EL MODERNISMO Y LA CULTURA DEL DISEÑO

17/11/2020


 

 
 

Plafón con la Virgen de Montserrat

Gaspar Homar i Mesquida y Josep Pey i Farriol
Hacia 1902
Caoba con marquetería y aplicaciones de bronce
Museu Frederic Marès (Barcelona)

 

Introducción

El Museo del Diseño de Barcelona muestra, por primera vez, una reinterpretación del modernisme (modernismo catalán) en clave de "cultura del diseño", es decir, repensando los objetos desde la idea, las técnicas de producción y los materiales, la promoción, la difusión y la función, entendido el diseño como un proceso que alcanza desde el concepto hasta el uso e incluso el desuso.

La exposición Modernisme. Hacia la cultura del diseño, de carácter semipermanente, se fija en el modernisme como inicio de la cultura del diseño, lo enmarca en el contexto europeo y destaca los nexos y la singularidad del caso catalán. Aporta una nueva interpretación del modernisme partiendo del papel protagonista que tuvieron las artes decorativas y aplicadas, artesanas e industriales, entre el debate arte-industria del siglo XIX y el concepto de diseño del siglo XX.

¿Repensamos el modernisme desde el diseño o repensamos el diseño desde el modernisme? Estas preguntas, así como la idea del “diseño antes del diseño" podrían ser formas de resumir el sentido de esta muestra, que va más allá del momento del modernisme y llega hasta la actualidad.

Centrada en el gran esplendor modernista de finales del siglo XIX y el inicio del siglo XX, continúa mostrando el vínculo entre el modernisme y el novecentismo y su vindicación de la tradición artesana autóctona. Después del Art Déco, llega hasta el racionalismo y la modernidad de raíz mediterránea del GATCPAC, muy crítico con el modernisme, pero sensible al artesanado y puerta de entrada al diseño moderno. Además, de este nuevo camino se derivó otro: las técnicas artesanas tradicionales puestas en manos de los artistas encontraron una nueva vía de expresión contemporánea que llega hasta hoy.

Como colofón, la muestra recoge la recuperación del modernisme desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Desde los años sesenta hasta ahora ha tenido lugar una reivindicación del Art Nouveau y del modernisme, tanto a través de la historia del arte y el patrimonio como desde el diseño, que ha llevado a la difusión internacional y al reconocimiento de ciertos objetos como "clásicos del diseño". El resultado de este hecho son las reediciones de piezas notables, también bien representadas en la exposición.

Por todo ello, el modernisme, movimiento clave para entender la cultura catalana contemporánea, puede ser reconocido como el momento de inicio de la cultura del diseño, que empezó con las industrias artísticas, lejos todavía del concepto moderno de diseño, pero ya basadas en algunos aspectos que tuvieron un papel clave.

Entre las piezas destacadas encontraremos fondos patrimoniales que se presentan por primera vez: el conjunto del mobiliario del comedor del arquitecto Jeroni Granell, piezas y documentos de la firma Escofet, un marco de Rafael Masó de grandes dimensiones, una lámpara Art Déco de laca urushi de Lluís Bracons... Además, piezas muy representativas y singulares como el escaño neogótico de los talleres José Ribas, algunas piezas cerámicas del Palau de la Música, una jarra de cerveza de la taberna de los 4 Gats o los dibujos originales de las marqueterías de la casa Lleó Morera, obra de Josep Pey. Así, la muestra pone de relieve algunos dibujantes proyectistas como el mismo Pey, Mateu Culell o Víctor Brosa, algunos bastante desconocidos, o el también arquitecto, Jeroni Granell. Muchas de estas piezas y trabajos son fruto de últimas e importantes donaciones: Escofet, Pey, Cantavella Granell, Busquets...

Destacar también la serie de piezas de Antoni Gaudí, expuestas por primera vez en el Museo del Diseño, donde se conservan a raíz del préstamo en comodato de la Cátedra Gaudí de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politècnica de Barcelona.

La exposición Modernisme. Hacia la cultura del diseño se centra fundamentalmente en 370 piezas procedentes de las colecciones propias del Museo del Diseño de Barcelona y algunas otras de las colecciones municipales (MFM, MUHBA y MNAC), el Museo de Historia de Girona y alguna colección particular.

