TESOROS DE TIERRAS REMOTAS

22/03/2021


 

 
 

Retablo-tabernáculo

Taller de la región de Brabante
Hacia 1500
Escultura en madera policromada y pintura sobre tabla
145 x 100 cm
Museu Frederic Marès de Barcelona

 

Presentación

La Xarxa de Museus d'Art de Catalunya (XMAC) posee un espacio web con comisariados en línea que ofrecen nuevos formatos de difusión de las colecciones de todos los museos que la integran. Tal y como indican desde la propia XMAC, este espacio debe permitir que, según cada comisariado, se construyan relatos muy diversos y se hagan aflorar lecturas múltiples a partir de la totalidad de las colecciones. Asimismo, también permitirá difundir el sentido y el valor de la colección conjunta de arte de Cataluña.

El primero de estos comisariados en línea, titulado "Una rapsodia visual" (ver enlace), surgió durante el confinamiento, concretamente a raíz del Día Internacional de los Museos 2020, que el pasado 18 de mayo se tuvo que celebrar en línea a causa de la pandemia. El comisariado corrió a cargo de Montse Frisach.

La crisis sanitaria y el correspondiente confinamiento domiciliario y cierre de las equipaciones culturales dio pie a la creación de nuevos recursos y herramientas a través de Internet. En este sentido, y para acercar a los usuarios las colecciones de los diferentes museos de Cataluña, la XMAC lanzó esta iniciativa, a la cual se añadió posteriormente "Maneras de decir yo. Autorretrato y mujeres en la Xarxa de Museus d'Art de Catalunya", un trayecto virtual comisariado por Cristina Masanés.

Ya podemos encontrar también en el referido espacio web el último comisariado de la XMAC: Tesoros de tierras remotas, donde los museos que integran la referida institución presentan tesoros de tierras remotas conservados en sus colecciones. En este caso el comisariado corresponde a Alberto Velasco González.

 

 
 

Epifanía

Taller inglés
Segunda mitad del siglo XV
Alabastro tallado y policromado
42 x 27 x 7 cm
Museu del Cau Ferrat de Sitges

 

Introducción

La Edad Media nos queda lejos. Por esta razón, cuando oímos hablar del siglo XIII nos invade un cierto vértigo, una especie de inseguridad relacionada con los hechos y el conocimiento causada por la distancia temporal. Pero esta no es la única distancia que condiciona nuestro acercamiento a los siglos medievales. ¿Cómo percibimos la idea de distancia física en comparación con los siglos del románico y del gótico? ¿Podemos captar realmente lo que suponía un viaje largo para esa gente? Antes de la pandemia de la Covid-19, no nos daba pereza alguna coger un avión. Actualmente, viajar a tierras lejanas quizás no es tan difícil como en la Edad Media, pero sí que nos genera inseguridades e incertidumbres.

Por otra parte, en los siglos medievales, las obras de arte se movían acompañando a las personas. Sus desplazamientos conllevaron el movimiento de objetos, ya fuera porque se los llevaban para utilizarlos durante su estancia lejos de casa, o bien -esto nos interesa más- porque los adquirían en sus desplazamientos al ser productos raros y difíciles de encontrar en los mercados propios.

En este sentido, la fe y el comercio están detrás de la llegada a tierras catalanas de muchos productos y manufacturas artísticas desde lugares tan exóticos como Al-Andalus, Egipto, Persia o Bizancio, pero también de lugares más cercanos como Italia, Francia o los Países Bajos del Sur. Muchas veces, especialmente en el caso de aquellos procedentes de Oriente y el norte de África, objetos que no tenían un uso religioso en sus lugares de origen acabaron integrándose en el tesoro sagrado de las iglesias catalanas, a menudo como envoltorios de reliquias. Y esto tiene su explicación, tal y como trataremos de argumentar en esta exposición.

Hoy, más que nunca, la distancia temporal de los siglos y la curiosidad por conocer cómo se abordaban los recorridos de larga distancia de personas y objetos, nos suscita cierta atracción y, sobre todo, una serie de interrogantes que esta exposición virtual intentará responder a través de diferentes conceptos e ideas. La intención es hablar de un conjunto de obras de arte reunidas en los museos que integran la Xarxa de Museus d'Art de Catalunya (XMAC) que son testimonio de la circulación de mercancías y objetos en la Edad Media, y demostrar que estos movimientos comportaron la llegada de una serie de producciones artísticas, algunas de ellas muy exóticas, que entonces ya fascinaban y que hoy todavía nos siguen maravillando.

