LA CARTUJA DE LA DEFENSIÓN. GRAN ASIGNATURA PENDIENTE DEL PATRIMONIO ANDALUZ

29/12/2024


 

 
 

 

La Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión se halla situada a unos 4 kilómetros hacia el sur de Jerez de la Frontera, sobre los ríos Guadalete y Salado. Aunque nació oficialmente en 1476, trece años antes don Álvaro Obertos de Valero, -descendiente de genoveses asentados en la zona en tiempos de la reconquista, un caballero muy generoso y dado a las obras de caridad y piedad-, había instado a la Orden de los Cartujos, fundada por San Bruno y San Hugo, a fundar un monasterio, dada la fama que adquirió la cercana Cartuja de las Cuevas como centro de beneficencia ejemplar en Sevilla.

La Orden hizo caso al caballero, y varios monjes, procedentes de las Cuevas, llegaron a Jerez el 13 de febrero de 1476, aunque la primera piedra no se colocó hasta diciembre de 1478. Obertos fue de una extraordinaria generosidad en la dotación del nuevo templo cartujo. El Capítulo General incorporó la casa a la Orden en 1484 con el título de Nuestra Señora de la Defensión por la advocación existente y alusiva a la mediación mariana en la victoria cristiana sobre los benimerines en la batalla del Salado (1340), de lo que deja testimonio un humilladero a la entrada del recinto, donde dicen que tuvo lugar una contienda en la que los cristianos vencieron, al igual que en el combate naval de Lepanto, gracias a la milagrosa aparición de la Virgen María para ayudar a sus huestes.

Creada en un primer momento bajo los postulados del tardogótico, la cartuja conoció obras en los siglos posteriores que dejaron huella de todos los estilos imperantes en cada momento: renacimiento, plateresco, barroco, rococó... El amplio periodo de usos y remodelaciones por parte de la comunidad cartuja, intensificado tras los ataques franceses de 1810, se interrumpió abruptamente en 1835 con la Desamortización. Fue entonces cuando realmente comenzó el principio del fin para el monasterio, al igual que sucedió con otros grandes complejos monásticos andaluces como San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla) o Santa Clara en Moguer (Huelva). Era tal el abandono que, en 1848, varios individuos con carretas llegaron a la iglesia y trocearon el antiguo retablo mayor, que ya había perdido sus pinturas, para abastecer con su madera los hornos de las panaderías. Incluso llegaron a forzar la tumba de Obertos para arrebatarle su armadura al estilo de los profanadores de tumbas del Antiguo Egipto, si bien era tan generoso el caballero que hasta de eso se había desprendido, y solo encontraron huesos pulverizados bajo capas de cal.

 

 
 

 

En 1948 el complejo fue recuperado para la vida cartujana. Fue entonces cuando comenzó una nueva etapa con la restauración de algunas zonas y la reconstrucción de otras, siguiendo los criterios españoles de la época. En 2001 los cartujos vuelven a abandonar la cartuja, traspasándola a las Hermanas de Nuestra Señora de Belén y de la Asunción, instituto de vida religiosa neocartujana creado en Francia a mediados del siglo XX. Ahora ocupa el templo otra congregación femenina: las Hermanas Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo; a diferencia de las anteriores, de vida activa y no de clausura. Concretamente, son seis monjas procedentes de Madrid, todas ellas de origen brasileño.

Desde hace unos meses, varias entidades como el Obispado de Asidonia-Jerez, la Junta de Andalucía o el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera se encuentran en conversaciones para restaurar debidamente y volver a poner en valor el que consideran el edificio religioso de mayor valor artístico de la provincia de Cádiz. De momento, se han realizado varias intervenciones, se están llevando a cabo otras y se han abierto las puertas a los visitantes, dando incluso acceso a espacios no visitables hasta ahora por haber sido de clausura. Hasta los scouts se han implicado en acondicionar el edificio y sus jardines. Está previsto que, a partir del próximo año, las visitas sean más accesibles a través de una página web, pues hasta ahora han de realizarse a través de un correo electrónico, están contadas y hay una lista de espera considerable hasta primavera, dado el interés que han despertado entre el público.