 

 
 

Arquimesa

Joan Busquets, Eusebi Busquets, Antoni Fons, Aureli Tolosa, Gaietà Vilaplana, Mañach y Cunill
1898
Madera de nogal, sicomoro y cedro, forja, latón y acero, pintura al temple y al óleo, y pergamino
Proviene de la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas (Barcelona, 1898)

 

El modernisme, una actitud y un largo camino

Modernisme es sinónimo de voluntad de modernizar una cultura y de integrarse en Europa. La Exposición Universal de 1888, primer evento internacional organizado por la ciudad de Barcelona, se considera la puerta de entrada a Europa y a la modernidad, y la fecha de inicio del movimiento.

El deseo de modernidad, impulsado por intelectuales y artistas, defendía la cultura como instrumento regenerador para superar una atmósfera localista y atrasada, fijándose en Europa. A la vez, superándolo, miraba hacia el pasado, como lo había hecho la Renaixença, movimiento cultural romántico que recuperó las raíces autóctonas. Mirar hacia el futuro sin renunciar al legado histórico constituyó la singularidad del modernisme, inicio de un largo camino hacia la modernidad y al mismo tiempo cuna del catalanismo político.

En 1888 se inició la última revisión de los historicismos que caracterizan al Primer modernisme, hasta que hacia 1900 se le sumó el Art Nouveau internacional, que propugnaba el arte por el arte y la naturaleza como modelo, la plenitud del modernisme. La última etapa del modernisme, antesala del noucentisme y precursora del racionalismo, estuvo influida por la Secesión vienesa, de hecho también un lenguaje Art Nouveau.

Al periodo comprendido entre 1888 y 1900 lo podemos denominar Primer modernisme. Los arquitectos catalanes, seguidos por los industriales, hicieron una última y tardía recreación de los modelos historicistas, sobre todo del neogótico, claramente definido por Josep Puig i Cadafalch como una arquitectura "nacional". Se trata de una recreación libre y creativa de los estilos medievales, que llevará a estos arquitectos a aceptar también elementos propios de otros lenguajes históricos y de otras culturas, siempre, no obstante, con un sabor arcaico e historicista. Fruto de este contexto son los objetos "parlantes", signos de una voluntad identitaria bien representada por las nuevas clases dirigentes. Las industrias artísticas proveyeron a las viviendas de todo tipo de elementos aplicados y de objetos decorativos, reflejo de los ideales de sus clientes.

Hacia 1898 empieza a notarse en Barcelona el primer reflejo del Art Nouveau, visible ya en la IV Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas. En 1900 la divulgación del Art Nouveau a través de la Exposición Universal de París comportó un cambio de orientación. Arquitectos e industriales se dejaron influir por este nuevo estilo, inspirándose en la naturaleza y en las formas orgánicas y sinuosas que, la mayoría, practicaban como un eclecticismo más, sin olvidar los estilos de siempre. Los arquitectos e industriales más comprometidos hicieron de este estilo una interpretación más original y moderna, pero desde la tradición. La voluntad de hacer convivir esta paradoja, entre el arraigo a la tradición y el cosmopolitismo Art Nouveau, es lo que confiere a la arquitectura y a las artes decorativas catalanas del modernisme tan altas cotas de originalidad.

La mirada hacia el arte popular y el interés por los oficios artísticos en pro de un arte nacional como reflejo de una cultura propia, más allá de la recuperación de estos oficios artísticos que ya había llevado a cabo el modernisme, es el rasgo definitorio del paso hacia el noucentisme en la arquitectura y las artes decorativas. El hogar catalán tradicional es la referencia para arquitectos y artesanos, de Barcelona y otros lugares de Cataluña, como Girona o Vic, que, buenos conocedores de las corrientes secesionistas centroeuropeas, introducen una renovación formal mientras crean un estilo propio y moderno, sin olvidar las raíces. La Escola Superior de Bells Oficis, fundada en 1914, es un reflejo de la voluntad social impulsada desde el gobierno de la Mancomunitat.

