La Parroquia de Aracena, situada en la Plaza
Alta de la localidad onubense, recinto urbano de gran belleza y carácter, constituye uno de los ejemplos mas notables de la arquitectura renacentista de la provincia de Huelva.
Fue construida en el siglo XVI, en la zona baja de la ciudad. Comienzan las obras en el año 1528, y hacia 1533 interviene en ellas Diego de Riaño, continuando Juan de Calona
en torno al año 1549. A esta época constructiva pertenecería la capilla del reservado eucarístico,
situada tras el retablo del Cristo de la Plaza. Hacia el año 1562, Hernán Ruiz II se hace cargo de las obras, levantándose la sacristía, el presbiterio y el primer tramo del
edificio. Se sabe que, en el año 1603, las obras del segundo tramo ya estaban
terminadas, conllevando un cambio en el diseño de los pilares y las bóvedas.
Ese mismo año quedan paralizadas las obras de todo el conjunto.
A consecuencia del terremoto de Lisboa del
año 1755, el templo sufre desperfectos, siendo constatados los daños por Pedro de Silva en 1774, resolviendo su reparación Antonio de Figueroa entre 1799 y 1783.
En el año 1972, la Dirección General de Bellas Artes, con el impulso del
historiador aracenés Florentino Perez-Embid, trató de acabar las obras según el proyecto y
la dirección de Rafael Manzano, quedando paralizadas varios años después sin que se cubrieran las bóvedas de sus tres últimos tramos. Hubo un ultimo intento entre 1995 y 1996,
fechas en las que la superficie al culto se amplió creando una nave transversal tras el
coro.
Pero es en este año 2008 cuando podemos contemplar la obra totalmente concluida gracias a la iniciativa y el tesón
del actual párroco, Longinos Abengózar Muñoz. Las obras se han llevado a cabo bajo la dirección
de los arquitectos locales Hilario Vázquez Vázquez y José y Narciso Vázquez Carretero,
hijos del anterior. Estos tres profesionales son quienes han
llevado a cabo la cubrición de su estructura por medio de cúpulas de madera laminada, tanto en el entramado fundamental como en el secundario.
Con esta conclusión de sus obras, este templo se convierte en el más grande de
Aracena, así como en el monumento renacentista mas importante de la provincia de Huelva,
provisto de unas dimensiones catedralicias.
En la obra, que ha contado con un presupuesto de 2.200.000 euros,
pagados por el Obispado de Huelva, la Parroquia de Aracena, el Ayuntamiento de la
localidad serrana, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Diputación de Huelva, se distinguen claramente la parte nueva de la anterior, siguiendo una línea arquitectónica moderna en consonancia con la parte antigua terminada en
el año 1603. Las nuevas cúpulas son semiesféricas, con el fin de conectar con los espacios interiores creados por las cúpulas preexistentes. El coro se ha desplazado
hasta los pies del templo, con una balaustrada de madera para separarlo de la actuación antigua.
Igualmente se ha hecho con la pila bautismal, manteniendo su misma nave.
La iglesia, de grandes proporciones, se describe de planta de salón,
con tres naves subdivididas en cinco tramos y un presbiterio poligonal al que se adosa la
sacristía en el lado de la epístola. La techumbre es de bóvedas vaídas sobre pilares, con semicolumnas en sus frentes, bóveda central con medallón con relieve de la Asunción de Maria, profetas y apóstoles.
En el segundo cuerpo de la nave central se levanta la cúpula de media naranja con el monograma
JHS, descansando sobre pechinas donde aparece la inscripción AVE MARIA 1603.
Tanto el retablo mayor como los diferentes altares, a excepción de uno de madera del siglo XVIII y otro
de mampostería del XIX, son posteriores a la quema de 1936, contando el templo además con
dos púlpitos del siglo XVI, una pila marmórea de 1692, dos lienzos dieciochescos, un pequeño altorrelieve peruano de la Inmaculada Apocalíptica, también del XVIII, e imaginería moderna de destacados artistas del siglo XX: Antonio Illanes, José
Rivera García, Sebastián Santos, Antonio Castillo Lastrucci y Manuel Pineda
Calderón.