 

 
 

Virgen con el Niño

Taller de Creta
Hacia 1500
Pintura sobre tabla
86 x 68,5 x 6,5 cm
Museu Diocesà i Comarcal de Solsona

 

Entre Oriente y Occidente, pasando por Al-Andalus

En tiempos del 5G, la globalización y Amazon, procede preguntarse por qué en un yacimiento del Segrià de hace 1.500 años aparecieron un conjunto de objetos de procedencia mediterránea y oriental. Del mismo modo, puede parecernos sorprendente que unas piezas de ajedrez hechas en Egipto o Persia fueran adquiridas por un caballero del siglo XI y su esposa y acabaran formando parte del tesoro de la colegiata de Sant Pere d'Àger.

Todo tiene su explicación particular, pero existe una razón en común: las relaciones Oriente-Occidente se han mantenido bien vivas desde tiempos inmemoriales y se han visto reflejadas en la traslación de objetos y manufacturas artísticas. Desde el siglo XIII, los mercaderes catalanes poseían consulados en lugares como Túnez, Bugía (Bejaïa, en Argelia) o Alejandría. Pero los movimientos no fueron unidireccionales, ya que las lanas tejidas en Lleida se abrieron camino más allá de los confines de la cristiandad, y en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí (Egipto) se conserva una pintura donada en 1387 por Bernat Maresa, ciudadano de Barcelona y cónsul de los catalanes en Damasco.

Las relaciones mediterráneas, así como los intercambios comerciales con Al-Andalus, no solo facilitaron la llegada de lujosos tejidos y objetos, que fascinaban a las élites cristianas, sino también de otras obras más modestas que eran adquiridas por las oligarquías de las ciudades, como los iconos bizantinos. En este sentido, sabemos que en 1404 llegaron al puerto de Barcelona diferentes barcos procedentes de Bizancio con numerosos iconos en su carga, además de sillas, arquetas, alfombras y otros objetos.

 

 
 

Cristo de los Dolores con ángeles portando los instrumentos de la Pasión

Anónimo flamenco
Hacia 1475-1500
Pintura sobre madera
57 x 42 cm
Museu de Reus

 

Europa, un gran mercado artístico

Los siglos medievales vieron como determinadas producciones artísticas se difundían por Europa de forma masiva gracias a les redes comerciales.

La orfebrería de época románica en Cataluña dispone de producciones autóctonas importantes, pero es el momento en el que irrumpe con fuerza un tipo de objetos de bajo coste y de gran solvencia estética, los esmaltes de Limoges (Francia). En la región limosina se produjeron cruces, relicarios, candelabros, píxides, copones, incensarios, cubiertas de libros, o báculos. La llegada de estas manufacturas a Cataluña incluso generó imitaciones por parte de talleres locales.

Sin embargo, fue durante el gótico cuando se materializó el triunfo de determinadas producciones artísticas con denominación de origen. Los bordados ingleses, los marfiles franceses, los alabastros de Nottingham, las arquetas italianas, los retablos flamencos, o la metalistería de latón y cobre de ciudades como Núremberg o regiones como Namur inundaron el mercado europeo.

Por aquel entonces Flandes sobresalía como gran mercado y, por esta razón, los catalanes fundaron, en 1330, uno de los primeros consolados en Brujas. De este modo, las potentes redes comerciales tejidas entre Flandes y la Corona de Aragón permitieron que objetos como la excepcional lámpara de latón conservada en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona llegara a Santa Fe de Valldeperes.

 

 
 

Marías de una Crucifixión

Maestro del Altar de Rímini
Hacia 1430
Escultura en alabastro
43,2 x 25 x 13 cm
Museu del Cau Ferrat de Sitges

 

El embellecimiento de los altares y de los hogares

Las imágenes jugaban un rol importante en las iglesias y en los hogares. La experiencia religiosa se canaliza a través de los retablos que presidían los altares de los templos, pero también a través de las pinturas y esculturas devocionales, de pequeñas dimensiones, que los fieles utilizan en la intimidad de sus domicilios.

Para satisfacer la necesidad de obras de arte en estos ámbitos se podía recurrir a artistas del país, o bien a producciones importadas que podían aportar exotismo, distinción o, incluso, más emotividad a la práctica piadosa. Algunas obras de este apartado nos indican la vitalidad del comercio de obras artísticas entre la Corona de Aragón y el norte de Europa ya a principios del siglo XV. Otras, en cambio, nos revelan cómo la producción y exportación de retablos esculpidos se centralizará en la zona de Brabante poco después, con numerosos ejemplares documentados en tierras hispanas.