 

 
 

Estandarte del Orfeón Barcelonés

Bonaventura Llauradó, Mariano Mas, Jaume Brugarolas y Julià Vinyoles (entre otros autores)
1904
Tejido bordado con pasamanería
Museo de Historia de Barcelona (MUHBA)

 

Industrias de arte, la nueva cultura del diseño: proyecto, producción, difusión y consumo

La industrialización asentó las bases de la cultura del diseño. En Cataluña destacaron las industrias artísticas, dedicadas a la producción de objetos de consumo especialmente al servicio de la decoración del hogar.

Las industrias artísticas son sinónimo de modernización. De modernización técnica, es decir, de talleres innovadores, con maquinaria de importación y nuevas prácticas profesionales. De modernización estética, puesto que superan los historicismos y convierten la naturaleza en su modelo principal, sin olvidar el pasado. Asimismo, se abre una nueva vía de difusión de los productos. Aparece la publicidad comercial gracias a los nuevos procedimientos de reproducción gráfica y se organizan exposiciones de promoción y fomento. Nace pues un nuevo modelo de taller, de fabricación y de comercialización, tanto de piezas seriadas como de piezas únicas. Al mismo tiempo surgen las figuras del dibujante proyectista o proyectista industrial, como se le denominaba, y el nuevo director de arte. En este contexto nace también un nuevo concepto comercial, el "objeto de arte", argumento de venta, porque el arte ennoblece a la industria.

Terminada la Exposición Universal de 1888, el Ayuntamiento de Barcelona decidió organizar un nuevo tipo de exposiciones que alternaran las bellas artes y las industrias artísticas. A pesar de ciertos conflictos y cambios de ritmo, de 1892 a 1898, arte e industria podrían mostrar, separada o conjuntamente, sus adelantos. El ayuntamiento se reservaba el derecho de adquirir los objetos expuestos para que pasaran a formar parte de los museos municipales de reciente creación. En 1894, con motivo de la primera Exposición de Industrias Artísticas de 1892, un grupo de industriales crearon el Centro de Artes Decorativas. A través de una gran exposición celebrada en 1895 y desde su revista, "El Arte Decorativo" (1894-1896), reivindicaron su fomento y medidas proteccionistas al Estado.

Uno de los motivos del éxito de las reproducciones artísticas fue su valor de representación social, ya que las nuevas técnicas reproductoras, como la galvanoplastia -obtención de objetos metálicos por electrolisis-, permitían a las clases medias poseer objetos decorativos hasta entonces solo en manos de unos pocos. El progreso industrial permitió cambios revolucionarios en la producción y el arte llegó a un público más amplio.

Mientras, en toda Europa nacían los museos de reproducciones -en Barcelona en 1891-, creados con voluntad de instrucción pública, tanto de los industriales, como estímulo y modelo, como del público. El Ayuntamiento de Barcelona adquiría para su museo de reproducciones piezas presentadas en las exposiciones tanto de industrias artísticas como de bellas artes.

 

 
 

Ángeles de chimenea

Josep Pey y Farriol (Joan Carreras i Farré, repujador)
1905
Cobre repujado
Provienen de la Casa León Morera (Barcelona)

 

Héroe y mártir

El modernisme se hizo realidad en las artes decorativas y aplicadas, entendidas en su doble vertiente, como objeto ornamental o aplicadas a la arquitectura. Al igual que en otros países, como Gran Bretaña, se recuperaban las antiguas técnicas artesanales. Pero en Cataluña ese proceso no se llevó a cabo rechazando los objetos manufacturados para visibilizar los valores autóctonos teñidos de espíritu cosmopolita. Por ello las industrias subsidiarias de la construcción y todas las especializadas en productos ornamentales trabajaron a fondo en la renovación de sus diseños, a menudo con la participación de dibujantes y arquitectos de prestigio. Las industrias artísticas tuvieron un desarrollo espectacular. Se puede hablar de formas mixtas de fabricación con productos industriales acabados de forma manual o productos artesanales distribuidos por un sistema comercial moderno. Como consecuencia, tiene lugar una valoración de los productos estandarizados sin detrimento de la consideración que tiene la pieza única.

