TOME ASIENTO

28/06/2013


 

 

La contemplación de una silla. Objeto cotidiano y a priori sencillo, permite la obtención de datos que hacen referencia al ámbito geográfico, al aspecto temporal, al estatus social y a los factores económicos, el género de los usuarios, su uso y su función y a un sinfín de información que arroja luz sobre el día a día del ser humano. Ningún otro mueble ofrece como la silla la posibilidad de crear tantas conexiones formales y conceptuales a partir de su estética. Por ello, gran número de diseñadores han dedicado enormes medios y esfuerzos a la creación de sillas anteponiéndose el diseño de éstas al de cualquier otro tipo de mobiliario.

La silla, tal y como hoy la conocemos, tiene su origen formal en el trono, que por regla general no era transportable y tenía una significación simbólica como sede del monarca. Aunque ya en Asiria y Babilonia se construían tronos muy lujosos, la silla es un invento egipcio. Fue relativamente común durante el Imperio Medio (2050-1785), donde encontramos ejemplares de madera tallada, con cuatro patas acabadas en garras de león o pezuñas de toro, respaldo alto y recto, asiento de cuerda entretejida y a veces brazos.

Los griegos inventaron un modelo más cómodo, el klismos, con cuatro patas y dos montantes elevados sobre el asiento que sostenían un travesaño curvo de apoyo, a la altura de los hombros. En varios sarcófagos hispano-romanos del siglo IV se representa al emperador Nerón apostado en una silla tipo curul, en forma de X, cuyas patas rematan en garras y dispone de apoyo para los pies.

Tras la caída del Imperio Romano, con las invasiones y conquistas de los pueblos del Norte y más tarde de los árabes, no quedan restos de mobiliario que permitan un estudio sistemático de la silla. En la Edad Media es escaso su uso, primando los sillones de estructuras muy rígidas y verticales, pero en el Renacimiento reaparece como elemento corriente del mobiliario. Su empleo, en origen reservado a las altas jerarquías, se extiende desde las categorías más elevadas, civiles y religiosas, a las clases burguesas. Sin embargo, en las regiones más desfavorecidas, el taburete sigue siendo el asiento mayoritario hasta el siglo XVII y aún más tarde.

El Renacimiento aporta modificaciones sustanciales en la silla, concediendo gran atención tanto al diseño como a su comodidad, aplicando líneas más ligeras. La madera se combina con otras materias como el cuero y diferentes tejidos para tapizar. Durante el Barroco, la península Ibérica se cuaja de sillas inspiradas en prototipos franceses e ingleses y es en esta época cuando el sillón adquiere sus connotaciones más interesantes a través de formas resueltas con enorme originalidad.

En época contemporánea, la implantación de novedosos sistemas económicos e industriales da lugar a la fabricación de sillas en serie, teniendo más importancia el aspecto general que el detalle. No obstante, en la Europa del siglo XX, especialmente en Dinamarca e Italia, se llevan a cabo búsquedas de nuevos estilos que impriman en las sillas carácter innovador. En los últimos 150 años la evolución de la silla transcurre paralela a la de los desarrollos arquitectónicos y tecnológicos, reflejando las nuevas necesidades y preocupaciones de la sociedad. Tal y como apuntó el diseñador y arquitecto estadounidense George Nelson en 1953: "toda idea verdaderamente original -toda innovación en el diseño, toda nueva aplicación en materiales, toda invención técnica para mobiliario- parece encontrar su máxima expresión en una silla".

De todos los muebles, las sillas son el mejor medio para reforzar el ego y demostrar el gusto propio. Asimismo, revelan el punto de vista sociopolítico del propietario y su estatus socioeconómico, ya sea real o fingido. Por este motivo, la comodidad, la funcionalidad y la economía se ven sacrificadas en favor de la representación de estilos decorativos, ideas radicales o impulsos expresivos del diseñador. Es el mueble que mejor representa la personalidad del artista o artesano que la elaboró. Es un objeto rebosante de expresividad. 

 

 

Aparte del automóvil, la silla es el objeto más diseñado, estudiado y celebrado de la era moderna y también al que se han dedicado más páginas escritas. A través de su forma y de sus materiales, la silla crea unas conexiones físicas y psicológicas con el individuo que se sienta en ella. A lo largo de la historia la función de la silla apenas ha variado, siendo básicamente un asiento para el descanso. Las sillas están destinadas a todo tipo de morfologías, tamaños, propósitos y periodos. Toda posición en el asiento siempre va ligada a una significación social concreta y a un conjunto de convenciones, incluidas las limitaciones ortopédicas.

El hombre de todos los tiempos establece una dependencia con la silla como elemento de descanso, asiento y trabajo, a lo largo de toda su existencia. La excepción puede establecerse en Oriente, donde adoptar una posición de cuclillas o sentarse a ras de suelo es muy habitual. Normalmente, la silla debe soportar el volumen del usuario a una determinada altura para que las piernas cuelguen y los pies toquen el suelo. En esta posición convencional, el peso de la cabeza y del tronco recae sobre los huesos de la pelvis y de la cadera y, con el paso de las horas, por muy blando que sea el asiento, las nalgas acusan la presión, produciéndose en el individuo sensación de incomodidad y búsqueda de una nueva postura.

Buscando el antecedente primitivo de la silla, tendríamos que retrotraernos al mismo origen del hombre, pues los individuos no realizan sus actividades cotidianas en la misma postura, y buscan, en todos los casos, la comodidad utilizando algún tipo de elemento como asiento. En algunos asentamientos de la Edad del Hierro descubrimos con frecuencia elementos constructivos en el ámbito doméstico que harían las veces de bancos corridos en el interior de algunas estancias. Éstos podrían haber sido utilizados como lechos y como asientos, construidos para facilitar el descanso o para desarrollar actividades propias de labores domésticas.

La muestra Tome Asiento. Una Exposición de Sillas y Más..., nueva exposición temporal del Museo Etnográfico de Castilla y León (hasta enero de 2014), se complementa con la sección El Arte de Sentarse, donde se podrán ver a lo largo de las cuatro plantas de la exposición permanente diferentes visiones de la silla por artistas de corte contemporáneo: Beneitez y Alfredo Omaña, bajo el pseudónimo BO, aportan una instalación ex-profeso para esta ocasión; Jesús Fernández León y Francisco Javier Muro (Colección Caja España) aportan sus dos interesantes formas de ver una silla; de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) podemos disfrutar de dos audiovisuales en los que la silla es protagonista (Seances, obra de Pablo Reinoso con la coreógrafa y bailarina Blanca Li protagonizando una peculiar sesión de psicoanálisis, y Lull, uno de los primeros trabajos de Filipa Cesar, en el que el espectador se introduce en una sala de espera acompañado de un variopinto grupo de personajes); finalmente, la conocida silla Favela, de los artistas brasileños Fernando y Humberto Campana prestada para la ocasión por el Museo de la Evolución Humana de Burgos.

 

 

Dirección y horarios del Museo Etnográfico de Castilla y León: Calle del Sacramento, s/n, Zamora.
Martes a sábado, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas; domingos y días festivos, de 10:00 a 14:00 horas.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com