Determinadas producciones, como la de las pequeñas esculturas de Malinas, estaban especialmente pensadas para el entorno doméstico, aunque, cuando llegaron a nuestra tierra, en numerosas ocasiones se integraron en los altares de iglesias o monasterios.

Lo mismo ocurrió con los pequeños marfiles franceses o con las piezas flamencas realizadas en barro cocido (terracota), cuya llegada queda bastante bien identificada en la ciudad de Barcelona gracias a la documentación mercantil y los inventarios de las casas particulares.

 

 
 

Dalmática del Terno de San Valero

Talleres hispanoárabes de Asia Central y Lucca
Siglos XIII-XIV
Seda y otros materiales
145 x 145 cm
Museu del Disseny (Barcelona)

 

Reliquias y adaptaciones

Visto con los ojos del siglo XXI nos puede parecer extraño que en el interior de un altar cristiano consagrado del siglo XI aparezcan reliquias envueltas en un tejido oriental y dentro de un receptáculo andalusí.

¿Cómo puede ser que los restos mortales de cuerpos santos, de mártires cristianos, se protegieran con manufacturas producidas por infieles? La respuesta es sencilla: por la fascinación que la sociedad cristiana sentía por algunos de los objetos artísticos que producían "los otros". Este hecho provocó que muchos de los receptáculos de reliquias utilizados en Cataluña en época románica, las llamadas lipsanotecas, fueran de procedencia oriental o andalusí.

En el Califato de Córdoba (929-1031) existía un importante consumo de manufacturas de lujo, lo cual favoreció la llegada, por ejemplo, de frascos de vidrio tallado elaborados en Persia y destinados a contener cosméticos. A pesar de este uso original tan prosaico, algunas de estas piezas acabarían siendo utilizadas para consagrar altares en Cataluña. Algo similar puede afirmarse para los tejidos hispanoárabes labrados con seda, los cuales podían utilizarse para tejer indumentos litúrgicos, o bien para custodiar las reliquias dentro de las lipsanotecas, ya que se consideraban materiales nobles y dignos de proteger restos santos.

Ya en los siglos del gótico, las arquetas forradas con diferentes materiales, como las de peltre venidas de Chipre, o las de hueso llegadas de Italia y hechas por el linaje de los Embriachi, pasaron de contener objetos preciados del mundo profano, a hospedar cuerpos santos en iglesias y catedrales.

 

 
 

Cristo

Anónimo germánico
Segunda mitad del siglo XII
Bronce fundido y sobredorado
19,4 x 19 x 3,4 cm
Museu Nacional d'Art de Catalunya

 

Importaciones para la liturgia y la devoción

Los primeros testimonios documentales sobre la presencia de obras esmaltadas limosinas en iglesias catalanas datan de inicios del siglo XIII. Precisamente, el gran impulso de la difusión de la obra de Limoges fue a raíz del IV Concilio Lateranense (1215) y del apoyo del papa Inocencio III (1298-1216), que probablemente conoció "in situ" las piezas en un viaje a la región. Una de las razones de su éxito es el bajo coste y el fulgor visual de los esmaltes que las decoraban.

Las prácticas asociadas a la liturgia comportaron la llegada de otros objetos necesarios para los rituales y el embellecimiento del altar, como imágenes de Cristo realizadas en bronce y producidas en el entorno germano, un área que sobresalía por la forma de trabajar los metales.

Destacan también los cuencos mal llamados "hanseáticos". La mayoría de ellos se han localizado en Estonia, aunque el área de difusión se extiende desde el Báltico hasta el Bajo Rin, pasando por Inglaterra, Polonia y la costa del Mar del Norte.

Esta democratización de los objetos vinculados a la piedad del pueblo que podemos ver en Tesoros de tierras remotas se hace patente también en los marfiles franceses que, a pesar del material precioso con que estaban hechos, debían de ser relativamente económicos por sus pequeñas dimensiones.

 

 
 

Virgen y ángeles ceroferarios

Anónimo francés
Principios del siglo XIV
Escultura en marfil
18,8 x 6 x 2,5 cm (Virgen), 14,8 x 2,5 x 1,5 cm (ángel izquierda), 14,8 x 3 x 1,5 cm (ángel derecha). Museu Diocesà i Comarcal de Solsona

 

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