El mueble es el gran protagonista de las industrias artísticas, contribuyendo a ofrecer una visión unitaria de todas las artes. Por otro lado, su diseño funcional lo acerca a los principios del Art Nouveau. Destacan los trabajos de talla, como los tan singulares de Gaudí, la marquetería, característica de Homar, y el pirograbado, distintivo de Busquets, pero utilizado también por Ribas, todas ellas técnicas de larga tradición en Cataluña. La marquetería dotaba de color al mobiliario, acoplándole maderas embutidas de distintos tonos, mientras que el pirograbado consistía en dibujar los motivos decorativos con una punta caliente, ya eléctrica, para después colorearlos a la acuarela y barnizarlos. Además, se solían aplicar metales, mármoles y vidrios para enriquecerlo. A su vez, los pavimentos de parquet dotaban de calidez a los interiores.

Las fachadas de los edificios y los interiores se recubren con vistosos diseños florales como si se tratara de una piel. En los pavimentos se popularizó el uso de baldosas hidráulicas, una nueva técnica resultado de utilizar trepas y prensar piezas de cemento hidráulico con la última capa pigmentada, que fabricaron numerosos talleres en Cataluña. Los muros, en cambio, se recubrieron de arrimaderos de azulejos, un material que además ofrecía grandes ventajas higiénicas. También se utilizó el mosaico de azulejos -en el que destacó el taller de Homar incorporándole piezas de porcelana de Serra- y su derivado, el "trencadís", realizado con piezas irregulares. Técnicas innovadoras derivadas fueron los azulejos cristálicos, acabados con una fina capa de vidrio que permitía ver la ornamentación sobre una capa de cemento, y las de cartón en relieve cromolitografiadas.

El hierro forjado es una de las antiguas técnicas artesanales catalanas, muy viva todavía durante el modernisme. Santiago Rusiñol promovió además su coleccionismo con las piezas que reunió en el Cau Ferrat de Sitges. Con la industrialización, se incorporan nuevos recursos que permitían automatizar procesos básicos, como recortar, perforar o estampar y, sobre todo, el sistema de soldadura. A su vez, empresas como Ballarín S.A. -socios de Puig i Cadafalch- introducen sistemas de comercialización modernos. No obstante, aun siendo la forja la técnica que más se identifica con el modernisme, la metalistería utilizó otros materiales, como el hierro colado, el latón o la fundición artística en bronce, tanto para fabricar objetos como para ornamentar mobiliario.

El vitral tuvo un desarrollo extraordinario a raíz de su aplicación en el interior de los hogares, más allá de los templos donde, cabe insistir, no se había perdido nunca el oficio. La técnica del vitral emplomado es un proceso esencialmente artesanal, no obstante, aprovecha nuevos sistemas de fabricación del vidrio y la elaboración en serie de piezas enmoldadas a partir de una matriz o la incorporación de vidrios importados. Destacaron en este arte A. Rigalt y Cía, luego Rigalt, Granell y Cía. Una nueva técnica fue la tricromía o superposición de tres placas de vidrios de colores primarios, ejecutada por el taller Amigó en proyectos de Gaudí. Gran innovación fue también el "cloisonné", que Frederic Vidal Puig aprendió en Londres hacia 1899. Diminutas piezas esféricas de vidrio de colores dispuestas en unos alveolos delimitados por finas paredes de metal y todo ello sellado por dos placas de vidrio; se aplicaban en puertas, muebles, etc.

El modernisme eleva los objetos decorativos a la categoría de objetos de arte. El arte es un argumento de venta y promoción de los talleres, porque ennoblece la industria y legitima el estatus burgués. Las imágenes que nos han llegado de los interiores modernistas los muestran llenos de objetos de cerámica, bronce o vidrio. Cerámica de arte, fundición artística o bronces de salón, orfebrería y joyas de arte, de una altísima calidad material y técnica, obra de artesanos que recuperaron y destacaron en los antiguos procedimientos y aportaron nuevos ensayos derivados de la industria, están presentes por doquier. Es el inicio de un camino que nos llevará a reconocer el esplendor de las artes decorativas en Cataluña desde el modernisme hasta el Art Déco.

