940), restauradas por Sebastián Santos Rojas y más recientemente por Enrique Gutiérrez Carrasquilla. Para el solemne traslado al templo, la Dolorosa lució el manto procesional de la Virgen de la Soledad, perteneciente a la Cofradía de la Vera Cruz de la localidad onubense de Moguer. Sus antiguos retablos, en madera oscura con apliques dorados, han sido reemplazados por otros de mármol.
     
     
     
     

A la izquierda, imagen de Jesús Nazareno, titular de la cofradía del mismo nombre, obra magistral de Sebastián Santos Rojas (1950) que también fue intervenida en el año 2005 por el restaurador sevillano Enrique Gutiérrez Carrasquilla. En la fotografía de la derecha podemos contemplar su nuevo retablo, realizado por los talleres almerienses de Mármoles Cuéllar. Sigue el diseño de arco de medio punto del anterior y ostenta el escudo de la corporación en su remate.

     
     
     
     
Histórica foto que muestra al titular de la Cofradía de la Oración en el Huerto entrando en el templo tras casi ocho de años de exilio forzoso por la restauración del mismo. Se observan detalle como la nueva techumbre, en madera de pino en su color para diferenciarla de las partes antiguas del inmueble, y el realista modelado de los pies que el gran Luis Ortega Bru imprimió en la efigie pasionista.
     
     
 
     
     

A la izquierda, Virgen del Carmen, obra del escultor e imaginero sevillano Agustín Sánchez-Cid Agüero (1944), quien se inspiró al gubiarla en la célebre Virgen del Carmen (Porta Coeli) de Cádiz, atribuida al célebre artista genovés Anton Maria Maragliano. La talla onubense se venera en un retablo neobarroco que alterna la madera oscura con las partes doradas, y consta de tres calles separadas por columnas de orden corintio que imitan el trabajo del mármol en sus fustes.

Por último, a la derecha, retablo de la Virgen del Perpetuo Socorro, labrado en el año 1954 por el tallista onubense Miguel Hierro Barreda. Tiene forma de arco de medio punto y motivos vegetales en su exterior. La pintura, enmarcada en una especie de ostensorio, reproduce el icono gótico original, de procedencia oriental, que se venera en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso de Roma.

 

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