NAVÍOS DE PLATA Y NAOS MARIANAS

18/03/2024


 

 
 
Obra del Victoria & Albert Museum

 

Los modelos de navíos en oro y plata eran una tradición francesa y estaban destinados a diversos fines. Si bien los registros más antiguos, del siglo XIII, muestran que estaban asociados con el uso religioso y las ofrendas a los santuarios, también se usaban en contextos seculares; de hecho, los primeros registros escritos de dichos modelos se documentan en las casas principescas de Francia al menos desde el siglo XIV, colocándose junto a un príncipe o a un noble en la mesa para sostener su servilleta y otros utensilios que pudiera necesitar durante una comida, especialmente en el siglo XVII.

Estos navíos destinados a albergar cubiertos, especias, servilletas, etcétera, eran por tanto objetos ceremoniales que estaban reservados a la realeza o a los aristócratas, y también servían para indicar el lugar del invitado de honor en la mesa del banquete. Signos de riqueza, atestiguaban la importancia y el estatus social de quien los poseía. Las ruedas que muestran muchos de ellos indican que iban rodado de invitado en invitado en la mesa principal. Asimismo, el pico que algunos tienen en la proa sugiere que también podrían usarse como aguamaniles.

La platería centroeuropea también produjo pequeños barcos que servían como decoración de mesas y buffets. En la ciudad de Núremberg la tradición se conoce desde principios del siglo XVI. En la cultura germánica de los siglos XVI y XVII, las copas con forma de navíos eran unos encargos frecuentes en los talleres de los orfebres y se utilizaban para los populares "trinkspiele" ("juegos de beber"), como parte del entretenimiento teatral en la mesa de los anfitriones.

En ocasiones, estos valiosos objetos no solo se realizaban en plata, sino también en marfil, e incluían objetos de oro y piedras preciosas junto con exóticos materiales como el cristal de roca, las conchas de nautilo o los huevos de avestruz. Todos ellos juntos en la pieza no solo ponían de manifiesto las maravillas de la naturaleza y los logros técnicos del artista, sino también el intelecto y la cultura del mecenas.

 

 

En los santuarios, principalmente marianos, estas piezas se ofrecían como exvotos por los marinos o bien eran donadas por familias nobles vinculadas con la titular del templo, caso del navío de principios del siglo XX conservado en el santuario del Rocío de Almonte, relacionado con los Orleans.

También los hay que se convirtieron de navíos de mesa en objetos sagrados, como el relicario de Santa Úrsula en el Palais du Tau de Reims (1500, imagen superior), con figuras religiosas añadidas a mediados del XVI, cuando la pieza fue donada al cabildo de la catedral para realizar un edículo dedicado a dicha santa.

 

 

Entre mayo y septiembre de 2002, la orfebre y joyera sevillana Ana Cerrejón Lozano realizó una nao mariana en la línea de los modelos anteriores. Recientemente figuró en la exposición "Consolatrix Afflictorum", celebrada entre el 24 de enero y el 18 de febrero de 2024 en la Casa de la Provincia de Sevilla. Una muestra en torno a la devoción de la Virgen de Consolación, patrona de Carrión de los Céspedes.

La pieza de Cerrejón está realizada en plata de ley, rodio y bronce, además de concha marina, madreperlas, nácar, aguamarina, perlas cultivadas, circonitas, esmalte al horno y cristal de roca virgen. Las técnicas utilizadas son el forjado, repujado, cincelado, esmalte al horno, talla, engastado, engarzado y grabado a buril.

Es una pieza corpórea que representa a un navío surcando mares inciertos. Una analogía de la vida. Está creada a partir de una concha marina procedente de Filipinas. La autora no quería reiterarse sobre idealizaciones y se inclinó por recrear un barco mercante con toques de fantasía.

Los metales empleados han sido plata fina, plata de Ley, cobre para el esmaltado, y latón y rodio en las alhajas, con acabado en oro fino. En su ornamentación se ha utilizado la citada concha marina como casco, así como cristal de roca virgen, perlas cultivadas, aguamarinas, circonitas, nácar tallado y esmalte al horno.

Bajo el mascarón de proa con forma de caballito de mar se ha colocado el anagrama de María como símbolo de protección y guía para las gentes del mar. La pieza mide 20 x 30 cm y muestra dos mástiles con sus velas recogidas, coronados por dos banderolas talladas en su parte alta. Toda la cubierta está trabajada con todo lujo de detalles: barriles, sacos, rollos de cabo, rejilla de bodega, campana de llamada, escaleras, balaustrada, puente de mando, timón móvil, puertas, ventanas... Hasta un pequeño bóxer de esmalte, en recuerdo de la perra de la autora, que murió mientras se realizaba el navío. El blanco de la concha filipina contrasta con el oro viejo, elegido a conciencia para darle carácter al acabado general de la pieza, junto con los esmaltes. El turquesa del agua abraza el casco de la nao, con cristales de roca sin tallar y granalla de plata fina, recreándose los arrecifes y la espuma del mar de donde emerge, sobre un ramillete de plantas marinas de esmalte, todo el conjunto.

Esta obra tiene la peculiaridad de ser versátil, pues puede ser desmontada de su base y procesionar apoyada sobre la mano de una imagen sagrada, así como ser expuesta en una vitrina mostrando todo su esplendor.

 

 

FUENTES

Con información de Ana Cerrejón Lozano y el Palais du Tau de Reims.

OMAN, Charles. "Medieval Silver Nefs", en Monographs of The Victoria and Albert Museum, n º 15, Londres, 1963.

GARCÍA LEÓN, Gerardo. "El navío de plata de la Virgen del Rocío", en Laboratorio de Arte, n º 21, Universidad de Sevilla, 2008-2009.

 

 

Fotos nao mariana: Pichi Gardel

 

 

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