Si el mueble es el protagonista principal de los interiores modernistas, las tapicerías de seda o de terciopelo, generalmente de fabricación catalana y con frecuencia bordadas o con aplicaciones que las dotaban de color y confort, tuvieron un papel determinante. Pero el desgaste cotidiano y los nuevos gustos obligaron a cambiar la tapicería, de modo que muchas de las originales no se han conservado. El ajuar doméstico estaba lleno de encajes hechos a mano -"legítimos", los llamaban-, labores femeninas con bolillos o con aguja, hasta la llegada del encaje mecánico de gran difusión en el que Cataluña también destacó. El encaje de bolillos fomentó una red de encajeras, que trabajaban en sus domicilios, y de comerciantes de encajes, que distribuían los encargos. Las exposiciones, como la celebrada en Arenys de Munt en 1906, fueron buen escaparate de esta labor.

Las artes gráficas alcanzaron un gran desarrollo en Cataluña desde mediados del siglo XIX. La encuadernación se benefició de la innovación industrial y recuperó también técnicas antiguas, como el repujado del cuero, donde destacó Josep Roca i Alemany, profesor en el Institut de Cultura de la Dona. Ello comportó una gran difusión en el ámbito doméstico, si bien tuvieron presencia en las exposiciones y pervivió durante el noucentisme. Hacia 1880 la primera encuadernación industrial se basaba todavía en la confección manual de matrices de bronce que se estampaban en unas prensas mecánicas. Las editoriales sustituyeron las cubiertas de badana por las de tela sobre cartón en relieve con atractivos dorados. Hacia 1890 se introdujo el fotograbado, lo que aceleró la producción industrial y con el tiempo llevó a la desaparición de los grabadores en bronce.

La personalidad de Gaudí como diseñador no se puede distinguir de su producción como arquitecto. De hecho, sus primeras producciones son objetos, como por ejemplo la mesa de trabajo que describe en sus escritos de juventud o la vitrina para la guantería Comella en la Exposición Universal de París de 1878. Busca soluciones industrializables (muebles, manijas), anticipando procesos productivos seriados que se desarrollarán en talleres, pero sin olvidar nunca la innovación en el diseño y la huella artesana. Fiel a las enseñanzas de Viollet-le-Duc, defendía que el ornamento era lo que daba "carácter" o "estilo" a la arquitectura, es decir, que la dotaba de contenido simbólico. De esta forma, superaba los estilos históricos, llevando al extremo la premisa de que la forma sigue a la función, llegando a proyectar objetos orgánicos "obrados", que se acoplan a la gestualidad del cuerpo humano y le han valido la consideración de precursor de la ergonomía.

 

 
 

Proyecto de vitral

Granell y Cía
1903-1923
Pluma y acuarela sobre papel
Donación Teresa Granell i Carbonell (2015)

 

El hogar burgués, símbolo del ideal de una sociedad

El hogar burgués modernista es símbolo del ideal de la nueva sociedad industrial, llena de contradicciones. Esta nueva clase adquiere otros hábitos presentes en la organización de la vida cotidiana. Las viviendas diferencian entre el espacio de representación, reflejo del prestigio social, y el de la vida familiar, donde impera ya el criterio del confort, propio de la modernidad. Luz y aire, como había defendido el urbanista Cerdà, pero también comodidad y lujo.

Objetos decorativos importados de Europa o de producción local, asequibles para un mayor público, son muestra del decorativismo Art Nouveau o 1900. Objetos de arte llenos de flores y ninfas simbolistas se anuncian y venden en tiendas especializadas. Asimismo, fueron muy populares los "muebles de Viena" o de madera curvada, importados o de fabricación autóctona, que se integraron en las zonas más íntimas del hogar.

Pero el modernisme pasó de ser un movimiento regeneracionista a ser un estilo "moderno", llegando a capas más amplias de la sociedad. Objetos anónimos de uso cotidiano llenaban las vitrinas de los hogares mientras el modernisme era ya rechazado por los noucentistes.

Entrado el siglo XX, el modernisme se convirtió en un estilo "moderno" y popular, lo que es especialmente visible en la difusión de objetos decorativos y utilitarios de gusto Art Nouveau y sobre todo en la producción de mobiliario de precio asequible.

Las imágenes de la época nos muestran los interiores modernistas llenos de objetos decorativos. Creaciones de toda Europa llegaban a Cataluña a través de los representantes locales, que las vendían en tiendas especializadas. Talleres locales de escultura y cerámica crearon también gran cantidad de objetos y "bibelots" Art Nouveau de gran difusión.

