LA MADONNA DEL SALZ

14/11/2022


 

 

En el Alma Mater Museum de Zaragoza pueden verse varias vírgenes medievales que nos trasladan a romerías a ermitas y santuarios para venerarlas y rendirles homenaje, de las que todavía forman parte en sus lugares de origen. Es el caso de Nuestra Señora del Salz, procedente de la Parroquia de San Pedro de Zuera.

Jerónimo de Blancas, historiador y cronista oficial del siglo XVI, habla del Santuario de Nuestra Señora del Salz en la localidad de Zuera (Zaragoza), construido en el lugar en el que, según una tradición medieval, la Virgen María se apareció a un caballero de la Orden del Temple que oraba a orillas del río Galligo en un paraje lleno de sauces (sauce significa "salz" en lengua antigua aragonesa).

Los templarios recogieron la imagen mariana y la llevaron a su castillo, muy cercano al paraje, en el que empezaron a darle culto hasta que, en unión del clero y del pueblo de Zuera, levantaron el referido santuario.

La imagen original se conserva en el Alma Mater Museum y la que sigue recibiendo culto en el santuario, también llamado Ermita de la Virgen del Salz, es una copia. Esta magnífica madonna románica del siglo XII (se fecha hacia el año 1190) muestra los rasgos fundamentales de las imágenes marianas del periodo: hieratismo, rigidez y una sencillez en las formas que dota a estas esculturas de una gran expresividad.

 

 

En estas imágenes la finalidad devocional se une a una función didáctica esencial en una época en la que aprender a leer era un privilegio reservad sólo a unos pocos. Esta finalidad genera que cada elemento, e incluso la disposición de las figuras, adquiera un profundo simbolismo.

Así, la Virgen porta una corona real, túnica y manto, con la coloración más frecuente: encarnado para la túnica y azul intenso para el manto. La bola pequeña que sostiene la Virgen en su mano derecha representa la manzana del pecado original, por su papel de corredentora, la nueva Eva.

La flor de lis que decora repetidas veces el manto de Nuestra Señora del Salz es un símbolo mariano, aludiendo a la realeza de María y también a la Santísima Trinidad por contener tres pétalos.

Además, la Virgen se encuentra sentada con el Niño en el regazo, de acuerdo con la pervivencia de la tipología derivada de la "Theotokos" bizantina mayestática. De esta forma María hace el papel de trono de la sabiduría a la vez que manifiesta la idea de su maternidad divina al llevar a Cristo sobre sus rodillas.

 

 

Consta que hasta el incendio que tuvo lugar en el interior  del santuario en 1949, la imagen de Nuestra Señora del Salz siempre aparecía cubierta con un manto. El respaldo del asiento de la Virgen reproduce la idea de la Jerusalén Celeste del Apocalipsis, recreada por las múltiples ventanas.

Finalmente, si nos centramos en la figura de Jesús, vemos que sostiene en la mano izquierda una pequeña esfera, que representa el mundo, constituyendo un símbolo mayestático de su soberanía sobre todo lo creado.

El conjunto se convierte así en un inmenso trono desde el que el Hijo de Dios bendice a la humanidad y recibe su homenaje. La bendición la vemos a través de la mano derecha del Niño Jesús, que supone a su vez un símbolo trinitario: los dedos alzados son Dios Padre e Hijo, y los que se pliegan, el Espíritu Santo. Símbolo de que bendice a la humanidad, por eso mira hacia el frente.

Esta escultura se exhibe en la sala VI del Alma Mater Museum, espacio situado en la ampliación de las Casas del Obispo (promovida por el primer rey de la corona de Aragón, Alfonso II el Casto, a finales del siglo XII) junto con una colección de vírgenes medievales y otras piezas singulares de este mismo período histórico. 

 

 

Fotos: Pichi Gardel

 

FUENTES

Con información del Alma Mater Museum de Zaragoza.

ALAGÓN LASTE, José María. "Las artes plásticas en los pueblos de colonización de la zona de la Violada", en AACA Digital. Revista de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, nº 15, Zaragoza, Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, 2011, p. 8.

AA.VV. Guía para visitar los santuarios marianos de Aragón, Madrid, Ediciones Encuentro, 1996, p. 148.

 

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