De momento, durante casi dos horas que dura el recorrido, los visitantes pueden admirar -además de la espectacular fachada renacentista, seriamente agrietada por el paso continuo de vehículos y camiones, la llamada Capilla de los Caminantes y la portada de la iglesia- el interior de la iglesia gótica -con sus espectaculares bóvedas, antes estrelladas, y espectaculares elementos originales como el arco renacentista, la rejería sevillana, las yeserías, el cancel de taracea y los dos coros; uno de caoba para los hermanos (legos) y otro de roble para los padres, decorado con excelentes relieves escultóricos al igual que el arco-, varios claustros -uno de ellos es el más grande de España y otro, muy restaurado en el siglo XX, fue diseñado por Juan Martínez Montañés-, el espectacular refectorio, una de las celdas, dos patios -el "patio de los jazmines" y el "patio de las obediencias"- y el exterior de las antiguas cuadras. Se excluye la posibilidad de visita individual o por grupos sin guía. Las visitas son por general viernes y sábado, aunque pueden ser concertadas otros días de la semana previo contacto con la diócesis en el caso de que se trate de un grupo de personas amplio.

 

 
 

 

Respecto a la iglesia, versión reducida y austera de la Cartuja de Granada, no conserva ninguno de sus retablos originales. Todos los que vemos ahora proceden del templo mercedario de Sanlúcar de Barrameda y fueron cedidos a la cartuja por la historiadora Luisa Isabel Álvarez de Toledo, la famosa "duquesa roja" de Medina Sidonia. Destaca especialmente el retablo mayor (1619) atribuido a Juan de Oviedo y de la Bandera, presidido por la titular mariana de la cartuja, magnífica talla policromada del valenciano José Esteve y Bonet (1741-1802).

El pasado mes de agosto, El Correo de Andalucía se hacía eco de las denuncias reiteradas de media docena de colectivos ciudadanos -como la Plataforma por la Defensa del Patrimonio Histórico de Jerez o la recientemente creada Amigos de la Cartuja- y expertos en la materia sobre el inquietante estado de conservación de uno de los primeros monumentos nacionales catalogados de España -propiedad del Estado aunque cedido al Obispado de Asidonia-Jerez-, tras décadas de gestión episcopal marcada por la falta de transparencia, la clausura a toda visita pública y la inexistencia de vigilancia administrativa. Algunas de las barbaries cometidas ya han sido reparadas, como la retirada de la pintura blanca que cubría el retablo mayor de la Capilla del Caminante o del parqué de madera en el presbiterio que tapaba incluso la lápida del fundador, pero todavía queda mucho por hacer. La historiadora Esperanza de los Ríos Martínez, gran defensora del patrimonio jerezano, era una de las voces más críticas, denunciando también la colocación de iconos ortodoxos fuera de contexto -visibles todavía en el refectorio y en el retablo mayor, en el lugar que ocupaba el titular San Bruno del escultor flamenco José de Arce- o que el monumento fuese renombrado como Monasterio de las Hermanas de Belén, para lo que se retiró de la entrada el centenario letrero de los cartujos. Asimismo, el artículo recordaba las protestas ciudadanas que tuvieron lugar en 2016, cuando trascendió que el Obispado pretendía desmontar un retablo de la sala capitular para trasladarlo a Setenil de las Bodegas, algo que finalmente la presión popular logró frenar y empezó a tomarse conciencia del paulatino desmantelamiento de la Cartuja.

Al hilo de lo anterior, en la sala de recuerdos del monasterio, que también se encuentra a la entrada, podemos ver una reconstrucción virtual del retablo mayor de la iglesia en el siglo XVII, posiblemente la pieza histórica del conjunto monumental que ha sufrido el expolio más salvaje. Dicha reconstrucción, efectuada en 2012 por los expertos Valdivieso y Martínez del Valle, muestra cómo debían figurar las pinturas de Zurbarán y las esculturas de José de Arce en una fábrica cuya estructura de madera corrió a cargo de Alejandro de Saavedra. Las pinturas se encuentran hoy divididas entre Cádiz, Grenoble, Poznan y Nueva York, y las esculturas, que representan a Cristo crucificado y los doce apóstoles, están en la Catedral de Jerez de la Frontera, habiéndose iniciado en este caso contactos para la posible devolución de las mismas.

 

 
 

 

FUENTES

CANTERA MONTENEGRO, Santiago. "Los cartujos en la Península Ibérica en la Edad Media", en Del silencio de la cartuja al fragor de la orden militar, Aguilar de Campoo (Palencia), Fundación Santa María la Real, 2010, pp. 50-51.

 

 
 

 

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