 

 
 

Expositor

Mateu Culell y Aznar
1911-1912
Madera de roble con aplicaciones de estuco dorado y vidrio, lápiz plomo y gouache sobre papel
Donación Margarita Culell (1960)

 

El arte del novecientos y el descrédito del modernisme

Mientras el modernisme se había forjado en los círculos intelectuales y artísticos con voluntad de modernizar una cultura y de integrarse en Europa, el noucentisme a pesar de desacreditar al modernisme y al individualismo ochocentista, con su vocación institucionalizadora hizo realidad algunas de las propuestas culturales de los modernistas. Tal es el caso de las industrias artísticas, los oficios artísticos o los "bellos oficios", como se llamaban, que establecieron un nexo entre ambos movimientos y continuaron trazando el camino de la cultura del diseño, evidenciando el valor social del arte. El objetivo era trabajar en pro de la identidad nacional, por un arte catalán de raíz mediterránea que embelleciera la ciudad mediante la buena práctica de los oficios artesanos. En términos actuales, poner el diseño al servicio de la identidad. Pese a todo, Gaudí, y en especial la gran empresa de la construcción de la Sagrada Família, coincidía con la ideología dominante del catalanismo noucentista, que había definido Torras i Bages en "La tradició catalana" (1892), reeditada en 1906.

Si el modernisme se había centrado en una élite burguesa, el noucentisme -desde la Mancomunitat, aunque también en época de la República- se propuso crear una nueva estructura de país, fundamentada en la cultura. La creación de la Escola Superior de Bells Oficis en 1914 es un buen testimonio de ello. "Hacer bello lo útil" o integrar el arte en la sociedad para mejorar la vida de los pueblos fue el reto de Joaquim Folch i Torres, nombre clave de la cultura noucentista. Conscientes de su valor social, en Cataluña se llevaba a cabo un innovador proyecto pedagógico, equiparable a otros europeos, en pro de los oficios artísticos, que, creado por el pedagogo Francesc d'A. Galí, debía contribuir a hacer realidad dicho ideario. Artes del barro (cerámica, alfarería), madera (carpintería, ebanistería y talla), tejido (tapicería, tejido, encajes, bordado, estampación), cuero (repujado) y artes del jardín fueron las primeras especialidades.

Mientras en Europa surgían críticas contra el decorativismo y la ornamentación, en Cataluña el noucentisme sustituyó el mundo importado del Norte por la cultura mediterránea de raíces griegas. Aunque muy pronto nuevas influencias francesas introducían la modernidad art déco, el "falso moderno", como lo denominaban los contrarios a su decorativismo virtuoso y puramente formal, que convivió con los bellos oficios vernáculos. Las primeras vanguardias tampoco tardaron en combatir el arte decorativo moderno, noucentista o déco, menospreciando todo lo que no fuera estandarizado. El racionalismo llegó de la mano del GATCPAC (Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània) y el concepto de decoración fue sustituido por el de diseño de interiores. La cultura del diseño avanzaba en un nuevo contexto en el que convivían tradición, modernidad y vanguardia, mientras Gaudí era defendido por Dalí y los surrealistas.

El noucentisme también revalorizó la tradición artesana y recuperó sus técnicas y materiales. Pero su orientación colectiva, guiada por la voluntad de mejorar la vida del pueblo, lo llevó a reivindicar la simplicidad del diseño anónimo y popular. Ello explica el gusto por los muebles sencillos, como la tradicional silla de enea, inspiradora de propuestas para interiores dignos, de bajo coste. En 1923, en la Exposició Internacional del Moble i la Decoració d'Interiors, se convocó un concurso internacional de mobiliario y decoración del hogar humilde, buen exponente de la sensibilización respecto a las condiciones de vida y la vivienda obrera presente en toda Europa. El Foment de les Arts Decoratives participó con el lema "Por la belleza del hogar humilde".

Con el convencimiento de que la máxima belleza era fruto de la máxima sencillez, como defendía el crítico Rafael Benet, la tradicional, popular y anónima silla de enea, recuperada por los noucentistes, muy alejada de los historicismos, ponía en valor el arte popular como fundamento de la modernidad. El racionalismo y la vanguardia de los 30, con una mirada más abierta, contribuyeron a la introducción del espíritu mediterráneo en el diseño, como demuestran el mobiliario y el interiorismo del GATCPAC. La butaca destinada al pabellón de la República de la Exposición Internacional de 1937, en París, se ha convertido en su mejor icono.

El progresivo surgimiento del diseño durante el segundo cuarto del siglo XX coincide con un hecho que cambia el mundo del arte: desaparecen las fronteras entre las artes, y los artistas se sienten libres para experimentar con todas ellas. Mientras el diseño rechaza la ornamentación añadida y opta por la producción industrial seriada, los oficios artísticos se convierten en una nueva vía de experimentación, más allá de su vertiente utilitaria. Es el momento de la irrupción de las artes con nombre propio, denominadas "artes de autor": la cerámica de arte, el vidrio de arte, la joya de arte... Todas estas vías son cultivadas por los creadores, con frecuencia recuperando y adaptando técnicas artesanas en obras únicas. Este camino llega hasta la actualidad, en un momento en que el diseño se replantea nuevos caminos y en el que se diluyen también las fronteras entre diseño, artesanía y arte. El Museu del Disseny de Barcelona conserva notables colecciones, especialmente de las artes del fuego -cerámica, vidrio y esmalte-, que corresponden a estas nuevas expresiones artísticas, simbiosis entre la tradición artesanal y la creación artística con nombre propio, desde Picasso y Miró hasta la actualidad.

 

 
 

Escaño

Atribuido a Gaspar Homar y Mesquida
Hacia 1905
Madera tallada, torneada, moldurada y tintada
Proviene de la Casa León Morera (Barcelona)

 

La recuperación de Gaudí y del modernisme

En los años posteriores a la guerra civil, pervivió la imagen de Gaudí y de la Sagrada Família como una posibilidad de mantener viva la catalanidad de una manera tolerada por el régimen franquista. En este entorno, en 1952 se creó la Associació Amics de Gaudí, que organizó una exposición en el Salón del Tinell en 1956, fecha en la que también se fundó la Càtedra Gaudí de la Escola Superior d'Arquitectura. Posteriormente, en 1963 se inauguró la Casa-Museu Gaudí en el Park Güell.

El reconocimiento internacional de Gaudí llegó cuando el MOMA le dedicó una exposición en 1957, tras superar las reticencias de los responsables del museo, defensores a ultranza del espíritu moderno. El promotor fue el profesor de Columbia, Georges R. Collins, fundador de Amics de Gaudí USA, que lo había descubierto en la exposición del Tinell. Paralelamente, el arquitecto Kenji Imai, de la Universidad de Waseda, lo promovía en la sección japonesa. En 1967, el libro "The Sources of Modern Architecture and Design", de Nikolaus Pevsner, defendía que las formas libres y funcionales del Art Nouveau estaban en los orígenes del diseño moderno. Esta obra generó la recuperación del Art Nouveau y de grandes figuras como Guimard, Horta, Mackintosh así como de Gaudí y el modernisme.

El valor patrimonial del modernisme fue muy pronto destacado desde la historia del arte y de la arquitectura. Josep-Francesc Ràfols -el primer biógrafo de Gaudí- fue quien lo definió como un movimiento cultural en "El arte modernista en Barcelona" (1943) y en "Modernismo y modernistas" (1949), seguido por el crítico de arte Alexandre Cirici en "El arte modernista catalán" (1951). Poco después, el libro de Nikolaus Pevsner -"The Sources of Modern Architecture and Design"- suscitó nuevos estudios, liderados por la obra "Arquitectura modernista" (1968), de Oriol Bohigas, con fotografías de Leopold Pomés.

Los museos barceloneses -dirigidos entonces por Joan Ainaud de Lasarte- iniciaron las colecciones de patrimonio modernista a consecuencia de la celebración de dos exposiciones: "Artes suntuarias del Modernismo catalán" (1964) y "El modernismo en España" (1969). Posteriormente, la organización de grandes muestras como "El modernisme" (1990), a raíz de la Olimpiada Cultural, o acontecimientos como el Año Gaudí (2002), han contribuido a mantener vivo el interés por el movimiento.

El diseño gráfico fue pionero en la recuperación del gusto por el Art Nouveau y el modernisme, gracias a la atracción por las imágenes populares del pasado gráfico. El pop, el neoliberty, el arte psicodélico y la cultura de masas de los años 60 y 70 descubrieron las formas sinuosas y la tipografía caligráfica del Art Nouveau, que veían como una clara oposición al racionalismo defendido por los definidores de la modernidad. Al mismo tiempo, en Barcelona surgió el grupo conocido como la Gauche Divine, procedente de la burguesía ilustrada y cosmopolita, estrechamente vinculada a la industria cultural catalana. El icónico logotipo de la discoteca Bocaccio (1967-1985) de la calle Muntaner y el grafismo publicitario de la película "Tuset Street" se hacían eco del Art Nouveau que, divulgado por el movimiento pop, se puso de moda en Europa.

El diseño Art Nouveau -y también el modernista- ha sido descubierto, reconsiderado y alabado por el diseño contemporáneo. Desde los años 60, la reedición de piezas emblemáticas de Mackintosh, Guimard u Hofmann ha convertido estos elementos en "clásicos del diseño". Cabe recordar, no obstante, que algunos objetos como los muebles de madera curvada, los pavimentos Escofet, las joyas Masriera, así como piezas emblemáticas de Peter Behrens no dejaron de producirse. En Barcelona Bd-Ediciones de Diseño recogió en los años 70 el testigo de Bigas Luna, que hasta 1973 había vendido algunas reediciones de Gaudí en la tienda Gris, y en 1976 reeditó los primeros muebles de Gaudí. Asimismo, se reeditaron también algunos objetos típicamente decorativos Art Nouveau de Lambert Escaler o Dionís Renart. En definitiva, piezas emblemáticas de Gaudí, Jujol y otros se equiparan a los "grandes clásicos" del diseño internacional, concepto que es a la par un argumento de venta y de distinción cultural, que acerca el valor del diseño al de una obra de arte.

 

 
 

Ornamento arquitectónico del Palau de la Música

Lluís Domènech i Montaner
Hacia 1907
Cerámica esmaltada, hierro pintado y cementado

 

Reflexión: el segundo triunfo del modernisme

En la tercera década del siglo XXI, el modernisme se ha convertido en uno de los principales atractivos culturales y turísticos de Barcelona. Muy lejos quedan ya los años en que los objetos modernistas, considerados trastos de mal gusto, permanecían olvidados en las buhardillas y se hablaba del derribo del Palau de la Música Catalana de Domènech i Montaner... ¡declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1997!

Asistimos a un proceso de "musealización" de las ciudades europeas Art Nouveau, y Barcelona es en este sentido un caso emblemático. Mientras el diseño produce réplicas de calidad y las artes se inspiran en las formas sinuosas o en técnicas artesanas como el trencadís, el turismo ha desarrollado un merchandising a medio camino entre piezas de calidad y el más adocenado gusto kitsch.

Debería ser posible hallar un punto de encuentro que haga compatible el placer de la cultura y el turismo por el bien de las ciudades y el patrimonio. Ojalá las nuevas circunstancias post Covid-19 nos ayuden a conseguirlo.

 

 
 

Plato de los pájaros

Ramon Sunyer y Clarà
Barcelona
1918
Plata repujada y esmalte
Proviene de la Exposición de Arte de Barcelona (1918)

 

Dirección y horarios: Platça de les Glòries Catalanes 37-38, Barcelona. Martes a domingo: de 15:00 a 20:00 horas. Comisarias por Mireia Freixa y Pilar Vélez. A raíz de la muestra Modernisme. Hacia la cultura del diseño se ha editado un catálogo trilingüe (catalán, castellano, inglés). Con textos de: Pilar Vélez y Mireia Freixa, con la colaboración de Josep Bracons, Ricard Bru, Josep Capsir, Rossend Casanova, Aleix Catasús, Isabel Cendoya, Jordi Falgàs, Isabel Fernández del Moral, Mireia Freixa, Núria Gil, Juan José Lahuerta, Teresa Navas, Ernest Ortoll, Mónica Piera, Teresa-M. Sala, Marta Saliné, Pilar Vélez, Sílvia Ventosa y Mercè Vidal.

 

 
 

La belleza

Lambert Escaler y Milà. Fundición Artística Masriera y Campins
1903-1906
Fundición de bronce y espejo
Colección particular

 

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